El Black Friday es la excusa perfecta para salir de compras. Nos autoconvencemos de que es el mejor momento porque, con los descuentos, el gasto está más justificado. Pero hay quienes no necesitan una fecha señalada para derrochar. Las compras compulsivas son una consecuencia del consumo encarnizado del capitalismo y son muchas las mujeres las que, sin saberlo, tienen un trastorno.
Tiene un nombre, la oniomanía, adicción a comprar sin límite como un placer de la sociedad moderna, gastar sin ser conscientes de que no nos lo podemos permitir porque el efecto inmediato es placentero e irresistible aunque ese sentimiento es efímero y da paso al siguiente, la culpa y el malestar. Afecta a un 5,9% de la población y principalmente a las mujeres jóvenes, entre 20 y 30 años, con un nivel socio cultural medio-alto y con unos rasgos comunes fáciles de identificar.
Suelen ser mujeres con un sentimiento de soledad o vacío personal que rellenan saliendo a las tiendas. Suelen salir solas, de forma habitual, en algunos casos diariamente, porque sienten una emoción positiva inmediata. Al cabo de un par de horas se dan cuenta del error, de que esa prenda no es necesaria o se están gastando un dinero que no tienen, a crédito. Se produce un descontrol que puede pasar factura a nuestra economía. Suele ser habitual acumular una gran cantidad de deudas por la utilización excesiva de la tarjeta de crédito. En los casos más graves, son capaces de utilizar el dinero de la hipoteca o del alquiler o de productos de primera necesidad como la compra del supermercado solo para satisfacer esa necesidad primaria. Es una pérdida de control que no recuperamos hasta que ya es demasiado tarde: cuando regresamos a casa con un montón de bolsas, la cartera vacía y una sensación de culpabilidad que no te permite descansar.
Igual que los expertos aconsejan en época de rebajas o de Navidad tener la cabeza fría y no dejarse llevar por el consumo, en el caso de los adictos a las compras, el patrón que deben seguir es muy similar. Evitar salir sin objetivos, anotar previamente lo que necesitamos, nunca gastar en momentos de desánimo o euforia y preparar el presupuesto para que el gasto no se desboque.
Según una encuesta de la Asociación Española de Consumidores, este Black Friday cada español se gastará de media 181 euros. Es una cifra que varía según la ciudad. En Madrid es donde se prevé un mayor desembolso, con 245 euros de gasto de media, seguida de Barcelona, con 243 euros y de Málaga y Pamplona con 214. Pero hay otras ciudades con menos presupuesto como Almería, con 132 euros o Albacete, con 145 euros.
En el caso de las compras compulsivas, todos los días son Black Friday. La persona adicta inventa cualquier excusa mental para salir a comprar. Además, en estas fechas hay que tener mil ojos. Tanto es así que el ministerio de Consumo va a investigar las llamadas falsas rebajas tras las sanciones que ya impuso el año pasado ante varias prácticas fraudulentas.
Según Consumo, “estas prácticas comerciales se considerarían desleales con las personas consumidoras y supondrían una infracción en base al Artículo 47 de la Ley General para la Defensa de Consumidores y Usuarios. Bajo este precepto, estas prácticas pueden llegar a calificarse como infracciones graves con multas de hasta 100.000€, cantidad que se puede sobrepasar hasta alcanzar entre cuatro y seis veces el beneficio ilícito obtenido. Ya se ha impuesto sanciones por valor de 90.000 euros a dos operadores de comercio electrónico por llevar a cabo rebajas engañosas durante el último Black Friday, en noviembre de 2023, y mantiene abiertos expedientes a otros seis grandes operadores de comercio por esta misma práctica en sus ventas online durante ese mismo período el año pasado.”
En el caso de las mujeres con tendencia a sufrir este tipo de adicciones, estas fechas son perfectas para dar rienda suelta al gasto y pasar desapercibidas. Con un perfil de mujer joven, con una posición económica lo suficientemente holgada como para gastar sin pudor, que le gusta la moda y se encapricha con lo último que sale al mercado sin dedicarle ni un minuto a reflexionar si lo necesita, si es demasiado caro o debería mejor ahorrarlo para otra ocasión.
Un trastorno que puede agravarse si no se trata. Las personas que los padecen pueden sufrir ansiedad, falta de control y como consecuencia, problemas familiares, de pareja y laborales, fuertes endeudamientos e incluso robos como necesidad última de poseer lo que no se puede tener.
Nadie está exento de padecerlo. En estos tiempos en los que prima la imagen, son especialmente vulnerables las mujeres con obsesión por la apariencia física. Las redes sociales han agrandado ese poder sobre la imagen y nuevas necesidades para las adolescentes. También pueden caer las mujeres con baja autoestima, que busque la aceptación de sus amigas intentando proyectar una imagen novedosa. También cubrir carencias afectivas, vacíos internos. Detrás del acto de salir a comprar puede haber una necesidad de no pensar en lo que realmente le preocupa. También pueden sufrir este trastorno las personas que han tenido una educación sin límites, que recibían todo tipo de caprichos sin límites durante su infancia y que consideran que el deseo debe estar inmediatamente correspondido. Lo contario genera frustración y malestar. La oniomanía está más presente en la sociedad y entre las mujeres de lo que nos imaginamos a priori.