El nuevo convenio firmado entre Asisa, Adeslas y el Gobierno para mantener el modelo de Muface hasta finales de 2027 ya empieza a mostrar las primeras grietas. A pesar de garantizar la continuidad del sistema que cubre la asistencia sanitaria de más de 1,5 millones de funcionarios, las aseguradoras han tenido que afrontar una dura negociación con los hospitales y centros privados que prestan el servicio. Y el resultado está lejos de contentar a todos.
El origen del problema está en las tarifas que las aseguradoras ofrecen a los centros médicos. Aunque el Estado ha incrementado las primas que recibe cada aseguradora por atender a un mutualista, las clínicas denuncian que ese aumento no se ha trasladado a sus retribuciones. Según ha denunciado en El Economista el presidente de ASPE Sanidad, Carlos Rus, “nos están planteando un aumento de tarifas del 3%, mientras que ellos han recibido una subida superior al 40% de las primas”. Una diferencia que, según la patronal, pone en riesgo la viabilidad de muchos servicios del sistema Muface.
Rus señala que lo lógico sería que parte del incremento en las primas se destinase también a remunerar de forma más justa a los centros y hospitales. En su opinión, las aseguradoras están obligadas a mostrar “altura de miras” si realmente quieren mantener vivo el modelo Muface, que ya lleva años mostrando señales de desgaste.
Este desencuentro se produce además en un contexto de incertidumbre económica global, con previsiones de inflación al alza y aranceles internacionales que podrían encarecer aún más los costes sanitarios. “Si el IPC sube por encima del 3% y me estás ofreciendo esa misma subida, es claramente insuficiente”, denuncia Rus, dejando clara su posición frente a lo que considera una oferta “injusta y desequilibrada”.
Detrás del nuevo convenio de Muface: reducción del cuadro clínico y tensiones territoriales
Pero las tarifas no son el único punto conflictivo. Según Carlos Rus, desde que se firmó el nuevo convenio con Muface, los hospitales están detectando un recorte preocupante en el cuadro clínico. En otras palabras, se están reduciendo los centros y las especialidades concertadas. Eso podría afectar directamente a los mutualistas. “Ya se están recibiendo propuestas con menos claves y menos centros disponibles”, advierte Rus.

Imagen del logotipo de Muface sobre un fondo rosado | Kilo y Cuarto
Desde ASPE se reivindica que el cuadro médico se mantenga estable durante la vigencia del concierto. Cambiarlo a mitad del acuerdo genera desconfianza en los mutualistas, que muchas veces eligen una aseguradora por la cercanía o la calidad de un centro concreto. “Si eliges un hospital y luego te lo quitan, el usuario se siente engañado”, explica el presidente de la patronal. Una realidad que podría socavar la confianza en el sistema Muface, justo en un momento en el que el modelo necesita reforzarse.
A esta situación se suma la salida de DKV, que deja únicamente a Asisa y Adeslas como compañías encargadas de ofrecer cobertura dentro de Muface. Aunque el Gobierno ha asegurado la continuidad del modelo, cerca de 200.000 mutualistas que estaban con DKV deberán optar ahora entre una de las dos compañías restantes o pasarse al sistema público. “Quien ha estado en el ámbito privado, tenderá a continuar en él”, pronostica Rus.
Un reto importante para las aseguradoras
El cambio plantea retos importantes para las aseguradoras. Éstas tendrán que concertar nuevos acuerdos con centros en zonas donde antes no tenían apenas presencia. El caso más claro es el de Cataluña y La Rioja. Allí DKV tenía una cuota mucho más significativa de mutualistas que Asisa o Adeslas. En concreto, en Cataluña tenía 57.837 usuarios y en La Rioja, 4.703. “Han tenido que hacer esfuerzos para cubrir zonas donde antes apenas operaban”, explica Rus.
Desde la patronal insisten en que el servicio no se verá perjudicado por la desaparición de DKV. Sin embargo, reconocen que será necesario cerrar nuevos conciertos para cubrir todo el territorio de Muface. “Al final, quienes prestan el servicio son los centros sanitarios, y nosotros seguimos siendo los mismos”, afirma el presidente de ASPE.
Un modelo en decadencia: pérdida de mutualistas y financiación insuficiente

Myriam Pallarés es la directora general de Muface | Kilo y Cuarto
Más allá de la polémica actual, los datos muestran una tendencia preocupante: Muface va perdiendo atractivo entre los funcionarios. En los últimos diez años, el número de mutualistas que eligen la sanidad privada dentro del modelo ha caído del 86% al 72%, según datos de la patronal. Un descenso significativo que evidencia un deterioro progresivo del sistema.
Para ASPE, la clave está en la infrafinanciación. Según los datos que manejan, por cada 100 euros que crece el presupuesto en el ámbito público, solo se destinan 50 euros al mutualismo. “Cuando esto ocurre durante una década, el modelo acaba desangrándose”, asegura Rus. Las consecuencias son evidentes: tarifas por debajo de mercado, centros desmotivados y mutualistas cada vez más insatisfechos.
Un ejemplo claro es el diferencial en los pagos. Hoy, la tarifa que se abona por atender a un mutualista es hasta un 10% inferior a la que se paga por un asegurado privado. Si una intervención cuesta 1.000 euros, el hospital recibe ese importe si el paciente es privado, pero solo 900 si se trata de un mutualista de Muface. A largo plazo, estas diferencias minan la rentabilidad de los centros que colaboran con el modelo.
Además, los médicos que trabajan en estos centros lo hacen generalmente a través de contratos mercantiles y cobran un porcentaje. Por tanto, si la aseguradora paga menos, el centro gana menos… y el médico también. Esto se traduce en un efecto dominó que termina afectando directamente a la calidad del servicio que recibe el mutualista.