Con más de 5.400 millones de euros bajo gestión y un modelo de inversión alineado con los principios éticos de la Iglesia, el Instituto para las Obras de Religión (IOR) representa uno de los legados económicos más sólidos del pontificado del Papa Francisco. En la última década, el más conocido como el banco vaticano no solo ha incrementado su volumen de activos en más de un 8%, más de 400 millones, sino que ha completado una profunda transformación en su gobernanza. En 2025, por primera vez, ha incorporado a una mujer en su órgano de supervisión: la abogada filipina Sheila Marie Uriarte-Tan.
Francisco ha podido dejar finalizado el proceso de modernización del IOR -antaño símbolo de opacidad-. Así, esta es hoy una institución saneada y profesionalizada, sujeta a estándares de transparencia y control equiparables a los de cualquier entidad financiera internacional. Por ejemplo, sus cuentas se auditan de forma externa por Mazars Italia sin salvedades desde hace años. En 2021, logró la evaluación positiva de MONEYVAL -el órgano europeo de lucha contra el blanqueo de capitales- y desde el año 2019 forma parte del sistema SEPA (le permite operar con transferencias bancarias en la zona euro mediante IBAN vaticano). Eso sí, el acceso como cliente está cerrado al público general y sigue vinculado a entidades relacionadas con la Santa Sede.
Un nuevo Estatuto para una buena gobernanza
El proceso de renovación del Instituto para las Obras de Religión comenzó en 2013 con la creación de la Secretaría para la Economía y no se ha limitado solo al aspecto económico. En 2023, Francisco renovó sus Estatutos, para adaptarlos a la Constitución Apostólica Praedicate Evangelium, con una idea central: asegurar una gobernanza eficaz, con roles definidos y mecanismos preventivos para evitar conflictos de intereses. Previamente, el IOR, cuya finalidad es custodiar y administrar los bienes confiados a la Santa Sede para fines religiosos o de caridad, arrastraba estructuras heredadas desacordes a la transparencia y profesionalización que buscaba Francisco.
Entre los principales cambios acometidos destacan la limitación de mandatos a cinco años, con una única renovación posible; o que los ciclos de renovación de la Comisión Cardenalicia y del Consejo de Supervisión no coincidan en el tiempo, para reforzar la estabilidad del sistema de control. El nuevo Estatuto introdujo también normas estrictas para prevenir conflictos de interés en la toma de decisiones, como la obligación de abstenerse de votar si se tiene un interés directo o indirecto en el asunto tratado. Asimismo, estableció que la dirección del Instituto sea unipersonal: el Director General asume la responsabilidad ejecutiva plena, aunque podrá delegar funciones operativas, y su designación deberá surgir de una terna de candidatos evaluados por el Consejo.
Nuevo liderazgo femenino
La última renovación de la estructura de gobierno del IOR ha supuesto que por primera vez en su historia una mujer se haya incorporado a su máximo órgano de control. En febrero de 2025, la abogada filipina Sheila Marie Uriarte-Tan, especializada en banca fiduciaria, gestión de activos y derecho corporativo, se incorporó al Consejo de Supervisión, este es órgano de asesoramiento del banco que cuenta con perfiles ejecutivos internacionales.

Uriarte-Tan con más de treinta años de experiencia en el sector financiero y legal, ha ocupado cargos de responsabilidad en entidades como el Banco de las Islas Filipinas y el grupo Ayala Corp. Su incorporación, impulsada directamente por el presidente del Consejo, Jean-Baptiste de Franssu, refuerza el perfil técnico de este organismo, que define las líneas políticas y de control del Instituto. Para Franssu, “su incorporación fortalece los objetivos estratégicos del IOR y mejora la calidad de los servicios ofrecidos tanto a los clientes como a la Santa Sede”.
Un banquero español en la gobernanza
La renovación del Consejo de Supervisión del banco vaticano comenzó en 2014 con el nombramiento de Jean-Baptiste de Franssu como presidente, en el marco de las primeras reformas impulsadas por Francisco para profesionalizar y sanear la estructura financiera vaticana. Desde entonces, bajo su liderazgo, este órgano ha ido incorporando progresivamente perfiles independientes.
Con anterioridad al nombramiento de Sheila, la última renovación tuvo lugar en diciembre de 2023. Entonces, se incorporaron el español Javier Marín Romano, exconsejero delegado de Banco Santander entre 2013 y 2014 y actual consejero delegado de Singular Bank; Bernard Brenninkmeijer, ligado a la familia fundadora de C&A, inversor especializado en gestión de patrimonios en Europa y Estados Unidos; y François Pauly, exconsejero delegado de Banque Internationale à Luxembourg y experto en banca privada.
Comisión cardenalicia
La reconfiguración del órgano de supervisión ha sido paralela a la renovación de la Comisión Cardenalicia. En octubre de 2023, el papa Francisco designó al cardenal Christoph Schönborn como nuevo presidente de la Comisión Cardenalicia de Vigilancia, órgano responsable de supervisar la actividad general del IOR. Schönborn, que ya había formado parte de la Comisión durante una década, asumió el liderazgo en sustitución del cardenal Santos Abril y Castelló.
La Comisión está actualmente compuesta, según la web oficial del IOR, además de por el cardenal Schönborn, arzobispo de Viena; por el cardenal Luis Antonio Gokim Tagle, pro-prefecto del Dicasterio para la Evangelización; el cardenal Konrad Krajewski, Limosnero Apostólico; el cardenal Giuseppe Petrocchi, arzobispo de L’Aquila; y el cardenal Emil Paul Tscherrig, nuncio apostólico.
Cómo se gestionan los 5.400 millones
Fundado en 1942, el Instituto para las Obras de Religión, conocido como el banco vaticano, tiene como misión custodiar y administrar fondos destinados a obras de religión y de caridad. A diferencia de otras entidades financieras, su actividad está restringida a clientes vinculados directamente con la Santa Sede, como órdenes religiosas, diócesis, congregaciones, fundaciones y empleados de la Ciudad del Vaticano. El IOR actúa como una institución de depósito, inversión prudente y transferencia de fondos, siempre bajo el principio de que los recursos deben servir al sostenimiento de la labor espiritual, educativa y social de la Iglesia en el mundo.

Con estos principios, la gestión del patrimonio del IOR se realiza bajo el modelo Faith Consistent Investing (FCI), que garantiza que las inversiones respeten los principios de la Doctrina Social de la Iglesia. Por ello, el Instituto evita sectores que puedan entrar en conflicto con los valores de la fe católica y aplica criterios éticos estrictos a cada operación. De esta forma, los activos se concentran casi exclusivamente en deuda pública de bajo riesgo: el 99,6 % del total está invertido en bonos soberanos, mientras que apenas un 0,4 % corresponde a acciones o fondos.
Un beneficio de 30,6 millones de euros
En 2023 (último ejercicio disponible), el IOR registró un beneficio neto de 30,6 millones de euros, un 26 % más que en 2022. De esta cantidad, 13,6 millones se destinaron a obras religiosas y de caridad, en línea con la misión fundacional del Instituto. Con este resultado, la entidad suma doce años consecutivos de resultados positivos. El ratio de solvencia TIER 1 alcanzó el 59,8 %, uno de los más altos del sector financiero internacional, lo que refuerza su posición de estabilidad y prudencia.
La transformación del IOR se inserta en un proceso más amplio de reorganización de las finanzas de la Santa Sede. En 2023, la Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica (APSA) reportó beneficios de 45,9 millones de euros, destinando 37,9 millones a la financiación de la Curia Romana y aumentando su capital en 7,9 millones sin necesidad de vender propiedades institucionales. En línea con la política de inversión del banco vaticano, la APSA, responsable de la gestión de activos inmobiliarios y financieros de la Santa Sede, aplicó una estrategia de inversión prudente, basada en valores de renta fija y principios de bajo riesgo.
Legado
El Instituto para las Obras de Religión cierra una etapa bajo el pontificado de Francisco como una entidad saneada, profesionalizada y auditada conforme a estándares internacionales. Con un fondo de más de 5.400 millones de euros gestionado bajo criterios éticos estrictos y una gobernanza renovada, el IOR se presenta como uno de los principales activos institucionales que encontrará el futuro Papa, en un Vaticano que también ha avanzado en la reorganización de su estructura financiera general.