REACTIVACIÓN ECONÓMICA

El gran reto de Alemania: salir de la recesión en la era Trump

Nadie habría imaginado hace una década que España crecería hoy por hoy un 3,2% mientras Alemania entraría en recesión

Ni la mejor pitonisa habría adivinado hace una década que España crecería un 3,2% mientras Alemania entraría en recesión. Si lo hubiera adivinado, nadie la habría creído. Dos años consecutivos de contracción económica por parte de la Locomotora de Europa, con grandes dificultades para reflotar su industria, con un frenazo de las exportaciones, y un sector público en decadencia. Y si una persona ha representado esa caída a los infiernos, ese ha sido el canciller Olaf Scholz, que llegó al poder con la promesa de modernizar el país pero se topó en el camino con una guerra, la de Ucrania, con la que se evidenció la dependencia energética que tenía Alemania con Rusia. Y como consecuencia, todos sus planes se desbarataron. Tuvo que hacer frente a unos elevadísimos costes de la energía, buscar otros países que le suministraran el gas que ya no le daba Putin y todo ello mientras abandonaba la generación nuclear, decretada por su antecesora Angela Merkel después de la experiencia de Fukushima, con el cierre de las últimas tres centrales nucleares en 2023.

Según Antonio Castelo, economista de iBroker, “la pérdida del suministro de gas ruso barato y el aumento de los precios de la energía han encarecido la producción, disminuyendo la competitividad de la industria alemana. Sectores emblemáticos como el automotriz se ven presionados por la competencia internacional—especialmente de China—y una lenta transición hacia tecnologías más limpias y digitales. A esto hay que añadirle, entre otras cosas, la fragmentación política y la dificultad para conformar una coalición estable entre partidos con visiones muy diferentes (por ejemplo, entre la CDU y el SPD) pueden retrasar o debilitar la implementación de políticas económicas integrales. Esta incertidumbre política añade un riesgo adicional en un momento en que se requieren decisiones audaces para reactivar la economía”.

Scholz prometió el llamado Wirtschaftswunder (una referencia al auge económico posterior a la Segunda Guerra Mundial) y se quedó en una recesión profunda. Desde hacía más de dos décadas, desde el año 2003, que Alemania no enlazaba dos años consecutivos de decrecimiento económico. En 2023, el PIB registró una caída del 0,3% y el año pasado, en 2024, otra caída del 0,2%. España liderando el crecimiento de las economías de la Zona Euro y Alemania, de los últimos de la clase. Una economía débil que también se transmitió al mercado laboral. En enero, el paro alcanzó su cota más elevada en casi diez años, hasta el 6,4%. Es decir, tres millones de alemanes en el paro. En esto España no puede sacar pecho, ya que la tasa de paro sigue estando en los dos dígitos, por encima de Grecia.

Si la Guerra en Ucrania le hizo daño, las amenazas de Trump de imponer aranceles a las importaciones pueden dejarla definitivamente noqueada. Alemania es la tercera potencia exportadora del mundo, solo por detrás de Estados Unidos y China. En 2022 alcanzó un récord con casi 1,6 billones de euros en ventas al exterior. Estas cifras pueden saltar por los aires si se materializan los aranceles del 25% al sector automovilístico y farmacéutico.

Dice Castelo, que “la vulnerabilidad a tensiones comerciales—como la posibilidad de aranceles elevados por parte de Estados Unidos—y la inestabilidad en mercados clave, representan riesgos adicionales para un país que históricamente ha dependido de las exportaciones como motor de crecimiento. Tras las elecciones, se espera que el próximo gobierno tenga la ardua tarea de superar una economía en recesión, con altos costes energéticos, rigidez fiscal que limita la inversión pública, incertidumbre política y serios desafíos demográficos y tecnológicos. Afrontar estos retos requerirá un ambicioso paquete de reformas estructurales y una coordinación política eficaz para reactivar la inversión, modernizar la infraestructura y adaptar el modelo industrial a las exigencias de la economía global actual”.

Los inversores también sienten la debilidad en el sector de la automoción si nos fijamos en la Bolsa de Frankfurt. La compañía Mercedes ha reconocido que este 2025 tendrá menos beneficios de los esperado después de una caída del 28% en 2024. Volkswagen, el mayor empleador industrial en Alemania, planea también reducir su plantilla en 35.000 trabajadores para el año 2030 y reducir costes de producción. Mientras que el Gobierno chino subvenciona su coche eléctrico con ayudas millonarias, el gobierno de Scholz tuvo que poner fin a las suyas ante las limitaciones del presupuesto.

Demasiados problemas para un país que no se reconoce en esta nueva etapa de debilidad pero que necesita inspeccionar el corazón de su economía para poner de nuevo en funcionamiento el motor de su sistema financiero.