El debate de la semana laboral de cuatro días vuelve a resurgir en España. Esta vez de la mano del presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, quien al hilo de su nueva Ley de Conciliación se mostró abierto a estudiarla con los agentes sociales. La reducción del tiempo de trabajo por esta vía se está analizando en diferentes países, entre ellos Portugal, cuya idiosincrasia empresarial y social es semejante a España. Los resultados del proyecto piloto desarrollado en el país vecino tienen una conclusión clara: las mujeres son las más proclives a esta medida. Y no solo las trabajadoras, también las directivas.
A diferencia de España, donde es el Gobierno quién está subvencionando un proyecto piloto en el sector industrial en el que participan cinco empresas, en Portugal la iniciativa se desarrolló sin apoyo público en 41 empresas durante 2023. El 85% de las participantes tenía menos de 40 trabajadores y prácticamente en su totalidad operaban en el sector servicios. El perfil de su trabajador correspondía con el de una mujer (67% de sus plantillas) de menos de 40 años (55% del total) y con estudios universitarios (79%).
Un primer dato llama la atención: el 56% de las empresas participantes estaban dirigidas por una mujer, cuando de media el talento femenino en posiciones directivas en el mercado luso no llega al 27%. “Esta sobrerrepresentación de las empresas lideradas por una mujer es significativa, pues es el reflejo de que ellas valoran más el tiempo, como así quedó demostrado en los resultados”, explica a Artículo14, Pedro Gomes, profesor de Economía en Birkbeck, Universidad de Londres, coordinador del proyecto piloto de la semana de cuatro días del gobierno portugués en 2023 y autor de ¡Por Fin es Jueves!.
Beneficios
Desde una perspectiva de género, Gomes destaca el impacto en la conciliación. Previamente a la implementación de los 4 días de jornada laboral, la mitad de las trabajadores reconocía problemas para conciliar, porcentaje que se redujo al 16%. Se percibió además una mejora de la salud mental (menos fatiga) y una disminución en la frecuencia de problemas para concentrarse en el trabajo debido a las responsabilidades familiares.
Cuando se planteó cómo valorarían en porcentaje sobre su sueldo la reducción del 12% de las horas trabajadas, las mujeres lo cuantificaron en un 30% de su retribución, mientras que los hombres lo cifraron en un 20%. “Las mujeres tienen más aprecio de su tiempo. Los estudios confirman que después de la jornada profesional, ellas tienen otras dos o tres horas adicionales de tareas domésticas, un tiempo de trabajo que no está remunerado y que hace que valoren más el tiempo libre que los hombres”, explica Gomes.
¿Qué hace falta para implementar la jornada semanal de cuatro días? El profesor aclara que esta medida implica una reducción del tiempo de trabajo -no es trabajar más durante el resto de días laborales- que equivale a 32 horas semanales si se aplica de forma permanente y a 36 horas, si se alterna por ejemplo cada dos semanas. “La diferencia con la reducción de jornada a 37,5 o 35 horas es que esta modificación no implica un cambio en la organización del trabajo; mientras que la jornada de 4 días semanales conlleva una nueva forma de trabajar“, incide Gomes.
El coordinador del plan piloto en Portugal admite que es lógica la preocupación de las empresas, especialmente si equiparan esta reducción a tener que contratar un 25% más de trabajadores. De ahí, la importancia de que se entienda que la clave del éxito es la reorganización interna. “Una de las consecuencias de la reducción de jornada semanal a 4 días es su capacidad de atracción del talento, pues una medida muy valorada por los trabajadores, así como un menor absentismo”, puntualiza.
Resultados
Los resultados en Portugal reflejan que su implementación no supuso un incremento de los costes: para la mayoría de las empresas tuvo unos costes mínimos y solo una guardería necesitó un aumento del 4,5% en su fuerza laboral (se contrató una persona más). Los datos económicos también fueron positivos, los beneficios y la facturación crecieron un 12% y un 14%, respectivamente.
"Lo importante con esta medida es experimentar, hay mucha reticencia de las empresas a probar", explica Pedro Gomes, que equipara este cambio con el que se vivió en Estados Unidos cuando en septiembre de 1926 Henri Ford apostó por reducir el tiempo de trabajo de seis a cinco días semanales de 40 horas, manteniendo los sueldos y la productividad, o con la implementación del teletrabajo, hasta que una circunstancia inesperada como la pandemia aceleró su desarrollo.
El experto no vislumbra su aplicación inmediata. En el momento actual cree que lo importante es contar con pruebas y, en este sentido, será fundamental el papel de los sindicatos para empujarlo en las grandes empresas donde todo lleva más tiempo. "El momento del cambio legislativo vendrá en el futuro, pero aún es muy pronto", admite, al tiempo que recuerda que la reducción de la jornada a semanal a 4 días puede testarse de muchas maneras. Por ejemplo, días alternos entre los empleados o iniciándose paulatinamente alternando semanas regulares con esta nueva modalidad.
Pero si los resultados en los diferentes proyectos pilotos en todo el mundo tienen las mismas consecuencias que en Portugal, donde el 81% de las empresas participantes mantuvieron la semana de 4 días a la finalización del test, la semana laboral más corta estará más cerca de ser una realidad.