En una noticia que ha sacudido al mundo de la cosmética, Avon Products, el icónico gigante de la venta directa de productos de belleza, se ha declarado en bancarrota en Estados Unidos. La empresa ha solicitado acogerse al Capítulo 11 de la ley de quiebras. Una medida que, aunque puede parecer drástica, busca proporcionar a la compañía la oportunidad de reorganizarse y resolver sus problemas financieros sin tener que liquidar sus activos de inmediato.
Avon, una historia de éxito con un giro inesperado
Fundada en 1886, Avon se convirtió rápidamente en una de las marcas más reconocidas en el sector de la belleza. Destacó sobre todo gracias a su modelo de ventas directas. Durante décadas, millones de mujeres alrededor del mundo encontraron en Avon no solo una oportunidad para adquirir productos de alta calidad, sino también una forma de ganar independencia económica a través de la venta de estos productos. Sin embargo, durante los últimos años, la compañía ha lidiado con desafíos cada vez mayores.
Las ventas directas, modelo que fue revolucionario en su época, comenzaron a mostrar signos de desgaste en un mercado cada vez más digitalizado y competitivo. La aparición de nuevas marcas que apuestan por la venta online, así como la mayor preferencia de los consumidores por experiencias de compra más modernas, erosionaron poco a poco la cuota de mercado de Avon. Además, las controversias relacionadas con la salud y seguridad de algunos de sus productos —como el talco— terminaron en costosas demandas y añadieron presión financiera a la empresa.
El proceso de bancarrota en Estados Unidos: ¿qué significa?
El proceso de bancarrota bajo el Capítulo 11 en Estados Unidos permite que las empresas continúen operando mientras intentan reestructurar su deuda y mejorar su situación financiera. En el caso de Avon, esta decisión significa que la compañía intentará renegociar con sus acreedores y buscará una solución que permita su viabilidad a largo plazo. No obstante, el impacto en sus operaciones y en la percepción de los consumidores es innegable.
La declaración de bancarrota no incluye las operaciones de Avon fuera de Estados Unidos. Eso significa que los negocios de la marca en otros países seguirán operando como de costumbre. Al menos, por el momento. Sea como sea, la incertidumbre sobre el futuro de la empresa en su país de origen puede generar dudas entre los consumidores y vendedores de la marca a nivel global. Veremos qué acaba sucediendo, pero la franquicia queda visiblemente tocada.
¿Qué va a pasar con los productos de Avon a partir de ahora?
Una de las principales preocupaciones tras la declaración de bancarrota es qué sucederá con los productos de Avon y su distribución. Según la información disponible en estos momentos, la producción y su posterior venta fuera de Estados Unidos no se verá afectada directamente por el proceso de bancarrota. A fin de cuentas, estas operaciones no están incluidas en el procedimiento del Capítulo 11. Sin embargo, esto no significa que no puedan surgir complicaciones.
La percepción negativa que genera una bancarrota, especialmente en una marca tan conocida como Avon, podría influir en los consumidores. Además, los proveedores y distribuidores podrían reconsiderar sus relaciones con la empresa, preocupados por la estabilidad financiera de Avon.
El grupo brasileño Natura & Co, que adquirió Avon en 2020, ha manifestado su apoyo a la empresa y ha anunciado una inyección de 43 millones de dólares como deudor en posesión (DIP). Esto debería proporcionar a Avon la liquidez necesaria para mantener sus operaciones mientras dura el proceso de reestructuración. Asimismo, Natura ha llegado a un acuerdo para adquirir las participaciones de Avon en operaciones fuera de Estados Unidos por 114 millones de euros. Lo que apunta a una estrategia para salvaguardar el valor de la marca en mercados internacionales.