Elena Díaz es inquilina y arrendadora. Sabe muy bien lo difícil que es conseguir vivir de alquiler en un piso decente en el centro de Madrid y a buen precio pero también lo tentador que es inflar los precios como propietaria para sacar una buena tajada. Es el yin y el yang de la vivienda, que atraviesa por un momento de tensionamiento por la escasa oferta y la inmensa demanda. Según los últimos datos del portal inmobiliario Fotocasa, el precio medio del alquiler ya supera los 1.000 euros al mes y en el mes de julio han escalado todavía un poquito más, un 8,6% en comparación con el mismo mes del año pasado hasta alcanzar los 12,59 euros el metro cuadrado. Es un tema que ha generado tanto impacto en Elena que ha escrito una obra de teatro sobre este asunto, La Portera Nacional, un monólogo que se estrena el sábado 14 de septiembre en el Teatro Lara.
“La Portera Nacional es la historia de la vivienda en Madrid, de una portera que busca el progreso y ve lo que está ocurriendo con los pisos en las grandes ciudades. Viendo cómo aumentan los precios del alquiler y compra y cómo las personas se ven obligadas a dejar sus barrios, alejándose cada vez más del centro, porque los pisos se encarecen y no los podemos pagar. Es la historia del estrangulamiento de nuestros bolsillos, de cómo destinamos un 70% del salario para poder pagar dónde dormir y cómo afecta a nuestras vidas. En esta obra, en este monólogo, representamos el momento social que estamos viviendo en cualquier conversación de amigas, de familia o compañeros de trabajo. Cada vez hay más dificultades”, explica Elena.
Compró una buhardilla sin ascensor en el barrio de Malasaña. Siempre la quiso alquilar a un precio asequible y una inmobiliaria se puso en contacto con ella para que incrementara el precio en 200 euros más. “A mí me ha pasado, cuando he tenido que alquilar mi buhardilla ha sido un impacto enorme ver la demanda de personas que se ofrecían para ser mis inquilinos en un estado de desesperación y que el portal inmobiliario al ver mi anuncio me sugirió que incrementara 200 euros el precio, que yo no quería hacerlo para no especular, si miras el sueldo medio, lo que la gente está cobrando, el precio que yo pedía ya me parecía suficientemente alto. Personas desesperadas que te escriben para poder entrar, donde las condiciones de los propios caseros son muy exigentes”.
Y como inquilina también ha sufrido las exigencias de los propietarios que le pedían todo su historial financiero incluso antes de hacer la primera visita de rigor al piso. “Es un problema muy serio y En la Portera Nacional queremos airear esta realidad en clave de humor y representando la sociedad de la que todos formamos parte”. Los precios están descontrolados y los expertos señalan a la falta de oferta. La vivienda pública en España es escasísima, apenas un 2% del total del parque inmobiliario y las dificultades para ahorrar el suficiente dinero como para acceder a una hipoteca impide que muchos españoles se puedan independizar o destinen más de un tercio de su salario a la vivienda.
María Matos, directora de Estudios y portavoz de Fotocasa, recuerda que el esfuerzo salarial en España para hacer frente al gasto mensual del alquiler ronda el 48%, teniendo en cuenta que el salario medio es de 2.099 euros. En el caso de los jóvenes, el esfuerzo aumentaría hasta el 61%.
Hay en total hasta seis comunidades autónomas que superan los 1.000 euros de media por un piso de 80 metros cuadrados. Como la Comunidad de Madrid, donde el precio llega hasta los 1.577 euros y Baleares que ronda los 1.450 euros. En tercer lugar se encuentra Cataluña con un precio medio de 1.381 euros al mes. También hay regiones donde los precios son más asequibles. Es el caso de Extremadura, con un precio medio de 554 euros al mes, seguida de Castilla-La Mancha, donde alquilar una vivienda vale de media por 566 euros y La Rioja, con 686 euros.
Marina vivía en Londres hasta que encontró una oportunidad laboral en Madrid. Pensaba que no habría mucha diferencia de precios y condiciones pero se llevó una sorpresa cuando se vino a vivir a la capital. Se dio cuenta que vivir sola en España no era nada fácil pese a que tiene un buen empleo, que la oferta es pequeña y los pisos de menos de 1.300 euros son precarios en el centro de la ciudad. “Viniendo de Londres me sorprendió que no hubiera más oferta, había muy poca y todos los pisos asequibles eran muy feos, pequeños y con poca luz. Y era muy difícil para una persona sola porque pedían hasta seis meses de fianza, un año de contrato en la empresa… unos requisitos complicados para una mujer recién aterrizada en España. El porcentaje del salario que dedicamos a la vivienda es muy elevado. Ahora vivo en una buhardilla de unos 40 metros cuadrados en el barrio de Lavapiés. Finalmente me sentí afortunada porque era el piso de unos conocidos pero si no hubiera sido así, es realmente muy difícil encontrar algo bueno y asequible”.
Y como ellas, muchas mujeres que sacrifican una parte muy importante de su sueldo para ser independientes o que optan por compartir piso para repartir gastos. Cuando sus madres tenían ya la vida encarrilada, las nuevas generaciones luchan por una vivienda digna.