Los actores Laurence Olivier y Gene Kelly, el ingeniero decimonónico Isambard Kingdom Brunel o el futbolista Thierry Henry han unido fuerzas para denunciar el modelo de permiso de paternidad del Reino Unido, el menos generoso de Europa. Técnicamente, no se trata de un activismo directo, puesto que el único que todavía vive es el jugador y entrenador francés, pero las estatuas que hay de ellos repartidas por Londres han aparecido estos días con un complemento particular: un fular portabebés, con muñeco incorporado, con el que una plataforma de padres pide al Gobierno reformar el sistema vigente y mejorar así la igualdad en la crianza.
La original iniciativa ha sido promovida por The Dad Shift (El Turno del Papá), una campaña recientemente creada ante la inacción de las sucesivas administraciones a la hora de seguir los pasos de países como España, que han ampliado considerablemente el permiso de los padres tras el nacimiento. El objetivo de la curiosa idea, que esta semana recababa una notable atención entre los viandantes en la capital británica, es imbuir tracción a su misión de presionar al Ejecutivo para adoptar medidas, pero también denunciar el tradicional desequilibrio en la percepción de figuras públicas, en lo que se refiere al cuidado de los hijos.
Mientras las mujeres, desde políticas, a artistas o directivas, suelen ser interpeladas sobre cómo concilian su carrera con la maternidad, a los hombres resulta extraordinariamente inusual que se les haga la misma pregunta. De ahí el golpe de efecto de ver a personalidades reconocibles, que tuvieron descendencia, con un portabebés, una imagen que ofrece otra perspectiva de sus trayectorias profesionales, equiparándolas a la yincana habitual de muchas madres que tienen que adaptar su trabajo a la realidad de tener un bebé.
Para The Dad Shift y otros movimientos similares surgidos en los últimos años en el Reino Unido como The Fatherhood Institute (el Instituto de la Paternidad), o Pregnant Then Screwed (Embarazada y Después Te Joden), una popular red de apoyo a madres, que incluye asesoramiento legal, un reparto más equitativo en la crianza, en las cruciales primeras semanas de vida, tiene sentido no solo para el bienestar de la familia, sino para el de la sociedad en su conjunto y, crucialmente, para la economía.
Promesa
El propio Partido Laborista, en el poder por primera vez desde 2010, había incluido en el programa electoral de las generales del 4 de julio la promesa de revisar un modelo que, en la actualidad, equivale a dos días de permiso con sueldo completo. La paga de paternidad son 184,03 libras (219 euros) por semana y se limita exclusivamente a la quincena posterior al nacimiento, una cantidad que ni siquiera alcanza al llamado salario para vivir (el National Living Wage, diferente del salario mínimo), que supone 11,44 libras (13,58 euros) por hora. Según la Agencia Tributaria británica, 204.200 padres británicos recibieron la paga en el último año del que hay cifras disponibles, una cantidad que revela que uno de cada tres no se acogió al derecho paternal.
A juzgar por las estadísticas, la decisión es financieramente comprensible: si un empleado a tiempo completo, con un sueldo medio, toma su baja por paternidad, pierde un total de 1.023 libras (1.215 euros), en comparación a si hubiese continuado trabajando. Como consecuencia, muchos nuevos padres prefieren coger vacaciones cuando nacen sus hijos, para así percibir su salario íntegro. Tan solo un cuarto de las empresas ofrece un sistema adicional para los hombres que tienen hijos, más allá de la paga estatal, y por si fuera poco, un quinto de los padres no tiene derecho a esta última, entre ellos, los autónomos, o quien haya cambiado de puesto de trabajo en los diez meses previos.
No sorprende, por tanto, que el porcentaje que los padres suponen para la factura estatal por bajas por nacimiento de un bebé ni siquiera llegue al 2%. Como consecuencia, The Dad Shift ha preparado una carta abierta al primer ministro británico, en la que pide “permisos que los padres se puedan permitir, de duración considerable y que apoyen la igualdad entre padres y madres”.
The Fatherhood Institute, por su parte, había escrito ya el año pasado a la por entonces ministra de Negocios y de Mujer e Igualdad, Kemi Badenoch (actual candidata en la carrera por el liderazgo conservador), una misiva firmada por una treintena de organizaciones y respaldada por 14.000 firmas en la que instaba al Gobierno a reconsiderar su decisión de no mejorar el sistema, cinco años después de promover un proceso de consulta sobre una potencial reforma.
La plataforma propone seis semanas de permiso y, crucialmente, un importe equivalente al 90% de ingresos semanales, al igual que las madres (las mujeres, a partir de las seis semanas, durante las 33 siguientes, reciben 184,03 libras o el 90 por ciento de la paga media semanal, la cantidad que sea más baja). Según The Fatherhood Institute, esta propuesta no solo permitiría a más padres disfrutar de su baja, sino que ayudaría a que las madres regresen antes al trabajo, reduciría la brecha salarial y mitigaría la presión financiera sobre las familias.
Así, en los países con al menos seis semanas de baja paternal, la diferencia retributiva entre hombres y mujeres es un 4% menor y la brecha de participación en el mercado laboral es también inferior, un 3,7%, por lo que el cambio, insisten las organizaciones en la materia, es cuantitativamente beneficioso para la economía.