27.000 empresas españolas, pendientes del ‘Día de la liberación’

Los medios estadounidenses plantean un escenario con aranceles del 20% a la mayoría de importaciones sin diferencias entre productos o países, lo que supondría un golpe de 1,4 billones de dólares

Donald Trump.
KiloyCuarto

Hasta 27.000 empresas de toda España contienen la respiración. Están pendientes de la decisión arancelaria de Donald Trump, que aunque físicamente se encuentra a más de 6.000 kilómetros de distancia, puede asestarles una bofetada directa en la mejilla.

Estados Unidos es un destino clave para el sector exterior español, que exportó en 2023 bienes por un valor de 21.000 millones de euros, más del 1% del PIB español, según datos de la Cámara de Comercio de España. Pero sobre todo destacan un puñado de sectores: los productos químicos y farmacéuticos, los componentes de los automóviles y los productos agroalimentarios, especialmente el aceite de oliva y los vinos.

Aún así, si comparamos el tejido empresarial español con el resto de la Unión Europea, nuestra exposición es infinitamente menor. Si las empresas españolas se mantienen en vilo, las alemanas están temblando ante lo que puede resultar una debacle para su industria.

Entre los grandes países de la Unión, Italia y Alemania concentran un porcentaje de sus exportaciones de bienes en el país norteamericano en el entorno del 10% de su PIB, Francia alrededor del 7% y España por debajo del 2%. A cierta distancia de otros países, como Irlanda, Chipre, Luxemburgo o Bélgica. De ahí que se estén acelerando en las últimas semanas los envíos al país, por ejemplo, de espumosos, para esquivar los posibles aranceles que puedan caer sobre el sector, que teme hasta un 200% de gravámenes.

“Las empresas españolas son conscientes de su vulnerabilidad en un contexto de mayor tensión comercial, de ahí que, a partir de las tensiones comerciales generadas en aquella etapa, se han ido preparando mediante la diversificación de mercados, la negociación con socios comerciales y el fortalecimiento de sus cadenas de suministro. También vienen explorando la creación de inventarios estratégicos en EE.UU., especialmente las medianas y grandes compañías, y el uso de tratados de libre comercio con otras regiones como alternativa para reducir la dependencia de mercados sujetos a cierta inestabilidad e incertidumbre”, explica en su informe la Cámara de Comercio. De ahí que el último acuerdo con los países del Mercosur haya resultado todo un acierto para ampliar el mercado.

Los periódicos The Wall Street Journal y The Washington Post plantean un escenario muy negro, con aranceles del 20% a la mayoría de importaciones a Estados Unidos, sin diferencias entre productos o países, lo que supondría un golpe de 1,4 billones de dólares y un consiguiente aumento drástico de los precios para los consumidores estadounidenses, que sufrirían una inflación galopante.

En el caso de las empresas españolas, no les pilla por sorpresa. Ya han tenido que afrontar otras guerras arancelarias en el pasado más reciente, durante el primer mandato de Trump. Y lo que hicieron fue expandir su presencia en mercados emergentes, especialmente en Asia, Oriente Medio y América Latina y renegociar los precios para repartir el impacto. Algunos tendrán que hacer lo que está buscando el presidente de los Estados Unidos: trasladar las fábricas a su país para que no le afecten los gravámenes. Es una solución para algunas marcas de coches como Honda que ya ha anunciado que acepta las exigencias del inquilino de la Casa Blanca.

En el sector del automóvil, España no exportó ni un solo coche terminado a Estados Unidos en 2024. Apenas tendría repercusión sí pero vendemos cosméticos a través de grandes empresas como Puig, que cotiza en Bolsa, y productos agroalimentarios por un valor superior a los 3.500 millones de euros, una factura cuyo 30% proviene exclusivamente de la venta de aceite de oliva. Sería el golpe más duro. Algunos países como Marruecos podrían salir beneficiados puesto que tiene en vigor un tratado de libre comercio con Estados Unidos y podría vender su aceite a un precio más competitivo si el español se encarece.

Y ya a mediados del mes de marzo han entrado en vigor los aranceles del 25% al acero y al aluminio. Exportamos más de 1.000 millones de euros de estos materiales cuyas empresas tendrán que asumir un recorte del 10% del valor total de sus exportaciones.

A la Cámara de Comercio española le preocupa especialmente las pequeñas y medianas empresas, que pueden aguantar el embiste con menos fuerza que las grandes multinacionales. Ya lo han sufrido en el pasado. “Las pymes españolas con exposición a EE.UU. fueron especialmente vulnerables debido a su limitada capacidad para diversificar mercados o ajustar precios, al contrario que las grandes empresas, las cuales lograron mitigar el impacto mediante estrategias globales. Hoy, las pymes podrían enfrentar desafíos similares, agravados por la inflación y el aumento de costes, lo que reforzaría la necesidad de políticas de apoyo específicas para impulsar su diversificación y mejorar la competitividad”.

Deben ser rápidas en su reacción, reforzar las cadenas de suministro y explorar nuevas relaciones comerciales para que las ocurrencias arancelarias del presidente Trump no las deje fuera de juego.

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