Marta Marrero ex número 1 del pádel: “después de ser madre tuve dudas de si alguien querría jugar conmigo”

La jugadora canaria ex número uno del pádel regresa a las pistas tras ser madre viajando acompañada de su hija Flavia de 7 meses

Marta Marrero posa junto a su bebé

La vida de Marta ha cambiado mucho en poco tiempo. La llegada de su pequeña Flavia, como le sucede a muchas mujeres, supone una montaña rusa de emociones con muchos altibajos en el recorrido. En su caso además se complica aún más porque Marrero, ex número uno del mundo de pádel, es deportista de alto nivel. El gen competitivo lo lleva en el ADN y esa genética poco entiende de conciliación.

Marta se apartó de las pistas hace año y medio para preparar su cuerpo para ser madre. Dar ese paso no le costó demasiado, porque tras años de competición en la cúspide con la exigencia y el desgaste que eso supone, su cuerpo le pedía un respiro. Pero apenas lo había tomado, y llegó su bebé.

“Ha sido un cambio en todos los sentidos de mi vida”. La canaria afincada en Barcelona asegura que lo que más le gusta en el mundo es ser la mamá de Flavia, pero acostumbrada a la adrenalina de la competición, enseguida su mente le volvía a pedir otro tipo de estímulos que no encuentra en los brazos de su hija: “Me he pasado todo este año y medio viendo más pádel que nunca, y tenía mucho mono de jugar”.

Inconscientemente su cuerpo también la estaba preparando para ello. Apenas había llegado a la cuarentena que los médicos aconsejan tener tras dar a luz, y ya estaba pudiendo entrenar: “me costó, al principio tenía que tener cuidado con los pesos y los saltos para poder hacer frente a la incontinencia urinaria”. Pero como buena deportista, sus músculos empezaron a darle buenas sensaciones enseguida. “La verdad que me empecé a ver competitiva, me lo decía mi entrenador, parece que la recuperación iba muy rápida”. 

Y entonces la faceta de jugadora se empezó a imponer en el interior de Marta porque ya estaba preparada para volver a las pistas. Pero ahora ya no era la deportista que toma sus propias decisiones, ahora tenía que hacerlas compatibles con la vida de su bebé de 7 meses.

Y aquí es donde empiezan los conflictos y las dudas en la cabeza de Marrero. Esas que un deportista hombre jamás tendrá que afrontar: “No puedo quitarle el pecho, ¿cómo voy a hacer para viajar?, ¿podré con todo?, ¿volveré a tener nivel para competir?, ¿encontraré a alguien que acceda a jugar conmigo después de estar tanto tiempo sin competir…?”

Pero aunque todas esas dudas existían, a todas ellas decidió hacerles frente. La primera compañera a la que llamó, le dio el sí quiero. Aranza Osoru no se lo pensó cuando la ex número uno la llamó, no pensó nada de lo que tanto aterraba a Marta. Para la jugadora argentina, ser la pareja de una jugadora que acababa de ser madre no supuso ningún problema. 

Resuelto el primer escollo, Marrero buscó la fórmula para que Flavia la acompañara a recorrer medio mundo mientras ella se deja el alma en la pista. Encontró una amiga que estaba dispuesta a viajar cuidando a la pequeña mientras ella competía y así no tener que quitarle el pecho.

Todo ello costeado por su propia cuenta. De hecho al ser autónoma apenas pudo disfrutar de un mes de baja de maternidad para poder continuar con sus patrocinadores y para poder volver a competir. Billetes de avión, comidas y hotel puesto que al viajar con la niñera tienen que sacar una habitación extra (el circuito profesional les cubre una habitación por pareja de pádel). Por suerte tantos años de trabajo le han servido para poder ahora hacer frente a estos gastos añadidos. 

Pero el dinero de más no es nada comparado con el esfuerzo humano de Marta: “Es duro, pese a que Flavia sólo se despierta un par de veces por la noche a tomar pecho, ahora está con los dientes y me necesita muchas más”. Y claro, la competición también impone sus horarios y sus exigencias. “No llegas igual de descansada a los partidos y eso repercute en el juego”.

De hecho Marta asegura que está pasando muchos nervios. A los normales tras un regreso a las pistas, se le suma la presión social que sentía la canaria: “En el primer partido estaba atacada. Sabía que había muchas miradas sobre mí juzgando, analizando mi estado de forma después de ser madre”. 

Aunque sin duda su peor enemiga es ella y su nivel de autoexigencia: “no me veo en mi mejor nivel y me desespero porque quiero volver a verme 100% competitiva. No puedo evitar sentirme frustrada.”

Un nivel y un juicio al que sólo se somete ella. Porque el mundo del pádel ha aplaudido su vuelta, las primeras sus propias compañeras: “se están alegrando mucho de verme, y están encantadas con la niña en las gradas, siempre vienen a conocerla y jugar con ella”. Hasta sus rivales están contentas de que vuelva Marta. Pese a todo, en el fondo sabe que lo que está logrando es una proeza. “Sé que es muy duro y muy difícil lo que estoy haciendo y lo haré hasta que el cuerpo aguante. Sabía que era el precio que tenía que pagar pero no quería separarme de mi hija. Lo primero es mi niña y mi salud así que a ver hasta cuándo puedo mantener esta situación”.

De momento ya está preparando las maletas para su tercer torneo con Flavia. Su pequeña aún no sabe la gesta que su madre está haciendo. Una  lucha por conseguir no perder su identidad como deportista después de tantos años sin perderse a su vez los primeros de su hija. En eso consiste el verdadero empoderamiento. 

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