Los Juegos Olímpicos de París han arrancado en medio de una fuerte tensión geopolítica, debido a los conflictos en Gaza y en Ucrania. Se avecinan grandes cambios: con la participación de 10.500 atletas de 203 naciones, estos Juegos prometen ser los más inclusivos y sostenibles de la historia. Y la ceremonia de apertura, celebrada por primera vez fuera de un estadio en el río Sena, ha reunido a miles de espectadores.
Pero el espectro de la guerra ensombrece los Juegos de manera evidente, y se han tenido que implementar medidas de seguridad sin precedentes, con 45.000 policías desplegados para garantizar la protección. Además, Francia ha tenido que pedir apoyo internacional para blindar su capital, de cara a unos Juegos más tensos y más peligrosos de lo normal.
Menor participación
Una de las principales consecuencias del conflicto en Gaza y de la invasión de Rusia a Ucrania es que la participación de los atletas se ha reducido drásticamente. Ucrania, que solía enviar un gran número de atletas, ha reducido su contingente a alrededor de 140, el más pequeño desde la disolución de la Unión Soviética. Y es que la guerra ha dificultado muchísimo la preparación y el entrenamiento de los atletas ucranianos, muchos de los cuales han tenido que entrenar en condiciones adversas o incluso abandonar el deporte temporalmente para unirse al Ejército. Es más, centenares de atletas ucranianos han fallecido en combate o a causa de la agresión del Ejército ruso.
En la misma línea, los atletas de Rusia y Bielorrusia han enfrentado restricciones duras. Solo un pequeño número de atletas de estos países, aproximadamente 15 rusos y 17 bielorrusos, han recibido el permiso para participar. Y lo harán de manera neutral, sin representar sus banderas nacionales. Estos atletas tuvieron que pasar por un riguroso proceso de revisión para asegurar que no tenían vínculos con el apoyo a la guerra o con sus fuerzas militares.
Por otro lado, la participación de atletas palestinos también se ha visto afectada. De los ocho atletas palestinos en París este año, seis viven fuera de Palestina, debido a las dificultades extremas para entrenar en un territorio devastado por el conflicto. La guerra entre Hamás e Israel se ha cobrado la vida de alrededor de 300 atletas, entrenadores y personal deportivo palestino.
En general, la composición de los atletas en estos Juegos refleja esa realidad alterada por los conflictos globales. Las delegaciones de varios países han tenido que adaptarse a las circunstancias, con muchos atletas entrenando en el extranjero o en condiciones peores de lo normal, lo que podría afectar su rendimiento en las competencias.
Medidas de seguridad mejoradas
Como era de esperar, una de las prioridades absolutas ha sido la seguridad. El gobierno francés ha desplegado alrededor de 45,000 policías y miles de soldados para asegurar la seguridad de los atletas y espectadores. También se han implementado medidas extraordinarias, como la presencia de francotiradores en los tejados, patrullas de helicópteros y unidades especiales para prevenir ataques con drones.
Las zonas alrededor de los principales eventos, especialmente la ceremonia de apertura en el río Sena, han sido cercadas con barreras metálicas y controles estrictos de acceso. Los asistentes deben pasar por múltiples puntos de control de seguridad y presentar autorizaciones especiales para ingresar a ciertas áreas. Esta seguridad incrementada ha sido necesaria para mitigar las amenazas de ataques terroristas y actos de sabotaje.
Además, los equipos israelíes reciben protección adicional debido a las tensiones continuas en el Medio Oriente. Se les ha asignado unidades tácticas de élite para escoltarlos a eventos y proporcionar seguridad las 24 horas. Esta protección se ha incrementado en respuesta a los eventos recientes y la hostilidad que los atletas israelíes podrían enfrentar.
La seguridad cibernética también ha sido otra preocupación clave, con miedo de que Rusia pueda intentar desestabilizar los Juegos a través de ciberataques. Por eso, Francia ha reforzado sus defensas cibernéticas y está monitoreando de cerca cualquier actividad sospechosa para prevenir interrupciones en la infraestructura crítica del evento.
El aspecto humanitario
De manera más general, está el factor político; las tensiones son palpables, con protestas y manifestaciones tanto en París como en el resto de las capitales europeas. Los activistas están intentando llamar la atención sobre las guerras en Ucrania y Gaza, con algunos incluso pidiendo la exclusión de ciertos países del evento.
La presencia de atletas de países en conflicto también ha generado momentos de tensión. Por ejemplo, se han producido incidentes en los que atletas de algunos países han rehusado estrechar la mano de sus oponentes de naciones en conflicto. Gestos, aunque simbólicos, que reflejan las profundas divisiones políticas.
En el frente humanitario, se ha prestado especial atención a las difíciles condiciones que enfrentan los atletas de países en guerra. Organizaciones y comités olímpicos han trabajado para proporcionar apoyo a estos atletas, desde alojamiento seguro hasta asistencia en entrenamiento. Además, la comunidad internacional no deja de señalar la importancia de la solidaridad y el apoyo mutuo en estos tiempos difíciles.
Por su parte, el Comité Olímpico Internacional ha promovido el ideal de la “tregua olímpica”, aunque su efectividad es cuestionada en un mundo cada vez más dividido. Sin embargo, estas iniciativas simbolizan un esfuerzo por mantener vivos los principios de paz y unidad que los Juegos Olímpicos representan.
Logística e infraestructura
Luego está la logística e infraestructura de los Juegos, que enfrenta desafíos bastante únicos. Los organizadores han tenido que adaptarse rápidamente a las nuevas realidades, asegurando que todos los eventos se lleven a cabo sin contratiempos. La amenaza de ataques y sabotajes ha llevado a un rediseño de muchos aspectos logísticos, incluyendo el transporte de atletas y espectadores.
Han modificado las rutas de transporte para aumentar la seguridad, con controles adicionales y monitoreo constante. También han establecido zonas de seguridad alrededor de las sedes principales, y el acceso a estas áreas está estrictamente controlado. Esto ha requerido una coordinación sin precedentes entre las fuerzas de seguridad, los organizadores del evento y las autoridades locales.
Además, la infraestructura tecnológica ha tenido que ser reforzada para prevenir los ciberataques. Sistemas de vigilancia avanzados y medidas de protección cibernética han sido implementados para asegurar que los Juegos no sean interrumpidos por hackers o actores malintencionados.
El desafío de manejar la afluencia masiva de espectadores en un entorno de alta seguridad ha sido otro aspecto crítico. El objetivo de las autoridades es equilibrar la seguridad con la experiencia del espectador, asegurando que los controles necesarios no arruinen el disfrute del evento. Esto ha requerido innovaciones en la gestión de multitudes y la planificación de eventos.