El presidente de Fundación La Caixa —único accionista del holding Criteria Caixa—, Isidro Fainé (Manresa, Barcelona, 1942) conserva intacta su capacidad de sorprender al mercado y, sobre todo, conserva intactos sus poderes para manejar el universo de la histórica entidad.
Ángel Simón llegó en febrero de 2024 al puesto de consejero delegado de Criteria después de un largo periplo en Agbar (2010-2024), en la que La Caixa posee el 15% de las acciones. Ayer, solo 15 meses después de acceder al cargo, fue destituido como consejero delegado de Criteria. Será relevado por Francisco Reynés, presidente de Naturgy, la gasista controlada de forma mayoritaria por La Caixa (27,2%).
¿Qué ha ocurrido? Para entender la inesperada maniobra de Fainé en la cúpula de Criteria hay que rebobinar al menos hasta la súbita destitución de José María Álvarez Pallete como presidente de Telefónica el 17 de enero de este año, una maniobra forzada por el Gobierno para situar al frente de la teleco española a un hombre de su confianza, Marc Murtra.
La silla de Javier de Paz
La Caixa, debe recordarse, posee un 2,55% de Telefónica y Pallete, coinciden las fuentes consultadas, era “un ejecutivo que agradaba a Fainé”.
Pero el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, se deshizo de él con el argumento de que el accionariado de la teleco había cambiado: Saudí Telecom Company controla el 10% de Telefónica, al igual que el Gobierno. Según Sánchez, la destitución de Pallete y su relevo por Murtra se hizo de acuerdo con el accionariado. Nadie, en ningún momento, se refirió a la decisión de Pallete de forzar la salida del consejo de administración de Telefónica, Javier de Paz, un hombre de la confianza de los socialistas que hoy ya está resituado como presidente de Movistar por designación de Marc Murtra.
La Caixa, en todo caso, no era precisamente uno de los accionistas que favorecieron el cambio de Pallete. Fainé tomó nota del inesperado y fulminante sacrificio del presidente de Telefónica y siguió a lo suyo.
Simón y el nafragio con Celsa
En paralelo a las turbulencias de Telefónica, el presidente de la Fundación La Caixa observa con cierto desaire que Ángel Simón negocie desde Criteria la entrada en el capital de la siderúrgica Celsa. A comienzos de abril, Criteria incluso publicó un comunicado: “CriteriaCaixa alcanza un principio de acuerdo con Celsa para entrar en su capital e impulsar su plan industrial”. La idea es tomar el 20% de esta productora de acero, una iniciativa tomada sin el visto bueno de Fainé, que obliga a enfriar la operación y a comunicar a mediados de mes que esta maniobra está “en fase de estudio”.
Fainé ya tiene desde entonces la decisión tomada: es el momento de cambiar al consejero delegado de Criteria y nadie mejor que Reynés, de su completa confianza. El presidente de Naturgy será nombrado próximamente vicepresidente ejecutivo de Criteria, a las órdenes del presidente de la Fundación de La Caixa.
El doble cargo de Reynés
Durante la tarde de ayer, Reynés convocó al consejo de administración de Naturgy para solicitar la autorización que le permita ser consejero y vicepresidente ejecutivo de Criteria mientras sigue siendo presidente de la gasista. El consejo de administración de Naturgy emitió una opinión favorable y concedió la autorización solicitada, sujeta a la ratificación por la próxima junta general de accionistas.
Reynés mantendrá los dos cargos, pero no duplicará la retribución, sino que la que reciba de Criteria se descontará automáticamente de la que recibe de Naturgy.
El día del zarpazo
Con la decisión de Simón por Reynés ya tomada, a Fainé solo le queda escoger un día. Y elige la resaca del 29 de abril, cuando la Península Ibérica se quedó sin luz. “Es un golpe duro para Sánchez. Tanto el relevo en sí como la manera en que se ha hecho son un desafío dirigido al presidente del Gobierno, una manera de decir que el IBEX ya no tiene miedo a este Gobierno”, interpretan fuentes consultadas.
En todo caso, Fainé, siempre atento a los equilibrios entre tirios y troyanos, ha concedido una valiosa carta a los socialistas: la del regreso de Fundación La Caixa y Criteria a Cataluña, una decisión que Salvador Illa interpretó como la indudable muestra de que el camino de la estabilidad funciona.