Reportaje

Las funcionarias son más pero cobran menos

Hay 1.047.700 empleados públicos en situación de temporalidad de los cuáles el 66% son mujeres, es decir, ellas copan los puestos más precarios

Dos funcionarios de la misma categoría. Él es conductor de un camión de la basura. Ella, auxiliar de ayuda a domicilio. El hombre cobra 2.376 euros brutos al mes y la mujer el salario mínimo interprofesional, 1.134 euros. Hay más de 1.000 euros de diferencia entre ambos y es un ejemplo de la brecha salarial que existe en la Administración Pública donde las profesiones más masculinizadas están mejor pagadas.

Y aunque cada vez hay más mujeres funcionarias, ya casi suponen el 60% del total de trabajadores públicos, las mujeres cobran de media un 8% menos. Si el sueldo base es el mismo para todos, independientemente del género, ¿qué es lo que está fallando? Los hombres copan los puestos de mayor cualificación, promocionan más porque concilian menos y copan los puestos tradicionalmente masculinos y mejor remunerados.

Luz Martínez es secretaria de Mujer y Políticas Sociales de los servicios públicos de UGT. “Cada vez hay más mujeres, es un empleo seguro y estable y además la entrada a la administración pública de primeras parece que no es sesgada. Te preparas unos exámenes y el resultado es objetivo. Pero si profundizas, te das cuentea de que en los ámbitos más masculinizados, las condiciones de trabajo son mejores mientras que en el caso de profesiones más feminizadas, los complementos por ejemplo no existen y la remuneración es inferior. Las mujeres perpetuamos aquellos espacios en los que tradicionalmente se nos ha relacionado”.

En el sector de la educación, podemos ver que hay más mujeres que hombres. En la base de la pirámide, donde están los sueldos más bajos, el 98% son mujeres, profesoras de educación infantil y cobran de media entre 1.500 y 2.000 euros mensuales brutos al mes. En la cúspide de esa pirámide los mejores pagados, pero las catedráticas y rectoras no superan el 25% del total con unos sueldos que rondan los 5.000 euros brutos al mes.

En Sanidad sucede algo parecido. La brecha salarial en este ámbito es del 23%. “Casualmente las mujeres están agrupadas en los puestos que permiten la conciliación, en aquellos departamentos que no tienen que dedicarle tantas horas, donde no hay un plus de investigación o requieren de una dedicación total. El sueldo base es objetivo pero hay complementos de disponibilidad, de destino, de formación, viajes, a los que las mujeres no optan y que inciden en la brecha salarial”, explica Luz Martínez.

También hay una menor valoración del trabajo de la mujer que se perpetúa históricamente. “¿Quién ha decidido que cuidar a una persona en una residencia de ancianos vale menos que llevar el camión de la basura? Pues es lo que sucede en la práctica. Las mujeres que habitualmente se encargan del cuidado de los mayores en las residencias cobran el salario mínimo interprofesional. Se ha interiorizado que el trabajo de las mujeres tiene menos valor y es difícil hacer cambiar esa conciencia”, cuenta Luz.

Otra problemática a la que hacen frente las mujeres es la temporalidad. Hay 1.047.700 empleados públicos en situación de temporalidad de los cuáles el 66% son mujeres, es decir, ellas copan los puestos más precarios.

Según Eva Fernández Urbón, secretaria nacional de Igualdad y Responsabilidad Social del CSIF, “sucede porque hay mujeres con hijos que no tienen tiempo para estudiar una oposición. Sucede lo mismo con la parcialidad, y de nuevo tiene que ver el cuidado de los familiares, sacrificamos el trabajo por la falta de conciliación y corresponsabilidad. Lo vemos constantemente cuando hacemos encuestas, que han accedido a un puesto que no es a tiempo completo para compaginar con su vida. Porque en la administración no hay muchas medidas de conciliación que no suponga la pérdida de salario. Tienes una plaza fija, un sueldo fijo pero no es la panacea”.

Según los sindicatos, habría que volver a evaluar los criterios para decidir por qué se paga más por un trabajo que otro, que en algunos casos llevan sin revisar décadas. “Hay que volver a valorar esos puestos de trabajo y ver qué se exige en cada puesto y qué valor ofrece a la organización porque si hacen las mismas horas y tienen la misma categoría, deberían cobrar lo mismo”. Pero también modificar requisitos que excluyen a las mujeres y que son obligatorios para alcanzar ciertos puestos de relevancia como las estancias fuera de España para convertirte en catedrática, “ellas no las hacen porque tienen hijos y es algo que a un hombre no le va a pasar. Son requisitos incompatibles con el hecho de ser madre. Y esto es grave”. Hacer un esfuerzo para cambiar lo que lleva siglos instalado como una normalidad y que no permiten la igualdad en el empleo.

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