Las monjas cotizan como autónomas

Hay un porcentaje muy elevado de religiosas desprotegidas cuando cumplen los 65 años si no se encargaran de ellas sus congregaciones

Monjas
Monjas del convento de la Santísima Trinidad de Arlington KiloyCuarto

Cuando una mujer se convierte en monja promete los votos de pobreza, obediencia y castidad. ¿Significa que no tiene derecho a un sueldo o a la jubilación? La Administración sí contempla a los religiosos y religiosas como trabajadores por cuenta ajena, como si fueran autónomas desde hace algo más de cuarenta años. El 21 de enero de 1982, entró en vigor el Real Decreto por el que se incorporan al Régimen Especial de Trabajadores Autónomos, el RETA, siempre que cumplan los siguientes requisitos: ser mayor de edad, miembros de monasterios, órdenes, congregaciones, Institutos y Sociedades de Vida Común, de derecho pontificio, inscritos en el Registro de Entidades Religiosas del Ministerio de Justicia.

Según datos de la Conferencia Episcopal Española, hay 33.000 personas en nuestro país inscritos como religiosos de la Iglesia Católica. Pero según datos de UATAE, La Unión de Asociaciones de Trabajadores Autónomos y Emprendedores, solo hay 10.000 que cotizan por el RETA, lo que significa que un tercio tendrá derecho a obtener una jubilación, aunque sea con la pensión mínima. Pero según estos datos, hay un porcentaje muy elevado de religiosos desprotegidos cuando cumplen los 65 años si no se encargaran de ellos sus congregaciones.

Según Antonio García, secretario general técnico de UATAE, “las monjas se encuentran integradas en el colectivo de religiosos del RETA, Régimen Especial de Trabajadores Autónomos, pero eso no significa que sean autónomas, porque no lo son, no realizan una actividad por cuenta propia pero había que encuadrarlas en algún régimen de la Seguridad Social y se decidió encuadrarlas aquí porque es más sencillo. Lo que no se les aplica es la nueva reforma del RETA, no tienen que cotizar según sus ingresos reales sino que se mantienen en el sistema anterior, en una base mínima y máxima, ellas eligen la base y en función de eso cotizan. La realidad es que la mayoría cotiza por la mínima o muy cercana a la mínima”.

Al poder elegir, como sucedía con más del 80% de los autónomos cuando también podían elegir, cotizan lo menos posible. Tiene la ventaja de no pagar mucho cada mes pero la desventaja de jubilarse con una pensión muy pequeña. Con el voto de pobreza, son muchas las que no gestionan directamente su jubilación, son las congregaciones las que se encargan de todo y las que se hacen cargo de ellas cuando se hacen mayores. “Hay 10.000 religiosos en el RETA pero parece que son menos de los religiosos que realmente hay en España lo que nos lleva a pensar que no todos cotizan a la seguridad social y también se da la circunstancia que hay religiosas que sí realizan un trabajo como asalariados por ejemplo, una monja que tenga una panadería sí sería autónoma como cualquier otra persona o si es contratada, como por ejemplo una profesora de religión, sería asalariada y estaría encuadrada en el régimen general”, explica Antonio García.

Respecto a la jubilación, si la mayoría cotiza por la base mínima recibiría una pensión de en torno a los 825 euros mensuales. “Se incorporan al régimen especial de la seguridad social como autónomas siempre que residan y desarrollen su actividad en España y para la comunidad religiosa a la que pertenezcan. Quedan excluidas las que realizan una actividad profesional diferente, como maestros, profesoras o médicas. Con el voto de pobreza, por el que no deberían tener cuentas corrientes, son las congregaciones las que se encargan de gestionar altas, inscripción, etc…”, cuanta Carlos Cruzado, técnico de Hacienda de Gestha.

Porque si son profesoras en un colegio, entonces cobran como cualquier otro maestro. Lo mismo sucede si, por ejemplo, trabajan como enfermeras en un centro sanitario. La diferencia reside en si se dedican a ser exclusivamente religiosas.

Hay una Tiktoker con más de 42.000 seguidores, Sor Marta, que no tiene tapujos a la hora de hablar en las redes sociales de la situación financiera de las monjas.

Ella es una monja benedictina del monasterio de Santa Cruz de Sahagún, en León, que se ha hecho famosa en internet como ‘la monja influencer’. En uno de sus vídeos explica que los sacerdotes sí tienen un sueldo que les paga el Obispado “encargado de su espiritualidad, de que esté bien y también de que pueda vivir” pero que las monjas y monjes son autónomos y no reciben dinero de ninguna entidad. “No recibimos sueldo de ningún sitio. Ni del Estado, ni de la X de la Iglesia, ni del Obispado ni de nada”. Los ingresos que recibe su monasterio por ejemplo provienen de las ventas de dulces, de su museo y de la cosmética. Mujeres que trabajan de forma silenciosa, que han elegido ese voto de pobreza pero que el Estado las reconoce como autónomas para que puedan disponer de una pensión en la vejez.