Muchas mujeres que migran a España se convierten en el sostén económico de la familia que han dejado atrás. De todas las remesas de dinero que se envían a otros países, el 55% lo hacen mujeres, como la argentina Johanna Sereboves, que trabaja en el sector de la hostelería en Madrid y manda entre 100 y 300 euros a sus padres todos los meses, que están jubilados, para cubrir los gastos básicos.
“Es cierto que muchas veces las mujeres llevamos ese rol de sostén, especialmente cuando la familia depende de nosotras desde lejos. Creo que mantener ese vínculo es importante, no solo desde lo económico, sino emocionalmente también. Por supuesto, cada persona vive su realidad, pero para mí, ayudar a mi familia siempre fue parte de mi plan al emigrar”, explica Sereboves.
Ahora en Navidad, todavía intenta enviar algo más. No solo para sus padres sino también si lo necesita alguno de sus hermanos en un momento en el que los ciudadanos de Argentina tienen una inflación galopante y un índice de pobreza que alcanza al 53% de la población. Su dinero es más que bienvenido. “En Navidad siempre trato de mandar un poquito más. Es una forma de que puedan comprar regalos o disfrutar de una buena cena en familia. Aunque no pueda estar físicamente con ellos, para mi es importante que sepan que contribuyo para que pasen un momento especial, eso me hace sentir más cerca. En Argentina las cosas están muy complicadas, y de alguna manera mi aporte les da un poco de tranquilidad. En algunas ocasiones, hemos juntado dinero entre varios familiares para algún objetivo puntual, como ayudar en las reparaciones de la casa familiar o cubrir una emergencia médica”.
En 2022, las remesas enviadas desde España alcanzaron un máximo histórico de más de 10.100 millones de euros, lo que supone un aumento del 11,4% respecto al año anterior, según datos del Banco de España. Suman más de medio billón de euros al año, cinco veces más que hace dos años.
En el caso de las remesas globales, alcanzaron en 2023 los 656.000 millones de dólares. Un negocio importante que han sabido aprovechar empresas como Retorna, que facilita las remesas para los latinos en Chile, Colombia, Perú y ahora, Europa. Han desarrollado una aplicación que permite enviar dinero desde más de treinta países de la Unión Europea a Latinoamérica y Estados Unidos. Y su co-CEO es una mujer, Atilana Piñón. “Estados Unidos y Europa cuentan con una creciente población latina migrante que proviene de países como Colombia, Perú, Venezuela, Argentina y Chile. Son personas que necesitan administrar y enviar dinero a sus países de origen de forma eficiente y con tarifas competitivas”, explica la cofundadora de Retorna. “Con nuestra plataforma, buscamos transformar la experiencia del envío de remesas, haciéndola más accesible y competitiva”.
La compañía cobra una comisión por transacción que depende del destino y del cliente y garantizan la seguridad de que ese dinero llegará a las familias. Ese era el principal miedo de Johanna cuando empezó a mandar parte de su sueldo. “Al principio me daba miedo por las historias que escuchaba sobre dinero perdido o demoras pero ahora estoy ya tranquila”.
Melissa Jiménez Vargas proviene de República Dominicana. Trabaja como peluquera en España desde que llegó hace dos décadas, en el año 2000. “Yo mando diferentes cantidades. He llegado a enviar desde 50 euros por mes hasta 500 euros, dependiendo de las necesidades de mi familia o mi situación en España. Incluso también me ha pasado de solicitar ayuda a algunos amigos aquí en Madrid”. Ha sacrificado su propio bienestar en España para que a los suyos no les faltara de nada. “Suelo enviar dinero para ayudar en los gastos diarios y para alimentos a familiares y aún no he podido comprarme nada aquí a pesar del tiempo que llevo trabajado en España”.
Coincide con Johanna en que es la mujer migrante la que sostiene a la familia. “Es un deber para nosotras ayudar económicamente a nuestros familiares. Se puede dar el caso de personas que no ayuden, que no colaboren, pero creo que debe ser el 1% de los que estamos aquí. Porque no nos olvidamos de ayudar a los que nos quieren”. Y en Navidad, el esfuerzo se multiplica. “Sobre todo para que puedan hacer la cena de Navidad o para los regalos de los más pequeños. Aunque es cierto que en estos últimos años después de la pandemia envío cada día menos”.
Desde la lejanía, demuestran su incondicionalidad con los suyos. Con un esfuerzo financiero que prevalece frente a su propio bienestar en España. Ellas saben que son el soporte de sus familias y no fallan.