Se ha cumplido el guion. La Reserva Federal estadounidense (Fed) anunció el 29 de enero que mantiene los tipos de interés en el rango objetivo del 4,25% al 4,5%, tras tres bajadas previas consecutivas. Un día después, el Banco Central Europeo (BCE) confirmó la quinta bajada de tipos (cuarta consecutiva), otros 25 puntos básicos, rebajando el precio del dinero hasta el 2,75%.
La Fed y el BCE separan así sus caminos apenas una semana después de que Christine Lagarde tendiera su mano a Donald Trump. La presidenta del BCE respondió amable y firme a los lamentos del mandatario norteamericano, que se quejó en el Foro de Davos de que Europa maltrata a EEUU. La economista francesa, en el cargo desde 2019, reivindicó la necesidad de respetar las “reglas” del comercio al tiempo que conminó a Trump a trabajar juntos.
Sube el tono
De poco sirvió. Lagarde tuvo que ser más contundente la semana pasada, en una intervención grabada durante un acto en Hungría: “No hay duda de que la independencia real de los bancos centrales está siendo cuestionada en varias partes del mundo”.
Este aviso llegaba apenas horas después de que el propio Trump conminara a la Fed a bajar los tipos. Como no lo hizo, el presidente estadounidense cargó la semana pasada contra la Reserva Federal: “Si la Fed hubiera dedicado menos tiempo a la DEI [programas de diversidad, igualdad e inclusión], la ideología de género, la energía ‘verde’ y el falso cambio climático, la inflación nunca habría sido un problema”.
Divergencia
Que la Fed y el BCE separaran caminos era lo esperado. En la Eurozona la inflación se ha logrado contener hasta un 2,4%. Mientras, el dato de diciembre de EEUU reflejó un repunte del 2,9%, siendo el tercer mes consecutivo en el que se acelera.
El Banco Central Europeo se ha centrado estos años en controlar la inflación, más que en el crecimiento, y por ello son cada vez más voces las que esperan un cambio de enfoque una vez que la institución se acerca a su objetivo. Lagarde y su equipo tendrán que explorar ahora cuáles son esos “tipos neutrales” sobre los que ella misma ya se pronunció en diciembre, y que servirán para comprobar si el suelo de los tipos está por debajo del 2%.
Todo ello, mientras dejan un ojo puesto para ver qué sucede en EEUU y valorar entonces qué decisiones se irán tomando este 2025.
Aranceles
Por su parte, las medidas que pueda implementar en las próximas semanas la nueva Administración Trump han sido un factor que ayuda a explicar la prudencia por la que ha optado el presidente de la Fed, Jerome Powell, al no volver a recortar tipos. Trump, sin ir más lejos, amenazó con imponer aranceles del 25% a Colombia tras un choque diplomático con el Gobierno de Gustavo Petro y avanzó la futura imposición de aranceles a chips y componentes electrónicos de factorías en Taiwán, así como a productos farmacéuticos.
Los aranceles tendrían un efecto inmediato en la economía doméstica estadounidense, impulsando la inflación. Lo estima así la Oficina Presupuestaria del Congreso de EEUU, un órgano apartidista del Poder Legislativo que en un informe de diciembre lanzaba advertencias muy concretas.
Inflación en EEUU
Estos impuestos a la importación “encarecerían los bienes de consumo y los bienes de capital, reduciendo así el poder adquisitivo de los consumidores y las empresas estadounidenses”. Calculaba, por ejemplo, que un arancel general del 10% a la importación en general y del 60% sobre bienes chinos dispararía la inflación en un punto para 2026 aumentando el coste de vida en 1.580 dólares al año para las familias estadounidenses.
No sería extraño que los aranceles de Trump tuviesen respuesta por el resto de países. La Unión Europea por el momento trata de esquivar un conflicto que parece acercarse irremediablemente. China, México y Canadá parecen los primeros países en la diana estadounidense, y febrero podría ser el mes en el que se anuncien las primeras subidas.
Cotización del dólar
El BCE sigue siendo consciente de que la economía europea necesita de más estímulos y de pocos sustos. Nada está firmado en el horizonte. La Comisión presentó el miércoles pasado su Brújula de la competitividad, pero es pronto para conocer cómo se materializarán muchas de sus propuestas y qué alcance concreto tendrán. Lo único objetivable ahora es que el BCE se desacopla de la tendencia que marca la Fed y continúa bajando los tipos mientras esta última los mantiene.
La primera implicación de estas decisiones se podría ver en el mercado de divisas. A principios de año, la cotización del euro frente al dólar cayó a 1,03. En septiembre de 2024, el cruce cotizaba a 1,12. Que el euro siga debilitándose frente al dólar son buenas noticias para exportadores y turistas estadounidenses: se beneficiarán de un tipo de cambio más bajo. Que el euro siga acercándose a la paridad con el dólar, sin embargo, también puede suponer un problema para el consumo. Muchas materias primas están referenciadas con el dólar y esto a la postre puede traducirse en que la gasolina o la energía se encarezcan.
Hipotecas
El euríbor, el índice que marca el precio al que se prestan dinero los bancos en la Eurozona, bajó en todo 2024 al dar por sabidas las caídas en el tipo de interés marcadas por el BCE. Esto repercute directamente en los hipotecados, sobre todo en aquellos con préstamos variables. El hecho de que la BCE se haya desacoplado de las decisiones de la Fed tiene ahora nuevas implicaciones.
La Asufin, Asociación de Usuarios Financieros, no descarta algún repunte del Euríbor en 2025, pero confían en que la bajada continuará, aunque “más pausada y con ciertos escalones”. La volatilidad será norma y los aranceles de Trump también podrían impactar en la Zona Euro, lo que implicará que el BCE revise su política monetaria. Pero parece que esta vez quienes estén pagando una hipoteca podrán respirar con calma. Por ahora.