Hoy se celebra el Día Internacional de la Seguridad y la Salud en el Trabajo. Una jornada importante para visibilizar que todavía hay muchos trabajadores que mueren mientras desarrollan su actividad profesional, que hay accidentes y enfermedades relacionadas con el empleo que se podrían reducir con compromiso y recursos y que la mujer también sufre enfermedades en el trabajo que deben identificarse como tales.
El año pasado, 721 personas perdieron la vida en estas circunstancias, el 94% de ellas hombres. Sobre todo en el sector de la construcción, seguido por la industria, los servicios y el sector agrario. Pero eso no significa que las mujeres no estén afectadas por los accidentes laborales, sino que lo hacen con unas características diferentes.
Por ejemplo, el 54% de los accidentes in itinere, es decir, de camino al trabajo o de vuelta a casa, los han sufrido mujeres. A pesar de suponer un porcentaje de población ocupada menor, son mayoría en este tipo de accidentes laborales y están aumentando considerablemente desde el año 2009.
El estrés de las mujeres
Según Mariano Sanz Lubeiro, secretario confederal de Salud Laboral y Sostenibilidad Medioambiental de CCOO, “los accidentes in itinere en mujeres no son puntuales sino que vemos que, desde que se está abandonando el teletrabajo tras la pandemia, ellas están sufriendo cada vez más accidentes de camino al trabajo o de vuelta a casa. Por varios factores. Las mujeres que están al cuidado de familiares, están más estresadas y esto condiciona sus facultades a la hora de conducir. También en el caso del empleo temporal, muy ligado a la mujer, lo que les supone mayor movilidad porque suelen encadenar varios trabajos temporales consecutivos. Sin embargo, y a pesar de que tienen más accidentes, solo suponen el 6% de los accidentes mortales, por lo que podríamos percibir que son más prudentes”.
En la consultora KPMG trabajan 5.600 profesionales, el 46% son mujeres, y ya han realizado una formación específica en prevención de riesgos laborales con perspectiva de género. “KPMG dispone de un sistema de gestión certificado en ISO 45001, en el que se establecen distintas medidas en función de la especialidad preventiva. Respecto a medidas específicas para las mujeres indicar que las mujeres en situación de embarazo son consideradas un colectivo especialmente sensible”, explica Óscar Aldeanueva, responsable de Seguridad, Salud y Bienestar de KPMG en España.
Hay medidas que pueden parecer meramente protocolarias en la empresa y sin embargo pueden salvar vidas, como los reconocimientos médicos. “En la analítica del reconocimiento médico las mujeres pueden solicitar como parámetros adicionales la Ferritina, TSH o T4 Total. Los reconocimientos médicos están asociados a los riesgos del puesto de trabajo, y hay que empezar a segmentar la lectura de resultados por género, y en algunas ocasiones perfilar las pruebas diagnósticas si fuera necesario. Las campañas de promoción de la salud deben ser uno de los elementos clave en las estrategias de bienestar por el retorno que tiene para los profesionales, por el valor añadido social. En esas campañas de promoción de la salud es donde encajan campañas específicas como la ginecológica”, cuenta Aldeanueva.
Juan Carlos Rejano es delegado de Prevención en la empresa ITP Aero desde 1995. Las mutuas, dice, no deberían ser las únicas que declaren si una enfermedad es profesional. Muchas mujeres se quedan fuera de este calificativo.
“Venimos reclamando desde hace años cambios estructurales en el registro para que no sean solo las mutuas las que declaren sino también el Sistema Público. Y qué ocurre en aquellos sectores donde la presencia de la mujer es mayoritaria como cuidado de personas mayores y dependientes, sector de la limpieza, camareras de piso… son trabajos donde se ven enfermedades músculo esqueléticas y no se declaran, terminando en el sistema público. Qué trabajadora no ha pasado por el médico de la mutua, tras acusar una dolencia en el trabajo y este directamente, con apenas una radiografía y sin tener en cuenta el puesto de trabajo, la desvía al sistema público utilizando una frase mágica «esto es degenerativo» sin analizar en profundidad el origen de la enfermedad. Esta falta de reconocimiento, afecta principalmente a la falta de medidas preventivas, y en los casos de Incapacidad Muerte y Supervivencia, a las cuantías económicas necesarias para las víctimas y sus familiares”.
Las dolencias de las mujeres no se tienen en cuenta como enfermedades profesionales y por lo tanto quedan discriminadas a la hora de recibir, por ejemplo, una indemnización.