Desde que accediera a la presidencia del Santander, en 2014, la figura de Ana Patricia Botín se ha visto expuesta a una presencia mediática de la que no gozaba durante su etapa como máxima responsable de Banesto. Suceder a su padre, una figura clave en la historia de la banca de nuestro país, suponía todo un reto y parece que la empresaria lo ha sabido hacer bastante mejor de lo que algunas voces barruntaban. En esto ha tenido también mucho que ver el estilo que ha impuesto a la hora de desarrollar una presidencia que poco tiene que ver con lo que podíamos estar acostumbradas.
Lo cierto es que, por lo menos en manera de moda, lo que hizo fue trasladar su manera de entender lo que debe de ser una banquera en el siglo XXI, que ya lo había desarrollado en Banesto, al Santander. Estos días todo el mundo habla del estilo de Kamala Harris, como también lo hicimos en Artículo 14, y de cómo si bien confía en marcas de alta moda, sigue el patrón clásico de una responsable política, con el pantalón de chaqueta y traje como ADN. Ana Patricia Botín decidió hace tiempo no caer en ese tópico. Diseñadores como Jean-Paul Gaultier o Gianni Versace defendían con sus creaciones en los años 90 la muerte del power dressing y apostaban por una moda femenina donde los elementos tradicionales de la indumentaria de la mujer se empleaban como arma en el campo de los negocios, y ese es el camino por el que Botín ha optado.
Su estilo, pese a ser correcto para el ambiente en el que se mueve, no deja de estar plagado de pequeños gestos o guiños informales, que podríamos llamar incluso “pequeñas revoluciones”. Tanto en las redes sociales como en su día a día parece querer quitarle algo de seriedad al mundo de la banca, buscando acercarse a perfiles más jóvenes. Así es como se entiende, por ejemplo, su perfil de Instagram, en el que trata de contar su día a día (con mayor o menor fortuna, todo hay que decirlo). Hubo un tiempo donde decidió incluso etiquetar las firmas que lucía, con la intención de potenciar la moda española, aunque esa parece ser una empresa que hace tiempo que abandonó.
Lo cierto es que sí encontramos un estilo Ana Patricia Botín, donde hay, sobre todo, dos elementos clave. Por una parte, el color rojo. Ella lleva el ADN del Santander en las venas, de ahí que prácticamente siempre lleve un elemento rojo en su indumentaria, ya sea una chaqueta, una falda o el pañuelo. El color corporativo siempre está presente. Por otra, ha creado una imagen personal gracias a los pañuelos que suele llevar anudados al cuello. Con estampados alegres y desenfadados, forman ya parte de la imagen pública de Ana Patricia Botín y es raro verla sin ellos.
En este análisis del estilo de la presidenta del Santander hemos hablado del concepto de feminidad que defiende allá por donde va. Bien, esto se observa de manera clara si nos fijamos en que es una mujer que ha decidido prescindir del clásico traje de chaqueta oscuro. Nos cuesta traer a la memoria un acto en el que haya acudido así. Por el contrario, prefiere la combinación de chaqueta —sobre todo si es de tipo tweed, inspirada por Chanel, pero que puede ser perfectamente de Zara, como ya le hemos visto lucir— con pantalón de corte pitillo o falda. Y, a ser posible, evitando el color block: prefiere combinar tonalidades, logrando así una fotografía donde queda claro, entre tanto traje oscuro de un consejo de administración, dónde está la presidenta. De esta manera, se presenta con una imagen renovada que habla de manera más directa a un público que está lejos de la sala de juntas y que empieza a observar con cierta desconfianza a los hombres encorbatados.
También la hemos visto con zapatillas, con cuñas firmadas por Valentino o botas altas, buscando derribar los códigos clásicos de vestimenta que parecen no dejar a las mujeres ir más allá del zapato de tacón o la bailarina. Y es que, podemos decir sin miedo a fallar en el tiro, que Ana Patricia Botín, a su edad, resulta mucho más controvertida vistiendo que muchas personas más jóvenes. Recoge, eso sí, muchos elementos de las mujeres destacadas de su familia que le han precedido, como es su madre, Paloma, y su tía, la fundadora de la revista Telva, Covadonga O’Shea.
Otra rasgo que también podemos destacar de la forma de vestir de Ana Patricia son los accesorios. En este campo, es capaz de mezclar la última tecnología o el diseño más moderno con elementos de corte más tradicional o étnico, como un collar que le hemos visto recientemente en oro, o las clásicas perlas, de la que tiene una interesante colección, con pendientes XXL o un collar de doble vuelta que le llevamos viendo desde 2007.
Hay mujeres que defienden una revolución callada que se implanta a través del ejemplo diario. Y este parece ser el caso de la presidenta del Santander, que parece querer poner patas arriba el código de indumentaria en el mundo de los negocios para conseguir conquistar un derecho más para las mujeres.