El primer trimestre de 2025 ha encendido las alarmas en el mercado laboral femenino: el paro entre las mujeres ha crecido un 8,5%, hasta alcanzar una tasa del 12,72%, según los datos de la Encuesta de Población Activa (EPA) publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE). Aunque el empleo femenino se mantuvo con un ligero aumento de 1.600 puestos de trabajo, la entrada de 118.100 nuevas mujeres al mercado laboral, frente a la escasa creación de empleo, disparó el número de paradas hasta 1.479.100.
En concreto, la tasa de paro femenina se incrementó en 88 centésimas (, hasta el 12,72%), es decir, 2,3 puntos porcentuales más que los hombres, cuya tasa se situó en el 10,14% tras un aumento del 6,2%. La diferencia en el comportamiento del mercado laboral y la tasa de paro entre ambos sexos vuelve a confirmar la brecha de género.
Precariedad
Una de las conclusiones de esta EPA es que el empleo femenino ha resistido en cifras brutas, a costa de una creciente precariedad. El trabajo a tiempo parcial alcanzó un máximo histórico, una modalidad que afecta de forma mayoritaria a las mujeres. “El número de asalariados a tiempo parcial se incrementó en 16.900 personas, hasta sumar 3,07 millones”, según informa el INE. De ellas, más de 2 millones son mujeres, lo que supone aproximadamente el 65% del total de asalariados a tiempo parcial, en línea con la fuerte feminización de esta modalidad de empleo.
Además, la destrucción de empleo ha afectado especialmente a los contratos temporales. “El número de asalariados con contrato temporal disminuyó en 80.200 personas” en el primer trimestre. Si bien este ajuste concentra la pérdida en las formas de empleo más inestables, donde predominan las mujeres, puede interpretarse como la mayor rotación que sufren las mujeres y dificulta el acceso de las trabajadoras a empleos estables y de calidad.
Mujeres jóvenes
Por edad, la situación es especialmente delicada entre las mujeres jóvenes. El desempleo en el grupo de 20 a 24 años se elevó con fuerza, con 161.700 mujeres en paro, consolidándose como uno de los colectivos más afectados. Entre las mujeres de 16 a 19 años, aunque la tasa de desempleo sigue siendo elevada, el número de paradas bajó ligeramente hasta las 97.900. El grupo de 25 a 54 años, el de mayor volumen absoluto, concentra 979.700 mujeres en paro, reflejando también un crecimiento notable en el trimestre.
El incremento del paro también afectó a las mujeres de 55 años y más, que vieron crecer su exposición al desempleo, con 239.800 paradas al cierre de marzo, en un trimestre donde, a pesar del crecimiento general del empleo entre mayores, las mujeres siguen enfrentando mayores barreras para acceder y mantenerse en el mercado laboral en esta etapa de la vida.
Servicios
El sector servicios, donde la presencia femenina es más alta, lideró el incremento del paro, con 124.900 desempleados más en el trimestre. A pesar de que la agricultura creó 25.000 empleos y la industria y la construcción apenas variaron.
Por comunidades autónomas, Extremadura (20,71%), Andalucía (15,91%) y Canarias (15,57%) se situaron como las regiones con las tasas de paro femenino más elevadas, mientras que Navarra (6,94%), País Vasco (8,15%) y La Rioja (8,16%) presentaron los mejores resultados.
Desde 2013
El contexto general de la EPA confirma que el conjunto del paro en España vivió su peor primer trimestre desde 2013. Aunque el Ministerio de Economía ha subrayado que “en términos desestacionalizados, se superaron por primera vez los 22 millones de ocupados”, los datos muestran que esta recuperación no se distribuye de manera equitativa. Las mujeres siguen rezagadas no solo en cuanto a su tasa de ocupación, sino también en la calidad del sus empleos.
El flujo de movilidad laboral confirma que existe una gran rotación en el empleo femenino. De las mujeres que estaban ocupadas el trimestre anterior, 284.000 pasaron a la situación de paro, mientras que 294.800 lograron encontrar empleo.
Hogares monomarentales
El primer trimestre del año también trajo consigo un incremento de los hogares en los que todos sus miembros activos están en paro, que crecieron en 49.500 hasta alcanzar los 882.900. Esta situación incide con especial dureza en los hogares monomarentales, donde las mujeres suelen ser el único soporte económico.
El incremento del paro femenino, unido a su precarización, refleja la brecha de género en el mercado de trabajo. Más mujeres trabajan, pero lo hacen en sectores de alta vulnerabilidad, como es el sector servicios, con contratos a más precarios, y padecen una fuerte temporalidad, que limitan sus ingresos y opciones de carrera.