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Criptomonedas y aranceles: ¿refugio financiero o arriesgado espejismo?

Desde su irrupción en el panorama financiero, las criptomonedas han ido protagonizando unos altibajos de emociones y efectos económicos internacionales. Ya hace tiempo que Bitcoin, la más famosa, así como Cardano, Ethereum, XRP o Solana, captaron la atención de los inversores y otros adeptos al pelotazo. Con este nuevo símbolo del ecosistema financiero “descentralizado” coexiste un mercado bursátil, con sus propias vicisitudes y una larga historia a sus espaldas. Ambos van bailando al ritmo de las decisiones de bancos mundiales y de los distintos gobiernos nacionales.

Desde que Trump volvió a la Casa Blanca, este nuevo ecosistema ha ido también sufriendo las ocurrencias de nuestro protagonista. Si algo define el peliculón de Donald y su segunda entrega, es la sorpresa. Curiosamente nuestro hombre es guionista, actor principal y artífice de su propia historia, así como de los rebotes y sustos que inflige a los demás actores y economías.

Con su llegada al poder en noviembre pasado, confirmó su apuesta personal por las futuras formas de monedas, Bitcoin a la cabeza, superó por primera vez los 80.000 dólares, Ethereum se consolidó por encima de los 3.000 dólares, y Solana tuvo un incremento del 60 %, entre las más estelares.

Curiosamente, parte del foco mediático se lo llevó de nuevo el imprevisible político ya que su TRUMP Coin escaló más de un 400 %. Bastaron unos memes y un par de guiños en redes para que medio mundo pensara que Trump lo lanzó, aunque así realmente no fuese.

Como ya analizamos en un reciente artículo sobre aranceles y su tremendo impacto sobre las tecnológicas americanas las políticas del hombre del flequillo no solo tensan las cadenas de suministro, sino que también activan perturbaciones en cualquier tipo de valores.

Wall Street - Economía
Los mercados financieros agitándose tras los aranceles de Trump
EFE

Y aunque las criptomonedas nacieron con vocación de independencia total frente a las normas estatales establecidas, parece que seguirán siempre, de una forma u otra, expuestas a las decisiones de cualquier jefe de estado.

Aranceles y pérdida de papeles

Si lo adelantó ya en febrero, Trump encendió realmente la mecha en abril del 2025. Anunció unos inminentes aranceles (una de sus promesas electorales) sobre la mayoría de los productos procedentes del extranjero.

Sus palabras se convirtieron en un severo castigo para todas las empresas (incluidas las suyas) y en particular con las tecnológicas relacionadas con la informática, chips, semiconductores y baterías. En pocos días, los mercados tradicionales se hundieron y salieron despavoridos sus habituales inversores. En pocas horas, tanto el S&P 500 (principal índice de valores americanos) y el Nasdaq (su equivalente tecnológico) sufrieron unos abultados retrocesos. Los principales analistas llegaron a rescatar términos del pasado como “crash”, “lunes negro”, “recesión técnica” o “crack financiero”.

Retratos y gorras del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, en la Bolsa de Valores de Nueva York, EE. UU.
EFE/JUSTIN LANE

La reacción de las criptos en tiempos difíciles

El anuncio de las nuevas y drásticas políticas comerciales, incluyendo aranceles a importaciones de países vecinos como Canadá, México y el eterno enemigo chino, generaron, en unas pocas horas, una gran incertidumbre en todos los mercados financieros, y acabaron afectando negativamente a las bolsas pero también a las distintas criptomonedas.

Durante febrero de 2025, Bitcoin cayó cerca de un 20%, viendo esfumarse el techo de los 100.000 dólares y su efecto psicológico. Cayeron en cadena todas las grandes seguidoras como Ethereum o Solana. Y aunque surgió algún rumor sobre Cardano de convertirse en un partner privilegiado, también acabó sucumbiendo al general “mal rollo”. El mercado se enfrentó a un panorama complejo dominado por la incertidumbre y el miedo, indicando que una guerra comercial de largo recorrido no beneficiaría a nadie, ni a la antigua, ni a la nueva economía.

Esto añadido a un reciente robo de monedas digitales aportó aún más incertidumbre sobre el futuro de una economía estable. El inicio de una nueva etapa en la que conviven paranoia tecnológica y esperanza de un futuro capital privado realmente libre.

Al congelador durante 90 días

A media semana Trump nos volvió a sorprender con uno de sus volantazos habituales. Decidió postergar su nueva puesta en marcha de aranceles (menos los que le enfrentan a China) durante unos 90 días, un plazo que viene a ser una de sus preferidas costumbres.

 

Donald Trump.
KiloyCuarto

Recordemos que acordó el mismo plazo hace muy poco a TikTok ante su fecha inminente de cierre, explicando darse más tiempo para buscar un comprador americano idóneo. Repitió fórmula con los aranceles internacionales y mofándose de los demás países como si fueran monigotes, sin tener en cuenta los miles de puestos de trabajo en riesgo por todo el mundo y colgando de un hilo.

La congelación arancelaria intervino según él, para dar aire a sus aliados y fomentar un clima de negociación sosegado, cuando en realidad podría ser de nuevo por unos intereses no solamente económicos, sino también personales y políticos. ¿O habrá sido una estrategia para calmar a sus amigos millonarios que han perdido mucho dinero estos últimos tiempos?

El caso es que Wall Street reaccionó rápidamente (tanto el Nasdaq como el S&P 500) y en particular las acciones relacionadas con esas grandes corporaciones. En menos de una hora Apple, Amazon, Tesla… las más castigadas… provocaron una recuperación del índice tecnológico de casi un 12%. Los criptosfans siguieron la tendencia y Bitcoin y su cola de seguidores confiaron en esta nueva propuesta. No obstante, la alegría duró una única noche y unas cuantas horas, ya que al abrir Wall Street el 10 de abril, volvieron a desplomarse sus dos mayores índices. A pesar de todo, los parqués europeos consiguieron cerrar en positivo.

A pesar de que, en varias redes sociales, cientos de usuarios apuntaban a que el caos promovido por el presidente americano podría ser una gran oportunidad para el mundo cripto, realmente no es oro todo lo que reluce. A la hora de redacción de este artículo, Bitcoin vuelve a caer un 7% en el mercado, en una nueva montaña rusa, arrastrando a los demás valores digitales. Unas taquicardias no aptas para el común de los mortales, y menos para los inversores que se juegan, cada día, miles de millones.

Criptos: ¿Refugio o espejismo en tiempos revueltos?

Aunque las criptos podrían parecer un valor refugio en tiempos de revuelta (fue la razón inicial de su existencia) el paralelismo comportamental con la bolsa es cada vez más evidente cuando los demás mercados se van al traste. Desde que Trump volvió a aparecer en escena, las criptomonedas han ido subiendo y bajando al ritmo de sus inventos y retórica.

Aunque hoy mismo invitaba en uno de sus polémicos tweets a “comprar ya que estamos el mejor momento”, parece que el inversor se ha quedado él también congelado y con pocas ganas a jugárselo todo. Tanto vaivén no conviene a nadie, y menos a la toma de riesgo en esta tensa situación mundial y política, sea en mercados bursátiles o incorruptibles criptomonedas.

Tanta decisión descabellada hacen que muchos se pregunten si Trump no ha aprendido algo de Musk en todo esto de las especulaciones a gran escala y en su arte de ganar dinero fácil en momentos de fuerte oleada especulativa.

La fórmula es sencilla y entendible para cualquier mente. Crear el caos desde tu trono. Tumbar en tan solo unos días todo un mercado. Comprar a bajo precio para volver luego a vender más caro, cuando se recupere la situación, al anunciar 90 días de plazo.

Algunos en redes han sugerido que el patrón recuerda a movimientos ya detectados en figuras como Musk. Recordemos cuando Musk compró millones de dólares en Bitcoin antes de anunciar su aceptación como medio de pago en Tesla, lo que disparó instantáneamente el valor de la criptomoneda y antes de volver a vender todo e indicar que había cambiado de idea. Una estrategia que, sin indicios, ni pruebas fehacientes para ello, algunos indican que el presidente americano podría estar replicando. En la sombra y desde la inmunidad que él mismo se ha otorgado.