Marielys hace tres años que ya no trabaja como rider. Pero no tiene un recuerdo negativo de su paso como repartidora de comida a domicilio. Eran pocas mujeres pero se defendían bien en un mundo donde imperan los hombres. Durante su etapa, era falsa autónoma. Ahora apenas quedan repartidores con esa condición y menos desde que Glovo ha anunciado que para el año que viene, 2025, convertirá a toda la plantilla en contratados. Son 15.000 riders en total con un impacto de 100 millones de euros para las cuentas de la empresa.
Glovo ha tardado en dar el paso. Desde 2021, que el Gobierno aprobó la Ley Rider, ya era obligatorio hacer esta transición, de hecho ha recibido multas millonarias, inspecciones de trabajo, y no parecía que fueran suficientes para que la empresa se sometiera a la ley. Ahora, con el CEO, Oscar Pierre acudiendo a los tribunales, la empresa ha hecho un giro radical y ha anunciado la reconversión de todos los falsos autónomos. Pierre ha defendido en Barcelona ante la justicia su modelo de reparto y ha dicho que siempre ha actuado en el marco de la legalidad.
“El cambio de modelo incluirá la totalidad de ciudades en las que Glovo está disponible, que actualmente superan las 900, y se aplicará a todas las verticales de la aplicación. El nuevo modelo mantendrá en todo momento la experiencia de usuario y de los restaurantes y establecimientos que colaboran con la aplicación en todo el país”, explica Glovo en un comunicado.
No hay cifras sobre cuántas mujeres repartidoras hay en España pero solo hay que echar un vistazo por la calle para darse cuenta de que son pocas, casi una excepción. Según Fernando García, delegado de Glovo UGT, el sistema de algoritmo que maneja la empresa es muy hostil con las mujeres y las aparta de esta clase de empleos, que no tengan contrato y no estén bajo el paraguas de la empresa las hace más vulnerables si cabe.
“El sistema permite la valoración de los clientes, de los restaurantes y la propia plataforma. Y esos clientes pueden ser buenas personas pero también ser borrachos, acosadores, machistas, racistas y tienen un poder sobre ti porque te valoran. Y esa valoración negativa se convierte en penalización. Te dejan de entrar pedidos, te suspenden un día, tres días o tres semanas y esto a las mujeres les pasa mucho. Pueden recibir acoso, ¿por qué no sonríes? Mira que te pongo una carita triste… un acosador sexual descubre rápidamente el poder que tiene sobre una trabajadora precaria. En este caso la empresa no te ayuda, al contrario, te penaliza y eso genera cascadas de acoso sexual de compañeras que van a las casas y por eso hay pocas repartidoras, porque están hartas. Y eso es porque no tienen nómina, no tienen contrato… la primera vez no te das cuenta pero cuando llevas mil pedidos y te han tocado el culo en varias ocasiones, expulsa a las mujeres del sistema”, explica Fernando.
Otro problema del algoritmo es que te saca de ruta si pasas mucho tiempo fuera de servicio para buscar, por ejemplo, un baño. Las mujeres no tienen tanta facilidad como los hombres para hacerlo de forma rápida y el algoritmo las penaliza, “solo ve que te desconectas más de cinco minutos y te puedes pegar después horas sin pedidos. Los hombres pueden ir al baño muy rápido pero las mujeres no. Esto es un sesgo de género implícito en el algoritmo. La conclusión de estas situaciones es que apenas hay mujeres repartidoras. También hay miedo porque la empresa te desconecta, es decir, te despide. Yo porque soy delegado sindical y no me pueden echar pero te pueden cerrar la cuenta, muchos son migrantes sin permiso de trabajo…”
Esta es otra razón por la que, en ocasiones, los propios repartidores están en contra de la regularización de su situación laboral. Y prefieren ganar más dinero aunque no estén protegidos por miedo a que el cambio suponga cobrar el Salario Mínimo Interprofesional.
Ahora habrá que ver en qué condiciones Glovo contrata a sus antiguos repartidores autónomos. El cambio se va a aplicar además en todas las ciudades donde opera la empresa, que son más de 900. Según asegura la compañía, están preparados para “mantener los tiempos de entrega y la disponibilidad de los repartidores en cualquier momento del día”.
Pero todos estos años trabajando en contra de la ley le ha costado enemistades con otras empresas del sector. Por ejemplo, Just Eat ha demandado a Glovo por competencia desleal. Estima que se ha ahorrado más de 645 millones de euros contratando a autónomos en los últimos años y eso le ha permitido tener una ventaja competitiva.
Si hay un cliente que te acosa y tiene el poder de que la empresa te penalice, entonces esa mujer repartidora está en una situación laboral difícil de gestionar. Si tiene un contrato, al menos en principio, el algoritmo no podrá penalizarla y el cliente perderá ese poder. Quizás a partir del 2025 nos encontremos más mujeres rider repartiendo comida a domicilio por la ciudad.