A España le queda mucho por avanzar en materia de conciliación y, entre tanto, son las mujeres quienes más padecen las consecuencias en términos de brecha de empleo y salario. Un dato, ellas solicitan casi el 85% de las excedencias para el cuidado de familiares. En su caso, el nacimiento de un hijo supone un punto de inflexión en su carrera profesional. En los colectivos más vulnerables conlleva el riesgo de expulsión del mercado laboral que dificulta aún más su reincorporación.
Frente a esta realidad, una de las medidas que impactan positivamente en el cierre de la brecha de género es la ampliación de la educación gratuita de 0 a 3 años, según explican los expertos en la materia.
La expansión de la oferta educativa gratuita en el primer ciclo de Educación Infantil (de 0 a 3 años) se incluye en la nueva Ley de Conciliación que está promoviendo el PP y que aspira a llevar al Parlamento antes de que finalice septiembre, según anunció el 16 de septiembre su presidente, Alberto Núñez Feijóo.
“Esta media tiene un impacto enorme sobre las mujeres, especialmente si la oferta educativa es mayor a 30 horas pues facilita que puedan trabajar a tiempo completo. Y es aún más importante en los colectivos más vulnerables. Mujeres incorporadas al mercado de trabajo de forma precaria y que tienen mayor dificultad para afrontar el coste de la primera etapa de educación infantil [de 0 a 3 años]. Son ellas quienes evalúan si les compensa trabajar o no, y optan por lo segundo”, explica a Artículo14 Cristina Castellanos, profesora e investigadora en el Departamento Economía Aplicada de la Uned.
En su opinión, para garantizar el éxito de esta medida deben darse dos condiciones: gratuidad y universalidad. “Debe haber un número suficiente de plazas, porque si no al final, se expulsa a los sectores más desfavorecidos. Por ejemplo, si la condición es que los dos progenitores trabajen se corre el riesgo de penalizar a los colectivos más vulnerables. La educación gratuita de 0 a 3 años reduce la pobreza infantil, no solo porque ayuda a tener mayores ingresos si ambos padres trabajan, sino también porque mejora las capacidades del niño”, detalla Castellanos.
Evidencia empírica
“La educación infantil es un instrumento fundamental para garantizar la igualdad de oportunidades, impulsar la adquisición de capital humano y facilitar la conciliación de las familias con menores. En primer lugar, la evidencia empírica generalmente apunta a efectos positivos de la educación de 0-2 años en las capacidades cognitivas y no cognitivas de las niñas y niños procedentes de familias desaventajadas. En segundo lugar, debido a la importancia del desarrollo cognitivo y no cognitivo en edades tempranas, la educación temprana presenta beneficios a largo plazo, con implicaciones en las capacidades de las personas trabajadoras del futuro”, coincide Lucía Gorjón, investigadora sénior de Iseak.
Para Gorjón, la educación de 0 a 3 años facilita la conciliación entre la vida laboral y familiar, al ser una solución conveniente para padres y madres que deben regresar a sus puestos de trabajo tras el nacimiento de sus hijas o hijos. “En conjunto, estos motivos avalan la inversión en educación infantil de calidad por ofrecer retornos sociales comparativamente más elevados que la inmensa mayoría de políticas públicas”, puntualiza Gorjón.
En la actualidad, en el primer ciclo de infantil que incluye de 0 a los 3 años, cuando pasan al segundo ciclo, la tasa de niños escolarizados menores un año se sitúa en el 13% para el curso escolar 2021-22, según los últimos datos del sistema estatal de indicadores de la educación. Esto representa una mejora de 3,3 puntos en comparación con hace una década; mientras que en niños de dos años ha crecido en 15,5 puntos hasta el 65,3%. A partir de 3 años, cuando ya está universalizado el sistema se alcanza el 96,2%, prácticamente igual que hace una década.
Conciliación, una asignatura pendiente
Lo datos demuestran que la conciliación y la igualdad laboral entre hombres y mujeres tiene que seguir mejorando. Según la última encuesta del CIS sobre 'Percepciones sobre la igualdad entre hombres y mujeres y estereotipos de género', ellas dedican el doble de horas al cuidado de los hijos en un día laborable: 6,7 horas frente a las 3,7 horas de los hombres. A su vez, son las mujeres quienes sacrifican su carrera profesional por el cuidado de familiares.
En el primer semestre de 2024, el 84,4% de las excedencias para el cuidado de un hijo u otro familiar correspondió a mujeres. De las casi 24.000 excedencias contabilizadas por la Seguridad Social entre enero y junio de 2024, solo 3.724 fueron solicitadas por un hombre.
"Son las mujeres, especialmente las madres, quienes renuncian a su desarrollo profesional; los hombres no lo hacen", constata Cristina Castellanos, que apunta a que una oferta educativa con horarios amplios y actividades extraescolares de calidad ayudaría a evitar que las mujeres tengan que tomar esta decisión.
En este sentido, los datos de la Encuesta de Población Activa (EPA) reflejan que la principal razón de los hombres para estar inactivos es su propia formación (25,1%), mientras que para las mujeres es el cuidado de de niños o de adultos enfermos, incapacitados o mayores 819,5%).
Del total de personas inactivas por cuidados a personas dependientes, el 89,9% son mujeres. Casi un 45% de ellas tiene entre 25 y 44 años: un 18% cuentan con entre 25 y 34 años y el 27,6% restante, entre 35 a 44 años. Entre estas últimas, el 31,9% alega como motivo de la inactividad no contar con servicios adecuados, y un 26,7% no poder costear los servicios de cuidado.
Un factor que influye en la renuncia de las mujeres es la calidad de su empleo. En la tesitura de tener que elegir, las familias optan por aquel que es menos gravoso. El pasado mes de agosto las mujeres perdieron el récord de los diez millones de ocupadas y aún no se ha logrado alcanzar la paridad en términos de ocupación: ellas suponen el 47% del total de afiliados. Uno de los factores en la brecha de empleo, que a su vez influye en la retribución, es su mayor tasa de contratos a tiempo parcial.
Según los últimos datos de la Seguridad Social, el 68,7% de los contratos a tiempo parcial del mes de agosto correspondió a una mujer. En comparación con el año 2022, el empleo a jornada parcial en mujeres ha crecido casi un 13%.
"La parcialidad es otra arista de la precariedad laboral, pues se relaciona con la temporalidad y los bajos salarios por hora. Además, las mujeres se concentran en mayor medida que los hombres en las ocupaciones y sectores con mayor parcialidad; pero al mismo tiempo, dentro de esa misma ocupación también son ellas las que desarrollan en mayor medida los contratos a jornada parcial. Esto provoca una enorme brecha de género en la parcialidad", concluye el informe 'Trabajo a tiempo parcial: precariedad laboral y brechas de género', en el que Lucía Gorjón, es coautora.
El salario medio de las mujeres es de 24.359 euros, frente a los 29.381 euros de los hombres, según los últimos datos de la encuesta de estructura salarial del INE publicada el pasado mes de junio. Por lo que respecta a la distribución salarial, el 24,2% de las mujeres tuvo un salario anual menor o igual que el Salario Mínimo Interprofesional (SMI) en 2022, frente al 10,3% de los hombres. Según explica el INE, en esta situación influyó el mayor porcentaje de mujeres que trabajaron a tiempo parcial.
"La educación de 0 a 3 años es una de las mejores herramientas para romper lo que en sociología se conoce como el 'Efecto Mateo', es decir, que los colectivos sociales vulnerables empeoran cada vez más, mientras que los privilegiados mejoran cada vez más", indica Cristina Castellanos, en relación a su impacto en el cierre en la brecha de empleo y de salario femenino.