Paula Badosa es la gran referencia del actual del tenis femenino español, pues llegó en un momento en el que estaba en su mejor forma Garbiñe Muguruza, ganando grandes y compitiendo por los puesto más altos del ranking. Sin embargo, su llegada a la élite más absoluta costó mucho más de lo que se esperaba y aunque acabó en ella, sufrió de lo lindo. Pero la vida le deparaba aún un duro golpe en forma de lesiones que estuvieron a punto de retirarla con 25 años, sin embargo se ha rehecho y ahora vuelve a ser aquella jugadora llamada a pasear la bandera rojigualda por las rondas finales de los eventos a lo largo y ancho del globo terráqueo.
Una vida de altos y bajos
Desde muy joven generó grandes expectativas por sus logros en categoría junior, donde estaba entre las mejores y porque siempre se la comparó con Maria Sharapova, además de porque era un momento dulce del tenis español y ella se convirtió en el nuevo icono. Aunque le costó trasladarlo a la élite, sin embargo, todo cambió a los 19 años, en 2018, donde tras por la mala gestión de las expectativas que generó, dio un cambio a su carrera y paso del 247 de la WTA al al 143 a final de temporada.
Un año después vivió un hito al jugar su primer partido en un cuadro principal del último Grand Slam de la temporada, el US Open. Entró en el cuadro principal como “Lucky Loser” tras caer en el tercer y último partido de la fase previa. Pero en 2020, en el Open de Australia, ganó su primer partido en cuadro final tras derrotar por un contundente 6-1 6-0 a la sueca proveniente de la previa Johanna Larsson. Cayó en segunda ronda 5-7 5-7, tras un gran partido ante la finalista del año anterior, la checa Petra Kvitová.
Posteriormente, en un Roland Garros cambiado de fecha por la pandemia mundial de COVID-19, Paula lograría su mejor resultado en Grand Slam hasta la fecha llegando hasta la 4R, dejando en el camino a 2 campeonas de Grand Slam como Sloane Stephens y Jeļena Ostapenko, lo que le empezó a hacer un nombre y a la llevó a su mejor hasta su mejor puesto histórico (69).
Cuatro títulos la contemplan
Y todo fue a mejor en 2021, su gran año, en el que empezó a codearse con las grandes, primero porque ya estaba cada vez asentada, pasando rondas en los Grand Slams y llegando lejos en torneos de menor importancia, hasta el punto de que ganó en Belgrado su primer torneo WTA. Así se colocó bordeando el top 30, lo que le dio acceso a los Juegos Olímpicos de Tokio 2021, otro gran hito. Pero según fue avanzando el año, y posteriormente a la pandemia, vivió su gran momento, cuando arrasó en Indian Wells, su primer WTA 1000, que le colocó en el top 15.
Y al año siguiente siguió mejorando, al lograr el tercer título de su carrera en Sydney derrotando a la que era la actual campeona de Roland Garros, Barbora Krejčíková, en tres sets en la final. Con la victoria, ascendió al puesto número 6, el más alto de su carrera. Pero llegó una pequeña decepción en el Abierto de Australia 2022, donde fue cabeza de serie sexta, Badosa llegó a la cuarta ronda por primera vez, donde perdió ante la no cabeza de serie Madison Keys en dos sets.
Y cuando iba avanzando el año, seguía llegando lejos en los torneos y alcanzó su tope, cuando al puesto 3 de la WTA y tras llegar a semis en el Abierto de Stuttgart, ascendió al No. 2 del mundo el 25 de abril del 2022.
El físico, su peor enemigo
Pero en ese momento llegó un calvario a su vida, pues la mala suerte hizo que fuera encadenando lesiones una tras otra, hasta que un año después llegó la peor de todas, la que casi le cuesta la carrera. Y es que el 25 de mayo del 2023, anunció que no iba a estar en Roland debido a un fuerte cuadro de estrés en la vértebra L4, que hará que esté entre 4 a 12 semanas fuera de las pistas, y peligraría su participación en Wimbledon, pero Badosa disputó el torneo, acortando su tiempo previsto de recuperación y sin estar al 100%. Tras una victoria contundente en primera ronda, en su segundo partido se resintió de su lesión y tuvo que abandonar el torneo.
Desde ese momento, debido a su lesión crónica, Paula Badosa no pudo participar en ningún torneo más y en agosto comunica que da por finalizada su temporada.
Una resurrección esperada
Y a partir de ahí inicia una larga recuperación que la ha llevado a donde está ahora tras muchas técnicas de rehabilitación y muchísimo dolor, que precisamente empezó a dar muestras de mejoría en Wimbledon, donde alcanzó los octavos de final, pero que realmente llegó a buen puerto en la gira norteamericana. Tras no jugar en París 2024, llegó a Washington y ganó y alcanzó las semis en el WTA 1000 de Cincinnati, además de los cuartos de final en el US Open. Por eso, ahora sí que puede soñar con reencontrarse con su mejor tenis, puesto que más de un año y medio después de iniciar su calvario ha vuelto al top 20 y con solo 27 años tiene mucha carrera por delante.