A finales de marzo, el Boletín Oficial del Estado (BOE) publicó un cambio significativo en las cotizaciones de las empleadas del hogar. Un cambio que tiene efectos retroactivos desde enero del presente año y que es consecuencia del incremento del Salario Mínimo Interprofesional (SMI). Esta actualización, que incrementa el coste de cotización a la Seguridad Social para los empleadores, se percibirá en los recibos a partir de mayo o junio de 2024, cuando también se regularicen los pagos anteriores del año.
Detalles de la subida en las cotizaciones de las empleadas del hogar
El pasado 28 de marzo, las nuevas tablas de cotización para las empleadas del hogar se hicieron públicas. Esto marcó un incremento notable en los costes para las economías domésticas. Según estas tablas, los empleadores deben ahora ajustar los salarios que pagan a sus empleados domésticos de acuerdo con las nuevas directrices. Lo cual implica un recibo más alto de la Seguridad Social. Además, se detalla la proporción de la cotización que debe asumir el empleador y aquella que corresponde al empleado, esta última descontable del salario, similar a la práctica en las nóminas de otros trabajadores asalariados.
Impacto en los “microempleadores”
Los cambios en las cotizaciones de las empleada del hogar afectan de manera particular a los denominados “microempleadores”. Pero ¿qué es esto? Básicamente, hogares que emplean personal para unas pocas horas a la semana y cuyo presupuesto se ajusta principalmente a cubrir necesidades básicas de ayuda doméstica. Desde enero de 2022 hasta enero de 2024, el coste mínimo para un empleado a tiempo completo ha aumentado aproximadamente un 15%. Mientras que para aquellos que trabajan solo tres horas semanales, el aumento ha sido de casi un 23%. Estas subidas reflejan cómo las recientes actualizaciones impactan de manera desproporcionada a un sector amplio de empleadores con recursos más limitados.
Beneficios del cambio y riesgos potenciales
A pesar de los incrementos en los costes, hay aspectos positivos que destacar. Desde 2022, las empleadas del hogar comenzaron a cotizar para el desempleo. Un derecho del que antes carecían. Este avance no solo promovió salarios más dignos, sino que también mejoró las condiciones laborales de un sector frecuentemente marginado dentro del ámbito laboral.
Sin embargo, no es oro todo lo que reluce. También hay peligros que combatir en el horizonte. Uno de los riesgos asociados al incremento de las cotizaciones de las empleadas del hogar es el potencial aumento del empleo sumergido. Ante el alza de los costes laborales, algunos empleadores podrían optar por contratar servicios domésticos de manera informal, evadiendo las regulaciones laborales y las cargas tributarias. Lo que toda la vida se ha conocido como “economía sumergida”.