“China está deseando estrechar relaciones comerciales con España. Necesita un país como este que tiene fuertes lazos con Latinoamérica, pero también relación con Oriente Medio. España se sitúa en una posición de oportunidad única como nexo entre todos ellos. Y hay capacidad de negociación entre España y China porque ambos son complementarios”. Esta es la visión que Margaret Chen, una de las mayores expertas en relaciones comerciales entre ambos países, comparte en una entrevista con Artículo14, cuando mañana, 11 de abril, Pedro Sánchez inicia su primer viaje oficial a China, que, a su vez, será su tercera visita en tres años.
Margaret Chen, ingeniera por la Universidad de Shanghái y reconocida como una de las cien personas chinas más influyentes en el ámbito internacional, lleva promoviendo la construcción de puentes entre ambos países desde 2010, como fundadora de China Club. En esta visión de oportunidad que se abre para España en su relación comercial con China, cuando el mundo se enfrenta a nuevo orden geoestratégico tras la guerra de aranceles de Donald Trump y cuando el gigante asiático ha decidido plantarle cara, Chen advierte de la falta de conocimiento de su país lleva a pensar en China como un país agresivo cuando no es así. “En realidad, es un país centrado en superarse a sí mismo que nunca ha invadido a nadie. China quiere un desarrollo inclusivo, si ganamos nosotros también nuestros socios”, asegura.
Oportunidad para España
– ¿Cómo valora el viaje del presidente Pedro Sánchez a China?
Este año se cumplen 20 años de la relación estratégica entre China y España, y ya estaba previsto previamente. Es una oportunidad para España, en un momento en que en la Unión Europea también se percibe un cambio hacia China. Incluso en países como Alemania, con empresas como el Grupo Volkswagen, que obtiene el 35 % de sus ventas mundiales del mercado chino.
Con una industria de componentes del automóvil y servicios como la que tiene España, ¿por qué no puede fabricar un coche chino? ¿Qué diferencia hay con un coche japonés o coreano? En mi opinión, España tiene que posicionarse para atraer la fabricación de automóviles eléctricos porque China está muy por delante en relación a su calidad/precio frente al resto del mundo. También, debería posicionarse en los componentes y servicios de estos coches dado que España es uno de los líderes a nivel mundial.
Un primer ejemplo es el acuerdo entre la española JV Ebro y la china Chery, que en una ‘joint-venture’ (del 60% y el 40% del capital, respectivamente) están construyendo una fábrica de coches en Barcelona. Es una oportunidad y España tiene que posicionarse, porque China está deseando estrechar relaciones con el país.
Relación comercial
– La balanza comercial con China es deficitaria [37.700 millones de euros] y corremos el riesgo de una mayor dependencia. ¿Cómo puede España reequilibrar la relación?
España tiene capacidad de negociar porque ambos países son complementarios. Debería apostarse por atraer inversión china al país. Este enfoque marca la diferencia porque supone la generación de riqueza, la creación de puestos de trabajo, y no solo en el ámbito del automóvil.
La energía también supone una oportunidad, ya que China es líder en paneles fotovoltaicos; también en sistemas de almacenamiento en general, desde baterías hasta centros de datos. Incluso países como Italia o Argentina, que públicamente se posicionan como contrarios a China, están buscando un acercamiento. China es ahora mucho más flexible en cuanto a la inversión. Antes su posición era controlar la totalidad del capital en sus inversiones exteriores, pero ahora entiende la coparticipación en el capital.

Exportación
– La exportación de algunos productos que son de gran interés para España sigue siendo complicada. ¿Por qué?
China tiene sus cuotas, pero no son inamovibles. Sánchez sí puede negociar y transmitir qué es lo que quiere España; y, por supuesto, China también expondrá qué es lo que quiere. Pero ambos países son complementarios -es algo que digo siempre- porque lo que hace China no lo hace España, y viceversa.
El recelo que existe en los países occidentales en general frente a China se debe a una gran falta de conocimiento sobre la realidad del país. Por ejemplo, jóvenes estadounidenses preguntan a sus pares chinos si tienen comida suficiente o si son prisioneros del Estado. Refleja una realidad: más de la mitad de la gente no sabe nada de la realidad de mi país.
Desconocimiento
– Señala que existe un gran desconocimiento de su país. ¿Cuáles serían para usted las ideas preconcebidas de la cultura occidental respecto a China?
Habitualmente se habla de China con la idea de que es un país agresivo y peligroso. En realidad, es un país centrado en superarse a sí mismo que nunca ha invadido a nadie e históricamente tampoco ha hecho simulacros militares en las fronteras de otros países. China es un gran consumidor de materias primas y productos de alimentación, porque tiene 1.400 millones de personas. Está en un proceso de modernización rapidísimo y necesita materias primas. Se le acusa de haber comprado África, lo cual es falso. La realidad es que, en el pasado, China tampoco ha tenido prisa en aclarar.
Ahora sí está intentando explicar su desarrollo inclusivo -que es la palabra técnica que está utilizando el Gobierno- para transmitir que, si obtiene un beneficio, también lo obtienen sus socios. Creo que cada país puede especializarse en ciertas materias; por ejemplo, España es líder mundial en aceite de oliva. No tiene sentido competir con trabajos de bajo valor añadido, como la confección, cuando países como China o India lo hacen a la quinta parte del precio. Y esto es algo que no se supo anticipar a nivel mundial cuando China entró en la Organización Mundial del Comercio (OMC).
“Hay una diferencia de China con el resto del mundo, y es que es el único país que puede ser independiente”.
Hay una diferencia de China con el resto del mundo, y es que es el único país que puede ser independiente, porque en sí mismo es un continente, y lo demostró en el pasado cuando estuvo cerrado durante más de treinta años. A consecuencia de ello, hay otra visión errónea de su sistema político, que se define como comunista.

Crecimiento
– ¿Por qué considera que existe una visión equivocada del sistema político chino?
Se habla de la “China comunista” en tono peyorativo y muy negativo. No hay un único partido político, aunque el mayoritario, que ostenta el poder, tiene gran diferencia con el resto. China es un sistema socialista que, en los últimos 40 años, ha logrado un avance mayor que en los 4.000 años anteriores. Se ha logrado una tasa de pobreza cero, cuando países como España o Italia tienen tasas de dos dígitos. Existe una clase media de casi 400 millones de personas, y esto es un éxito social.
El 60 % del crecimiento de la economía mundial proviene de los países BRICS (siglas en inglés de Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), y China es el único país desarrollado que está logrando mantener tasas de crecimiento superiores al 5 % del PIB. Creo que existe un ataque injustificado a China.
Huawei
– Al hilo del ataque que señala, ¿qué opinión le merece el trato dado a Huawei?
El sector de las telecomunicaciones tiene un sentido estratégico de seguridad. Pero no se ha podido demostrar formalmente nada en contra de esta empresa. Desde esta perspectiva, tampoco tendría sentido volcarse únicamente en la tecnología estadounidense. Lo más seguro sería, entonces, tenerla compartida.
Se ha perdido una oportunidad de avanzar más rápidamente en la extensión de la tecnología 5G en Europa, mientras que China ha logrado un gran avance. Personalmente, pienso que la tecnología es para la humanidad. Si un país ha desarrollado este avance, ¿no tiene más sentido trabajar en el siguiente?
Aranceles de EEUU
– No puedo concluir sin preguntarle por su opinión acerca de los aranceles que ha impuesto Donald Trump.
Como ha justificado, se trata de una estrategia para forzar que la producción vuelva a Estados Unidos. Pero es un análisis imposible cuando hay productos cuya fabricación resulta mucho más económica en otras partes del mundo. Como señalan los analistas, la primera consecuencia para los consumidores será una subida de precios.
Otro factor es que, para montar una nueva línea industrial, se necesita tiempo. No se puede construir de un día para otro; son inversiones que requieren de tres a cinco años de plazo. Desde un punto de vista teórico, a largo plazo podría ser una idea, pero, en cualquier caso, los eventuales resultados se verían después de su mandato.