Ninguna empresa quiere caer dos veces en el mismo error. Por eso la multinacional estadounidense Apple ha reaccionado rápido y ha preferido trasladar de ubicación de forma inmediata el ensamblaje de los iPhones que vende en Estados Unidos. Es un negocio que mueve demasiado dinero como para dejarlo en manos de Donald Trump. Por eso han decidido cambiar las fábricas de China por las de la India para finales de 2026 y así esquivar un futuro conflicto con Pekín, ahora que está en plenas negociaciones arancelarias con la Casa Blanca.
La idea es duplicar la producción que realiza en la India y enviar desde allí los 60 millones de teléfonos móviles de la manzanita que compra anualmente Estados Unidos. De lo contrario y si se recrudecen las relaciones con China, la empresa de Tim Cook podría enfrentarse a unos aranceles del 146%, una presión fiscal que no se puede permitir ninguna multinacional, por fuerte que sea. En el peor de los casos, y, si tras los noventa días de pausa por parte de la Administración Trump se mantienen los aranceles, solo tendrá que soportar unos gravámenes del 26% que son los que soporta Nueva Delhi.
La India fabrica uno de cada cinco iPhones
Según publica Financial Times, en la actualidad, en la India se fabrican uno de cada cinco iPhones, mientras que China sigue siendo su gran centro de producción. Pero cada vez más asiáticos se dejan conquistar por el diseño de la multinacional. Apple inauguró en 2023 su primera tienda en Bombay y en el último ejercicio ya ensambló teléfonos por un valor de 22.000 millones de dólares, lo que es un salto cuantitativo respecto al anterior año con un aumento de la producción de casi un 60%.
Es una estrategia muy bien pensada por parte de Apple para diversificar su cadena de suministro, un movimiento rápido que evita pérdidas de millones de dólares y que es fruto de las decisiones del presidente de su propio país, que no calibró (o no le importó) que imponiendo aranceles a otros países también dañaría a sus empresas patrias.
Ya ha perdido millones en la Bolsa. Apple cotiza en el Nasdaq, el índice de las tecnológicas en Wall Street y ha borrado durante las semanas de mayor incertidumbre, 700.000 millones de dólares de su valor en los mercados. Parece que la relación con la India es mucho menos tirante que con Xi Jinping. El vicepresidente estadounidense, J. D. Vance, viajó la semana pasada al país y afirmó que ambas naciones estaban logrando “muy buenos avances” en la negociación arancelaria.
Tesla cae un 71% en el primer trimestre
Es un momento delicado para los directivos de Silicon Valley que apoyaron al presidente Trump en su toma de posesión, acudiendo sonrientes, pensando que a su lado les iría mejor. Pero la realidad ha sido muy diferente. A Elon Musk le ha pasado factura pasarse de los negocios a la política y los beneficios de Tesla han caído en el primer trimestre del año un 71%. De hecho, Musk reveló que solo le dedicaría a Trump entre uno y dos días por semana para dedicarse de lleno a sus empresas. En el caso de Apple, presentará sus resultados trimestrales la semana que viene. Los inversores viven con cautela este momento en el que cualquier comentario negativo puede devolver a las bolsas a la sangría de los últimos días. Tiene mucho que perder, es la mayor empresa tecnológica del mundo por valor bursátil y dividir el mundo en dos bloques comerciales, no le beneficia.
Lo más paradójico es que Apple, como compañía global, utiliza diferentes elementos procedentes de varios países antes del ensamblaje final del teléfono. Piezas como semiconductores, baterías, cámaras o pantallas, que también provienen de China, así que sus productos se verán obligados a realizar un periplo por diferentes países del mundo para esquivar los aranceles y acabar en las manos de un ciudadano estadounidense. Pero ese móvil también será ‘made in China’, aunque no lo ponga.