El sector de la pesca sufre un revés importante: el relevo generacional se agrava, especialmente, entre las mujeres. Actualmente, seis de cada diez mujeres que trabajan en el ámbito pesquero tienen más de 45 años, frente al 55% de hace una década. La incorporación de las mujeres en la pesca se ve limitada por las dificultades para conciliar, el acceso a puestos de liderazgo, la obtenención de prestaciones por desempleo o la limitación del reconocimiento de enfermedades profesionales.
Según los datos de afiliación de la Seguridad Social al cierre de 2024, 1.098 mujeres entre 45 y 49 años trabajan por cuenta ajena, frente a 589 de la franja de los 25 y 29 años. En cambio, hace una década, las mujeres de 45 a 49 años sumaban 489 trabajadoras, mientras que las de 25 y 29 años alcazan 354. En solo diez años, la brecha generacional se ha duplicado y las perspectivas no son buenas.
Ellas nunca van a bordo
El papel tradicional de las mujeres en el sector pesquero se ha limitado a las actividades indirectas, como la comercialización del producto, la industria transformadora o el suministro de embarcaciones. Tradicionalmente, no han podido formar parte de la vida a bordo o en la extracción debido a la dureza de ciertas actividades o la lejanía de los caladeros, a miles de kilómetros de los hogares. Esto ha provocado que su papel siempre haya quedado infravalorado dentro del sector.
Sin embargo, no todo son malas noticias: hoy existen mayores herramientas para la conciliación, gracias a la mejora de las comunicaciones, y hay un mayor reconocimiento del oficio ejercido por las mujeres en la pesca.

Imagen ofrecida por la asociación Amarcarril
Estas son algunas de las conclusiones del informe UPTA-AGTAMAR ‘Las cofradías y la mujer autónoma del sector del mar’. El documento busca visibilizar la labor de las mujeres en las actividades pesqueras y reflejar las necesidades actuales de las plantillas en el ámbito laboral y representativo. A pesar del papel relevante de las trabajadoras en actividades como el marisqueo, la manipulacion del pescado (empacadoras) o la industria de la transformación, sus derechos laborales no se han abordado suficientemente.
Hay avances en la integración de las mujeres
El reconocimiento como actividad profesional, la falta de conciliación, la jubilación o la enfermedad profesional son desafíos pendientes que dificultan que la incorporación de la mujer sea en términos igualitarios. En este sentido, la legislación cuenta con el II Plan de Igualdad de Género en el Sector Pesquero y Acuícula (2021-2027), basado en tres ejes: la incorporación de las mujeres al sector, la mejora de sus condiciones laborales como profesionales del mar y el impulso de la igualdad entre hombres y mujeres.
En este objetivo juegan un importante rol las asociaciones representativas de mujeres del sector a nivel nacional, autonómico y local como Amarcarril (Asociación de Mariscadoras de Carril), Anmupesca (Asociación Nacional de Mujeres de la Pesca), La Red Española de Mujeres en el Sector Pesquero o el Observatorio de Igualdad del sector pesquero. La incorporación de la mujer en los órganos de representación ha sido muy reciente. Las mujeres han comenzado a ocupar espacios en la toma de decisión en las Cofradías y Federaciones, pero estos organismos aún adolecen de falta de representación femenina en ellos: “El liderazgo femenino en el ámbito de estos organismos es significativamente inferior al de otros órganos del sector marítimo-pesquero y el número de Patronas Mayores o presidentas de Federaciones apenas llega a seis mujeres en todo el territorio español“.
Afiliaciones y empleabilidad
Las mujeres forman recientemente parte del Régimen Especial de Trabajadores del Mar (REM), “el único Régimen del Sistema de la Seguridad Social donde coexisten personas trabajadoras por cuenta ajena y por cuenta propia o autónomas”, según la definición del Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones. Los datos del estudio UPTA-AGTAMAR reflejan una notable brecha de género en la afiliación. El número de hombres afiliados por cuenta ajena al REM supera los 40.000, frente a menos de 6.500 mujeres. Respecto a los hombres afiliados por cuenta propia, son alrededor de 9.000 a diferencia de las 3.500 mujeres.
La brecha de género es muy llamativa a la hora de acceder a trabajos físicos, como la pesca extractiva o el trabajo a bordo de embarcaciones). En cambio, las mujeres se concentran, sobre todo, en actividades de marisqueo a pie, reparación de redes, cultivo horizontal y de batea.

Foto ofrecida por la asociación Amarcarril
Grandes plantillas en el marisqueo
El II Plan de Igualdad 2021-2027 muestra que el marisqueo, en especial el marisqueo a pie, es una actividad de gran relevancia dentro del sector, que representa casi el 63% del empleo. En la industria auxiliar de la pesca, la presencia femenina en la elaboración y reparación de redes es el 84% del empleo. La actividad donde la tasa de ocupación es llamativamente baja es la pesca marítima, con poco más de un 5% de mujeres.
Sin embargo, la mayoría de mujeres deben trabajar por cuenta propia como autónomas, a diferencia de los hombres, que suelen estar empleados en las embarcaciones. Según el informe, el autoempleo “carece de un proyecto empresarial con capacidad de desarrollo, y sitúa a la mujer en una posición más vulnerable que la de los hombres que prestan servicios en este sector, que se encuentran respaldados por una legislación sociolaboral“.
Problemas de relevo generacional
Una de las cuestiones que sufre el sector es la falta de relevo generacional, que supone que las plantillas no cuenten con el personal suficiente. Respecto a los 40.556 de hombres afiliados al REM por cuenta ajena, 8.108 afiliados comprenden la edad entre los 16 a los 34 años. En el caso de las mujeres, de las 6197 afiliadas por cuenta ajena, 1160 comprenden en la misma franja de edad. En el caso de la afiliación por cuenta propia, de los 8.789 hombres solo están afiliados en la misma franja de edad 960 y, en el caso de las mujeres de las 3.514 lo ocupan 175 entre los 16 a los 34 años.
La conclusión es clara: el futuro de la pesca depende de que el relevo generacional sea una prioridad y de que las mujeres accedan en igualdad de condiciones a un sector que aún enfrenta grandes retos.