El BCE baja tipos y empieza a dar señales de una próxima pausa

Será a partir de ahora cuando los presidentes de los bancos centrales deban medir muy bien si corresponde una pausa o interrupción en la bajada ante una inestabilidad mundial tan fuerte

Christine Lagarde presidenta del BCE en rueda de prensa de 12 de septiembre.
Christine Lagarde, presidenta del BCE, en la rueda de prensa tras el Consejo de Gobierno del 12 de septiembre. BCE

Cuando la presidenta del Banco Central Europeo habla, cada detalle cuenta. Por eso era tan importante la rueda de prensa posterior a la decisión del BCE de seguir bajando los tipos de interés un 0,25%. Porque el mercado ya daba por descontada esta bajada de un cuarto de punto pero nada se sabe sobre cómo actuará la institución de cara a la próxima reunión sobre política monetaria del 17 de abril.

Y no ha sido tanto lo que ha dicho como lo que no ha dicho. Esta ha sido la quinta bajada consecutiva de tipos de interés del BCE y la sexta desde el mes de junio y en esas últimas ruedas de prensa, Lagarde siempre utilizaba dos palabras clave: política restrictiva, para referirse a que seguiría la senda de bajada.

Sin embargo, en esta ocasión y ante las preguntas insistentes de los periodistas, la presidenta no ha sido capaz de contestar, ya no queda claro que la dirección siga siendo rebajar el precio del dinero. Ahora Lagarde se decanta por respuestas más dubitativas, como que se irá decidiendo “reunión a reunión” y “dependiendo de los datos” sobre inflación y crecimiento económico.

De hecho, Bank of América publicaba recientemente que esta reunión de marzo era la última “fácil” del BCE. Será a partir de ahora cuando los presidentes de los bancos centrales deban medir muy bien si corresponde una pausa o interrupción en la bajada ante una inestabilidad mundial fuerte y una guerra comercial que puede provocar un repunte de los precios a uno y otro lado del océano.

La decisión de este jueves se ha adoptado tras una reunión “intensa” y “animada”, que no ha permitido lograr la unanimidad. La propia Lagarde ha confirmado que un miembro, de los más duros, uno de los ‘halcones’, el gobernador del Banco de Austria Robert Holzmann, ha preferido abstenerse. Y una frase clave que sirve como pista sobre sus próximos movimientos: “la política monetaria está adoptando una orientación considerablemente menos restrictiva“. Menos es la clave.

Según Lagarde, vestida de naranja en lugar de su habitual azulón, insiste en que todo dependerá de los datos. “Si los datos nos indican que para alcanzar el destino (del 2% de inflación) la política monetaria apropiada debería ser un recorte, lo haremos. Pero si los datos nos indican que no es así, no recortaremos y haremos una pausa”.

No solo pesa la nueva política arancelaria de Trump y una guerra comercial que no beneficia a nadie, también el BCE tiene en cuenta el impacto económico que puede tener el plan de rearme anunciado por la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Layen y que pretende movilizar 800.000 millones de euros. O esa inversión millonaria que prepara el próximo canciller alemán, Friedrich Merz.

No es una sorpresa este cambio de posición por parte del BCE. Como avanzadilla, ya se había pronunciado públicamente Isabel Schnabel, miembro del comité ejecutivo del banco con sede en Frankfurt, que cada vez estaba más cerca el momento de hacer una pausa o detener las bajadas. ” Nos estamos acercando al punto en el que tal vez tengamos que hacer una pausa o detener nuestros recortes de tipos“, admite la ejecutiva del BCE, descartando en cualquier caso una subida, por lo que apunta que habrá que “empezar esa discusión”. Y que hay que ir viendo reunión por reunión, tal y como ha repetido Lagarde.

Lo que hemos comprobado también es que los economistas del BCE han rebajado sus previsiones de crecimiento económico. Ahora esperan que el PIB de la zona euro repunte un 0,9% en 2025 (frente al 1,1% anterior), y un 1,2% en 2026, (frente a un1,4%). También empeoran las previsiones sobre inflación, que repuntaría este año dos décimas hasta el 2,3% para bajar al 1,9% en 2026.

Por otra parte, el libro beige de la FED (que se publica ocho veces al año como resumen de cómo se comporta la economía en Estados Unidos) empieza a ver signos de inflación en el país. Los precios, dice, han aumentado moderadamente desde mediados del mes de enero, particularmente la industria manufacturera y la construcción. Incluso detecta que el aumento de los precios de los huevos por culpa de la gripe aviar está afectando a los restaurantes. Una denominada Trumpflation (inflación provocada por Trump) que como un efecto mariposa también puede llegar a la zona euro. Una demostración de que el mundo está conectado y que un movimiento a 8200 kilómetros tiene una repercusión directa aquí. Y en la ciudadanía, en la clase trabajadora, ya que como consecuencia las hipotecas de tipo variable no bajarán con tanto vigor si el BCE decide realizar esa pausa.

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