El ladrillo es un sector de hombres. Por el momento. Solo el 11,2% del total de profesionales de la construcción son mujeres. Son pocas pero están aumentando exponencialmente en los últimos años.
En 2023, el número de afiliadas a la Seguridad Social en la construcción aumentó en 7.500 respecto al año anterior. Así lo demuestra el último informe ‘Mujeres en el sector de la Construcción’ publicado por el Observatorio Industrial de la Construcción.
Pero a pie de obra es complicado toparse con una mujer. Una aguja en un pajar. Difícil encontrar obreras, pintoras, albañiles o electricistas. Pero existen. Carmen Torrijos es pintora. Al principio trabajaba con su padre y a partir de 2002 ya empezó de forma más profesional, tenía 42 años.
“Ahora hay muchas más mujeres que se atreven y que se quedan en el oficio pero antes sí que era algo excepcional y más difícil”.
Ha sufrido en la obra por ser la única mujer. “Muchas veces me he sentido desplazada. En una tienda para comprar material me han intentado convencer de que quería otra cosa. Como si no supiera, les cuesta entender que eres una profesional y que sabes perfectamente lo que quieres”.
Ha desarrollado la paciencia y una capacidad camaleónica para pasar desapercibida. “Cuando era más joven, me tapaba el pelo para que no se me reconociera si era hombre o mujer y poder trabajar más tranquila. Ahora hay muchas arquitectas en las obras pero cuando yo empecé no había nadie. Parecías la rara. Me ponía una coleta, una gorra y camiseta grande para que desde lejos no fueran a verte”.
Y ha hecho el mismo esfuerzo físico que los hombres. “Yo he cargado sacos de cemento igual que ellos pero quizás tardando un poco más, para que se viera que soy tan capaz como ellos. Que sepan que lo podemos hacer, no hace falta ir cargadas, podemos hacer dos viajes en lugar de uno e ir más rápidas”. Y la obra, dice bromeando, es el gimnasio ideal. “Tengo los brazos de una chavala de 20 años con 53 años. Y vas a dormir mucho mejor”.
En la tienda
María Teresa Mendoza Pérez trabaja como HR Business Partner en Brico Depôt, una cadena de tiendas especializadas en bricolaje y materiales de construcción. En su compañía, las mujeres ocupan el 42% de los puestos de dirección y siempre procuran, cuando van a seleccionar a varios candidatos, que haya cierta paridad entre hombres y mujeres.
Hace cuatro años, en 2020, había ocho mujeres en dirección de tienda y hoy son ya once, el 35% del total. Pero todavía parecen una rara avis en el mundo de la construcción y eso se nota en el trato con los clientes. “Por ejemplo, en las tiendas, de cara a los clientes, nos encontramos con mujeres profesionales muy preparadas pero los clientes a veces acuden antes a un chico que a una chica porque dan por hecho que ellos van a tener más conocimiento. Ante un proceso de selección, intentamos neutralizar esos potenciales sesgos”, explica Mendoza.
A veces la empresa se esfuerza por buscar esa paridad pero no encuentra mujeres en el mercado laboral. “El sector sigue estando muy masculinizado y tienen que darse dos aspectos: interés por parte de mujeres por desarrollarse y la oportunidad de demostrarlo. Estamos evolucionando pero los ritmos no son los mismos en todos los sectores, en el nuestro es más lento, pero estamos mejorado”.
Mujer de 43 años con estudios superiores
Según el Instituto Nacional de Estadística, el perfil de la mujer de la construcción tiene de media 43 años, mayoritariamente con estudios superiores y de nacionalidad española (el 84%). Ese mismo estudio señala que solo el 8% de las mujeres en construcción son menores de 30 años. También son escasas las mujeres mayores de 55 años, son el 14,1% frente al 20,3% en el resto de sectores.
Idoia Barot fabrica sus propios muebles de madera con su empresa Feelwood. “Soy psicóloga de formación pero me gustaba restaurar muebles y me atraía la idea de transformarlos y verlos con otra usabilidad”. No tenía ningún referente en la familia pero se lanzó al emprendimiento.
“Algo que me ha pasado mucho, igual ahora menos, pero al principio casi todo el mundo que me contactaba me preguntaba por mi equipo, como si yo fuera la persona detrás del email pero no la que los hace y me sorprendía como si yo fuera la secretaria o administrativa”, cuenta.
Y asegura que las mujeres todavía tienen que ganar en seguridad. “Porque convertimos nuestro hobby en nuestra empresa pero no tenemos esas herramientas para dar el paso con seguridad y con la formación desde pequeñas para lanzarnos a hacer algo más grande, porque crecer parece que no va con nosotras,”. Idoia es un ejemplo de que los techos están para romperlos sin prejuicios.