Ya ha comenzado la cuenta atrás para el cierre definitivo de la central nuclear de Almaraz. La instalación extremeña será, de las cinco que se mantienen operativas en España, la primera que clausure sus dos reactores en los años 2027 y 2028. Pero Almaraz no es solo una fuente de energía. Es el centro económico del municipio y genera alrededor de 4.000 puestos de trabajo, entre directos e indirectos. Con sueldos además muy elevados para la media española, entre los 3.000 euros y los 6.000 euros al mes para los empleados más cualificados. Según la Agrupación de Municipios Afectados por las Centrales Nucleares, su cierre provocará un descenso de la población activa del 36% y una caída del 60% de los ingresos de los ayuntamientos de los municipios afectados.
El apagón de la planta va a conllevar un efecto dominó para el empleo de la zona. Si ya no hay trabajadores que vayan a la planta, tampoco habrá clientes en los bares y restaurantes ni demanda en los comercios. La zona se iría desmantelando poco a poco.
Pese a las quejas, el Gobierno mantiene inquebrantable su calendario de cierre firmado en 2019, que contempla la sustitución progresiva de la energía nuclear por las renovables.
Desde 1981
Almaraz comenzó sus operaciones hace ya cuarenta y tres años, en 1981, y ha sido un símbolo del desarrollo energético en España, al generar una potencia combinada de más de 2.093 megavatios/hora además de ser epicentro de empleo y estabilidad económica con una aportación de unos 100 millones de euros anuales a las arcas del Estado. Cuando cierre, verán afectados empleos de sectores tan variados como el transporte, la hostelería o el mantenimiento.
Pero más allá del debate sobre si es una energía verde, la seguridad de la infraestructura o el peligro de los residuos nucleares, tampoco está clara su rentabilidad. Según datos de la consultora PwC, la presión fiscal se ha incrementado en más de un 70% en los últimos cinco años y los impuestos van a representar más del 40% del total de costes. Además, el Consejo de Seguridad Nuclear exige una serie de inversiones para extender la vida de estas nucleares y eso, cuesta dinero.
La plataforma ‘Sí a Almaraz, Sí al futuro’ asegura que la central nuclear cacereña es el principal motor económico, social y energético de la región y que el cese de su actividad “tendría consecuencias dramáticas para todo el norte de la provincia de Cáceres, por la pérdida de empleo y oportunidades económicas, acelerando el proceso de despoblación que sufre toda Extremadura”.
Aseguran que Almaraz genera el 5% del PIB de Extremadura y los municipios de su área de influencia tienen una renta per cápita un 12% superior al conjunto de la Comunidad gracias a la actividad de la planta. Y que las dos unidades cubren el 7% de la demanda eléctrica anual de España, lo que asegura el suministro estable y competitivo para los hogares y las industrias. “Su continuidad es esencial para evitar la dependencia energética y garantizar la sostenibilidad”, explican los responsables de esta plataforma.
También reconocen que no hay una alternativa económica viable, no existe en Extremadura, aseguran, un proyecto capaz de reemplazar el impacto económico y social de la central. “Decir sí a Almaraz es decir sí al futuro de toda una comarca”.
Los municipios donde están implantadas las nucleares son rurales, pequeños, la mayoría no sobrepasa los 1.500 habitantes. En Almaraz llevan cuarenta años viviendo gracias a la ‘economía nuclear’ y esto ha impulsado la comarca del Campo Arañuelo. Pero hay hasta cinco centrales repartidas por España que generan alrededor de 28.000 puestos de trabajo según datos de Foro Nuclear. Trabajadores con una alta cualificación y buenos sueldos y otros empleos secundarios. Los defensores de mantenerlas abiertas se aferran a la postura de la vecina Francia, defensora de la energía nuclear, que cuenta con 56 reactores en 18 centrales repartidas por todo el país que habitualmente aportan cerca del 70% de la electricidad total que se consume.
Los municipios españoles afectados piden que se siga el ejemplo francés y se mantengan abiertas estas centrales que no solo aportan un porcentaje elevado de la electricidad que se consume en España sino que además da trabajo a miles de familias.