El presidente del Gobierno muestra una inclinación natural a la analogía hiperbólica cuando aborda la marcha de la economía española. El pasado ejercicio la comparó con una moto, pero para éste, tras considerar que su apreciación se quedó corta, elevó su entusiasmo al cotejo con la imparable marcha de un cohete, caracterizado por su potencia y velocidad. La vicepresidenta y ministra de Hacienda, siempre dada al verbo florido, ha insistido en el mismo fervor comparativo al conocer el informe publicado por el Banco de España recientemente.
Pero una lectura detenida de “Proyecciones macroeconómicas e informe trimestral de la economía española”, un destacado trabajo de 41 páginas que la desbroza en el contexto internacional y en la zona euro, arroja tanto las luces que destaca el gobierno como algunas sombras. Sombras que ennegrecen el panorama con algunos acontecimientos de la actualidad, como es la proliferación de despidos colectivos. A continuación, vamos a desglosar el informe en sus principales parámetros:
- Crecimiento del Producto Interior Bruto (PIB).- El Banco de España eleva en 4 décimas su previsión para el 2024, pasando del 1,9% al 2,3% y proyectando unos más modestos 1,9% para el 2025 y un 1,7% para el 2026. EL PIB muestra la riqueza de un país y de su bienestar material. Su evolución se mide por los factores de consumo privado, inversión empresarial, gasto público y balanza comercial. El crecimiento del PIB es una buena señal pues revela un aumento de la actividad productiva y la consecuente generación de empleo. La economía española presenta las mejores previsiones de la zona euro. Su crecimiento se explica por la buena marcha del turismo, mientras el consumo privado sigue ofreciendo una cierta atonía. El empleo continúa con el dinamismo de los últimos trimestres, en especial en las empresas de mayor tamaño, al igual que se estabiliza el acceso a la financiación.
- Inflación.- Pero este crecimiento se empaña con los datos de una inflación que se resiste a perder brío. El Banco de España ha aumentado su previsión en un 0,3% para el conjunto de este año, lo que la situaría en un 3%. Para el 2025 prevé un 2% y para el 2026 un 1,8%. Es decir, más inflación que crecimiento. La inflación refleja el aumento de los precios de los bienes y servicios. Es un caballo difícil de domeñar. Origina depreciación de la moneda, subida de salarios, depreciación de las deudas y reducción de las inversiones. Por tanto, erosiona el poder adquisitivo del dinero y perjudica el crecimiento, en especial a los hogares con menor renta. También lesiona al ahorrador. El Banco de España indica que el repunte inflacionario se explica por el aumento de los precios del petróleo y por una resistencia mayor en los servicios. Aprecia, por el contrario, una desaceleración generalizada de los precios de los alimentos, con un diferencial positivo para España frente a la zona euro.
- Despidos colectivos.- La aparición del informe del Banco de España, amplificado por los portavoces gubernamentales, ha coincidido con los anuncios de EREs en Ford y en Vodafone. La automovilística planteó un expediente de 1.622 personas en su planta de Almussafes, mientras el de la telefónica afectará a 1.200 trabajadores. No son buenos síntomas para la economía. Pero el entorno empeora con la avalancha de despidos colectivos en sociedades de menor tamaño, junto a anuncios de cierre, parada de proyectos y congelación de inversiones. Pronovias, Siemens Gamesa, Michelin, Stellantis, GE, Pablosvky, Danone, Bimbo, Arcelor, Alcoa y otras han puesto en marcha planes que conducen a la reducción de empleo y a acentuar la cada vez más preocupante tendencia a la desindustrialización de España. Las estadísticas del Ministerio de Trabajo señalan que el año pasado 3.796 empresas emprendieron procesos de despidos colectivos que afectaron a 181.139 empleados. Estos elementos se completan con una creciente dificultad atravesada por muchas sociedades para hacer frente al servicio de la deuda ante sus acreedores, lo que obliga a capitalización de la misma o a quitas en su volumen.
- Pobreza.- Eurostat, el servicio estadístico de la Unión Europea, ha publicado recientemente, una revisión del índice AROPE (At Risk of Poverty of Social Exclusion). La imagen de España no es buena. Señala que un 26% de nuestra población se encuentra en esta situación. Sólo supera a Rumania y Bulgaria y se eleva bastante sobre el 21% de la media europea, correspondiendo un 22,3% a mujeres y un 20,3% a hombres. El índice no sólo refleja hogares sin trabajo, sino que incluye personas cuyos bajos ingresos o precariedad les sitúa en ese peligroso borde. Una imagen que ya resulta familiar en nuestro paisaje urbano.
Estos son cuatro brochazos de la economía española, en el que la se empieza a producir una brecha entre las estadísticas oficiales y la percepción de la calle. De un lado, el crecimiento, el empleo y la afiliación a la Seguridad Social. Del otro, la inflación, la presión fiscal, el precio de la bolsa de la compra y la crudeza de la precariedad.