Los últimos datos parecen indicar que la brecha salarial entre hombres y mujeres se estrecha en España. Es una buena noticia que evidencia los avances de nuestra sociedad. “Nunca vamos a tener un mundo perfecto, pero no es romántico o ingenuo trabajar para uno mejor”, según Steven Pinker, el psicólogo evolucionista y firme defensor de las mejoras logradas por la humanidad, lo que tiene mérito en el panorama de agoreros distópicos que nos rodea. En una sociedad avanzada, progresista y feminista como la nuestra, es difícil asumir que todavía se produzca una diferencia salarial entre unos y otros. A cualquiera que se pregunte, incluidos los altos directivos y directivas de las empresas, negaría en redondo que mujeres y hombres perciban distintos emolumentos, siguiendo a pie juntillas el proletario grito de “a igual trabajo, igual salario”, que tantas gargantas llenó en el bregador siglo XX.
Ocurre con la brecha salarial que algunos expertos, sobre todo los vinculados con los entornos corporativos, se empeñan en que no se puede comparar peras con manzanas, por lo que han desarrollado una definición ajustada. Por el contrario, sindicatos, grupos feministas y gobiernos lo simplifican mucho. Así que vamos a repasar definiciones de unos y otros antes de entrar en los datos y en la evolución de esta brecha que se estrecha.
El Parlamento Europeo establece que “la diferencia salarial es la disparidad entre los ingresos brutos por hora de hombres y mujeres. Se basa en los salarios pagados directamente a los empleados antes de deducir el impuesto sobre la renta y las cotizaciones a la seguridad social”. Se puede calcular sobre el total del salario o, más finamente, por el bruto total percibido por hora trabajada.
Por otro lado, la denominada brecha salarial ajustada compara la remuneración de hombres y mujeres por un trabajo similar, orillando el puesto, la formación, la experiencia laboral y las responsabilidades. Para su cálculo se aplican modelos econométricos que aíslan las diferencias entre unos y otros. En sí misma, la definición ya despierta serias dudas respecto al rigor del resultado.
Las causas que explican la diferencia de género en el salario se asientan en las propias relaciones y presencia social, económica de hombres y mujeres. El Parlamento Europeo indica las siguientes:
- Empleo a tiempo parcial
- Obligaciones familiares
- Estudios menos exigentes
- Menor presencia en puestos de dirección
- Peores empleos
- Trabajos menos valorados
Nada que no conozcamos, pues es la sociedad en la que hemos crecido y en la que todavía vivimos. Se trata de un conjunto de factores que conducen a que las hembras, en el total de la masa salarial, obtengan menos ingreso que los varones.
Hillary Clinton, una de las mujeres más influyentes de los últimos 30 años, lo contaban con esta coloquialidad: “la igualdad salarial todavía no es igualdad. Una mujer gana 77 centavos por dólar y las mujeres de color ganan 67 centavos… cada una de nosotras, a nuestra manera, lo hemos vivido. Lo hemos visto. Hemos comprendido el dolor y la injusticia que se han producido debido a la raza, debido al género”.
El planteamiento no es nuevo. El Tratado de Roma en 1957 ya introdujo el concepto de la igualdad retributiva, “igual remuneración por un trabajo de igual valor”. La actual Estrategia Europea para la Igualdad de Género 2020-2025 esta propiciando reformas legales para alcanzar la ansiada igualdad.
Vayamos con los datos. Hace unos días, Funcas ha presentado una nota coligiendo que la brecha salarial de género se ha reducido 10 puntos entre 2012 y 2022, pasando del 18,7% al 8,7%. El dato implica que la situación española es sensiblemente mejor que la media europea, estimada en un 12,7%. Eurostat, con datos de 2021, fijaba esa media, pero llamaba la atención que países como Rumania, Eslovenia, Polonia, Bélgica o la misma Italia se situaran por debajo de 5%; mientras Francia, Finlandia, Alemania o Austria lo hacían por encima del 15%. En Luxemburgo, la diferencia es negativa para los hombres con un -0,2%. La brecha salarial en España está muy determinada por la edad. Así, entre los menores de 25 años, las mujeres disfrutan de mejores salarios. Al contario, entre los mayores de 55 años, la brecha se ensancha hasta el 13,5%.
Por su parte, el sindicato CCOO presentaba un informe que señalaba que las mujeres necesitarían ganar 4.341 euros más anuales para igualar su media de 23.301 euros con los 27.642 de sus colegas masculinos. Indica que las principales diferencian radican en los complementos salariales de responsabilidad, nocturnidad o disponibilidad, que responden a modelos masculinizados del trabajo.
La británica The Fawcett Society, volcada en la lucha por la igualdad salarial, indicó en 2016 que las mujeres tienen una probabilidad de ganar 300.000 libras menos a lo largo de su vida laboral que los hombres. No es moco de pavo. Para ponerlo en contexto, ganan una media de 5.732 libras menos que los hombres cada año. Aventuró que de continuar así las cosas, la diferencia no se cerraría hasta 2051. Es decir, que no lo verán muchos de nuestros ojos Algo similar a lo apuntado para España.
Los avances son innegables. Pero la brecha sigue siendo ese crisol que proyecta las diferencias no solo salariales, sino sociales, educativas y familiares, entre hombres y mujeres. Una causa por la que merece recuperar el espíritu romántico e ingenuo que reclama Pinker para construir un mundo mejor y más justo.