Llegar a unos Juegos Olímpicos es algo impensable para cualquiera de los mortales. Imagínese ahora lo que supone llegar a siete y no sólo eso, estar ya pensando en que, por qué no, llegar a ocho. Suena a fantasía, ¿verdad?
Así es Teresa Portela, la primera mujer española en participar en siete Juegos Olímpicos. “Cuando empecé, cuando fui a mis primeros Juegos Olímpicos jamás pensé que podría ir a siete, jamás pensé que podría ganar una medalla olímpica. Fue todo pasito a pasito, centrándome en cada temporada, queriendo avanzar, queriendo ser mejor y sin darme cuenta, casi con los ojos cerrados, han pasado más de 24 años desde mis primeros Juegos Olímpicos. Ya van siete y lo he conseguido palada a palada”.
Teresa Portela:”Conciliar es muy difícil”.
Sídney 2000 fue su debut olímpico
Cuando la palista española se embarcó en su primera aventura olímpica, en Sídney 2000, Serena Williams tan sólo tenía un Grand Slam, Megan Rapinoe no era ni profesional y Yelena Isinbáyeva no había debutado en una competición internacional.
Ahí estaba Teresa y, aunque parezca mentira, a día de hoy sigue pensando en lo mismo que hace 24 años. “Al acabar unos Juegos, pensar en los siguientes…Lo veo como muy lejano y siempre me ha pasado, pero nunca cierro puertas. Cuando acabé los Juegos de Atenas no cerré puertas a Pekín, cuando acabé Tokio no cerré puertas a París y sé que es difícil pensar que el entreno de hoy me va a valer para dentro de 4 años, porque viéndolo así una se puede desmotivar, pero bueno está ahí y no cierro puertas a Los Ángeles, ni digo que no”.
Tras un descanso, de vuelta a la piragua
Tras competir en París, la gallega se dio un más que necesitado descanso. “Después de los Juegos tenía, como cada temporada, la necesidad de parar y descansar, sobre todo romper esa rutina de levantarte cada día queriendo exigirte más, esforzándote y trabajando tantas, tantas horas, necesitaba eso, un descanso, era necesario para mi cabeza sobre todo”.
Teri se tomó su merecido descanso, pero ya está entrenando y sigue con la misma la motivación que siempre, “al final la motivación está en ponerte los objetivos y las metas a corto plazo. Si te pones un objetivo para dentro de 4 años el día a día pierde fuerza. Para mí la clave está en marcarme los objetivos a corto plazo y el camino ya se irá construyendo solo”.
Teresa es un ejemplo de que, si quieres, puedes. A sus más de 30 medallas internacionales se le suman 3 carreras universitarias (nutrición y dietética, fisioterapia y magisterio) y 3 maravillosos hijos. “Es complicado ser deportista de élite, intentar dar lo mejor de ti y compaginarlo con estudios, se puede hacer, aunque lleva mucho trabajo. También es complicado ser deportista de élite y ser madre, el hecho de conciliar es muy difícil, pero también se puede hacer y al final es cuestión de organizarse, planificarse y saber que todo cuesta un poquito más y necesitas de un esfuerzo superior, pero todo se puede hacer”. A sus 42 años, Teresa, no piensa en una retirada, más bien todo lo contrario y muestra con orgullo todo lo que ha conseguido tanto en el mundo deportivo como en el ámbito personal.
Teresa Portela y Lydia Valentín, dos referentes de nuestro deporte
La carrera deportiva de Teresa Portela es incalificable, pero la de Lydia Valentín no se queda atrás. La levantadora de peso española tiene un palmarés envidiable. Fue campeona olímpica, europea y mundial y ahora vive el deporte con una visión diferente. “Estoy contenta, estoy feliz, ya llevo casi un año desde que me retiré y ahora mismo estoy enseñando desde otra perspectiva los movimientos de la halterofilia y sobre todo fomentando los valores del deporte, enseñando los valores que a mí me ha enseñado la halterofilia a otras personas”.
Tres medallas olímpicas figuran en su palmarés
Lydia es la cara visible de la halterofilia en España. Consiguió 19 medallas internacionales, pero como todo deportista tuvo que decir adiós a su carrera. “Es difícil el momento en el que te retiras, pero para mí no lo fue tanto, ya que yo ya lo había conseguido todo. Hice un balance, tuve un tiempo de reflexión y sabía que si forzaba podía acabar mal por la lesión que tenía en la cadera. Entonces, cuando tú lo has conseguido todo y tienes todas las medallas habidas y por haber se hace menos difícil, pero aun así es cambiar la identidad. Llevas toda la vida haciendo la misma práctica deportiva, lo que te gusta es entrenar y competir y de repente se acaba eso. Ahí es cuando el deportista siente como un abismo”.
“Al final, da igual lo que digas, pero se predica con el ejemplo. Yo enseño lo que he aprendido durante los 20 años de mi trayectoria deportiva, lo que a mí me ha servido. Estoy feliz por ello y por ser la cara visible de mi deporte, por poder llevar la práctica de la halterofilia a otras personas”. Gracias a referentes como Lydia, el deporte español vive uno de sus mejores momentos de su historia y, pese a que los deportes considerados ‘minoritarios’ no siempre tienen la repercusión que merecen, “no es lo mismo ser campeona del mundo en un deporte más mediático que en el mío”, con logros como los suyos van adquiriendo el reconocimiento que merecen.