En la noche del 13 de abril, el Pabellón Príncipe Felipe de Zaragoza nos hizo testigos de una exhibición de talento, determinación y dominio absoluto del USK Praga. El equipo checo volvió levantó el trofeo de la Euroliga Femenina 2025 en la gran final de la Final Six. Dos españolas vivían la consolidación definitiva: Maite Cazorla y María Conde.
Ambas fueron protagonistas en una final intensa, donde cada acción contaba y la presión quemaba, por su parte, Cazorla dirigió el juego con la inteligencia que la ha convertido en una base de referencia internacional, mientras que Conde impuso su clase con una actuación ofensiva determinante en el último cuarto. Entre ambas sumaron 33 puntos, 11 asistencias y un liderazgo que no se mide solo en números, sino en gestos, calma y ferocidad competitiva.
Sueños grandes de ambas deportistas
Lo de Maite y María no es casualidad. Son el resultado de años de trabajo silencioso, de madrugadas en el gimnasio, de derrotas que enseñan y de victorias que no deslumbran.
Maite Cazorla, nacida en Las Palmas de Gran Canaria, se enamoró del baloncesto a muy temprana edad, a los 14 años ya estaba en la élite de las categorías formativas. Su talento la llevó a cruzar el Atlántico para brillar en la NCAA con la Universidad de Oregón, donde compartió pista con Sabrina Ionescu y dejó huella en una de las conferencias más exigentes del país. Su paso por la WNBA fue fugaz pero valioso, y hoy, a sus 27 años, es el cerebro de un USK Praga que juega a su ritmo.
María Conde, por su parte, nació en Madrid y desde pequeña destacó por su capacidad anotadora. Fue campeona del mundo sub-17 y subcampeona sub-20, antes de cruzar el charco para jugar en Florida State. Su juego versátil, la convirtió en una pesadilla para cualquier defensa, luego, regresó a Europa para explotar definitivamente en el USK Praga, donde ha ganado absolutamente todo.
Dupla ganadora
Desde que se juntaron en el equipo checo, Cazorla y Conde han formado una sociedad imparable, se hicieron ganadora de cuatro ligas checas, tres Copas, dos finales europeas y ahora, al fin, el ansiado título continental. Convirtiéndose así en la consagración de un proyecto que apostó por ellas como el eje de su reconstrucción tras el adiós de figuras históricas como Alyssa Thomas o Sonja Vasic.
El equipo dirigido por Natália Hejková encontró en ellas a las líderes perfectas, unas serias fuera de la cancha pero alegres en el vestuario y sobre todo, muy competitivas como pocas. Han convertido al USK Praga en un equipo temido en toda Europa, donde la defensa empieza en las manos de Cazorla y los puntos fluyen desde las penetraciones letales de Conde.
“Nos decían que era imposible ganar con un núcleo tan joven y sin grandes fichajes americanos. Aquí está la respuesta”, declaró Cazorla tras la final, con el trofeo entre sus brazos.
Lo que hace más especial su éxito es cómo lo han construido. Sin ruido mediático, sin campañas promocionales, sin el foco constante de las redes. María Conde y Maite Cazorla se han ganado el respeto de toda Europa a base de juego. Sus rivales las estudian, sus entrenadores las elogian y sus compañeras las admiran. Son la envidia silenciosa de muchos clubes, que ven en ellas lo que todos sueñan tener talento, compromiso y hambre.