Educación

Las trabajadoras españolas, las más sobrecualificadas de toda la UE

Casi cuatro de cada diez trabajadoras en España trabajan en un empleo inferior a su nivel educativo. La responsabilidad de los cuidados sigue lastrando su carrera profesional

España es el país de la Unión Europea con mayor sobrecualificación en el empleo. Un problema que afecta especialmente a las mujeres. De esta forma, casi cuatro de cada diez trabajadoras (un 36 %) ocupan un empleo inferior a su nivel educativo. Es decir, están empleadas en ocupaciones que no requieren un nivel de educación terciaria. En el origen de esta realidad, las expertas consultadas por Artículo14 advierten de que los cuidados siguen lastrando la carrera profesional de las mujeres, quienes son capaces de renunciar a mejores empleos para facilitar la conciliación.

Otro elemento a tener en cuenta es el desajuste entre la formación académica y las necesidades del mercado laboral, lo que refleja “un doble sesgo de desigualdad” para las mujeres, que tienen menor acceso a puestos bien remunerados y baja representación en campos técnicos como las materias STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas), según explica Begoña García Gil, doctora y profesora del área de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social en la Universidad Rey Juan Carlos (URJC).

En detalle

En la Unión Europea, la tasa media de sobrecualificación en el empleo femenino se sitúa en el 22 %, según los últimos datos publicados por Eurostat. De esta forma, en 21 países de la UE, la tasa de sobrecualificación fue mayor para las mujeres que para los hombres. Los otros tres países en una situación similar, con una tasa superior al 30 %, son Grecia, Turquía y Chipre. Entre estos países, las mayores diferencias entre mujeres y hombres se registraron en Italia, Eslovaquia y Malta, donde las tasas de sobrecualificación femenina fueron 7,7, 6,4 y 5,3 puntos porcentuales superiores a las de los hombres, respectivamente. En seis países de la UE, la situación fue la contraria, con tasas de sobrecualificación más altas para los hombres que para las mujeres.

La diferencia de sobrecualificación -14 puntos porcentuales- de las españolas en relación con la media de la Unión Europea constata el problema del mercado laboral español. En el polo opuesto, Luxemburgo se sitúa en el 5 %, siendo el único país por debajo de los dos dígitos. Aunque son las mujeres quienes más padecen este desajuste en España, esta situación afecta al conjunto del mercado de trabajo nacional. En el caso de los hombres, la tasa se sitúa en el 34 %, frente al 20,7 % de la Unión Europea. Se trata de un problema arraigado, pues en los últimos diez años apenas ha habido avances en este sentido. En 2015, la sobrecualificación afectaba al 38 % de las mujeres y al 36,2 % de los hombres en España.

Las causas en femenino

“Las mujeres somos conscientes de que tenemos que demostrar muchas más cosas para poder trabajar. Este es uno de los motivos por los que nos esforzamos tanto en cualificarnos”, explica Carolina Vidal, secretaria de Igualdad y Condiciones de Trabajo de CCOO. “También muestra que las mujeres seguimos estando en trabajos precarios y que, en las categorías profesionales más altas, nosotras no estamos. Entre otras cosas, porque la responsabilidad que asumimos sobre los cuidados familiares nos obstaculiza mucho la carrera profesional”, añade. Por ejemplo, en un entorno como el actual, que requiere formación continua, las mujeres tienen mucha mayor dificultad para formarse fuera del horario de trabajo.

Otro elemento es que las mujeres se orientan mayoritariamente hacia titulaciones universitarias o de grado medio en Formación Profesional relacionadas con lo social, que tienen una remuneración inferior a su equivalente en el ámbito técnico. “Un grado medio de electricidad tiene el mismo nivel de cualificación que un grado medio de dependencia. Podemos suponer claramente quién está cobrando más”, señala Vidal.

Desajuste con el mercado

Para Montserrat Gomendio, miembro de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, exsecretaria de Estado de Educación, Formación Profesional y Universidades, y exdirectora adjunta de la Dirección de Educación de la OCDE, “la sobrecualificación es la consecuencia de que los titulados universitarios aceptan trabajos que no requieren esa titulación, pero no tienen un nivel de conocimientos y competencias superior al que el trabajo demanda”.

En su opinión -y así lo puso de manifiesto en unas jornadas específicas organizadas por Fedea y el Consejo General de Economistas-, el bajo nivel competencial está asociado a la baja calidad del sistema educativo (según las estimaciones de la OCDE, un universitario español tiene un nivel competencial similar al de un estudiante de secundaria de ciertos países) y al hecho de que muchos alumnos estudian grados que la economía no demanda.

Medidas correctoras

El primer paso para corregir el problema con carácter general pasa por ajustar las titulaciones a las necesidades del mercado laboral, algo que requiere una colaboración más estrecha entre la universidad y la empresa. “El sistema educativo en España se centra en inputs (financiación y número de alumnos) y no en outputs (nivel de conocimientos adquiridos por los estudiantes). Esto ha conducido a que España haya conseguido el récord en Europa en relación con el número de alumnos en las etapas no obligatorias (infantil y tasa de acceso a la universidad), pero las comparativas internacionales ponen de manifiesto que los niveles de calidad en primaria (PIRLS y TIMSS), secundaria (PISA) y universidad (PIAAC) son bajos”, advirtió Gomendio.

En el caso de las mujeres, Begoña García Gil apuesta por incentivar medidas de empleo destinadas a sectores y puestos de trabajo masculinizados, especialmente en el ámbito STEM, que es donde están las mayores oportunidades. A su vez, hay que apostar por medidas que mejoren la conciliación y la corresponsabilidad, como el acceso a guarderías, permisos de nacimiento iguales e intransferibles o flexibilidad horaria.

Papel de las empresas

Para García Gil, en el ámbito de la empresa, deben revisarse los procesos de selección y promoción, realizar auditorías de género y formación en sesgos inconscientes, fomentar los planes de igualdad reales, con objetivos medibles y seguimiento, así como programas de promoción interna específicos para mujeres cualificadas. Otra fórmula es un mayor apoyo al emprendimiento femenino.

“El problema es que las mujeres buscan trabajos más flexibles a sus necesidades, dejando de lado su formación en favor de trabajos que se adapten a las responsabilidades familiares”, recuerda. Ese es el círculo que hay que romper. Porque el problema de la sobrecualificación no solo refleja una pérdida de talento femenino: revela también una ineficiencia estructural del mercado laboral que sigue sin resolverse.