Si hay un bolso icónico de Louis Vuitton es el Neverfull, un icono de la marca, quizás el más accesible al gran público porque es el más barato. Aún así, este mítico modelo de lona con las iniciales LV cuesta 1.500 euros. Es un objeto de deseo sobre todo en Asia, y en particular en China pero el consumo está cayendo en el país y eso se nota en menores ventas.
Por eso han sonado las alarmas cuando el gigante LVMH, el conglomerado francés propiedad del hombre más rico de Francia, Bernard Arnault, ha registrado una caída de las ventas del 3% este primer trimestre del año. Si a esto le sumamos la preocupación por los aranceles de Trump, el resultado ha sido un fuerte desplome en la Bolsa de París.
Pese a que este martes, las bolsas europeas amanecían recuperando el pulso, cotizando en verde, el CAC 40, el parqué francés, apenas conseguía arañar unas décimas lastrada por las caídas de varias empresas de lujo que cotizan en este índice. Moët Hennessy Louis Vuitton (LVMH) ha cerrado con un desplome del 7,82% pero también han caído otras, que temen seguir los mismos pasos en cuanto a resultados trimestrales.
De este modo, el grupo Kering —que engloba marcas como Gucci, Pomellato o Bottega Veneta— ha registrado una caída del 5,22%. El gigante de cosmética L’Oreal también ha perdido un 2% de su valor. El lujo pierde fuelle en otras bolsas también como en Londres, donde cotiza Burberry que también ha cedido un 4,55% o Prada, en Hong Kong. Quizás la única marca que se ha librado del farolillo rojo ha sido Hermès, que ha remontado para cerrar con una discreta subida del 0,21%.
Más allá de la guerra comercial
En la bolsa española, todas las compañías que cotizan en el Ibex 35 han cotizado en verde menos las acciones de Puig, la firma cosmética ha cerrado en rojo con una caída del 4,66%, arrastrada también por el desplome del lujo en Europa. Una empresa con fuerte presencia en los Estados Unidos, donde vende una parte importante de su negocio hasta el punto de tener oficinas situadas en la Quinta Avenida de Nueva York.
En un momento de debilidad en el consumo del lujo, los aranceles de Trump están generando incertidumbre en un sector que no suele amilanarse ante la subida de precios. Si tienen que repercutir los gravámenes en el producto final, lo hacen y no parece que el cliente de este tipo de artículos vaya a dejar de comprarlos por un aumento de los precios de un 25%, por ejemplo.
Pero si finalmente se registra una recesión global, entonces el consumo se contraerá de forma generalizada, también el de los más ricos, consumidores habituales de los bolsos de Dior, de Gucci o de los perfumes de Puig.
En el caso de Louis Vuitton, solo ha conseguido aumentar sus ventas en Europa un 2%. Pero en el mercado de Estados Unidos, ha registrado una caída del 3% y en Asia, un 11%. En uno de los informes de Bernstein Research, la firma estadounidense de gestión de activos, ajusta a la baja las perspectivas de ventas globales sobre el sector del lujo.
Para Bernstein, el impacto en la industria del lujo no procederá directamente de los aranceles, sino de las consecuencias de los mismos en la economía internacional. “Lo que nos preocupa son los efectos de segundo y tercer orden: la incertidumbre, la reciente caída de la Bolsa, la devaluación del dólar y la amenaza de una recesión mundial”, señala la firma.
Hay que tener en cuenta también que estas firmas de moda tienen sus talleres, o bien en Europa o en China, donde los aranceles se han disparado por encima del 100%. Prada, Miu Miu, Armani y Gucci, fabrican parte de sus objetos de lujo en el país.
La artesanía de Louis Vuitton
En la automoción, la casa italiana de coches de lujo Ferrari, ya ha anunciado un incremento de los precios para los modelos más exclusivos que lleguen a Estados Unidos.
Louis Vuitton tiene unas circunstancias diferentes porque posee fábrica propia en Texas pero esta planta registra uno de los peores rendimientos de la marca en todo el mundo. Lleva implantada en el país desde hace seis años y tiene grandes dificultades para encontrar trabajadores cualificados en el sector del cuero que alcancen los estándares de calidad de la marca y han generado tantos errores en la fabricación de sus bolsos que han provocado el desperdicio de hasta el 40% de las pieles.
Los bolsos que no están bien confeccionados se trituran en el momento y se transportan en camiones para su incineración. Pero si por algo se caracteriza la firma, es por que sus bolsos están fabricados en ateliers de cuero franceses, italianos o españoles por unos artesanos conocidos como ‘petites mains’ para dar ese halo de exclusividad y calidad a la marca.
Ahora Trump también quiere que el lujo francés se confeccione ‘made in USA’, aunque se pierda por el camino parte de su significado y glamour.