Es un pestañeo. Menos de siete segundos. Pero para Leslie Romero (26 años, San Juan de los Morros, Venezuela) es toda una vida. Este lunes, en su debut olímpico, Romero se convirtió en la primera mujer en representar a España en unos Juegos en escalada, en la modalidad de velocidad que se estrena este verano en París. Un hito que redondeó con su clasificación para las rondas finales, en las que buscará la medalla este miércoles.
Su historia es la de una luchadora que ha tenido que hacer frente a todo tipo de dificultades pero que siempre consigue superar los obstáculos. Nació en San Juan de los Morros, una localidad al norte de Venezuela. Hija de padre malagueño y madre venezolana, no gozó de comodidades en la infancia debido a las dificultades económicas. Aún así, siempre fue una niña muy activa y pronto desarrolló su pasión por el deporte. Lo que le unió a la escalada fue la pura casualidad. “Cuando tenía 6 años mi padre me llevó a un complejo deportivo a practicar gimnasia, pero la habían cambiado de lugar y allí había una pared de escalada gigante. Me llamó muchísimo la atención. Me quedé viendo a la gente escalar embelesada. Mi padre me preguntó si lo quería probar y ya no me he bajado del muro”, explicó Romero en una entrevista para ElPeriódico.
Pronto destacó como uno de los jóvenes talentos del panorama de la escalada, campeona del mundo cadete en 2012 a los 14 años, pero el deporte de los rocódromos no es de los que garantiza una vida holgada. Inspirada por el esfuerzo de sus padres, que trabajaban sin descanso para sacar adelante a la familia, Romero hizo de todo para poder seguir practicando su pasión. “Incluso abrí una repostería a domicilio y cocinaba donuts, galletas y tartas. También minar criptomonedas”, recuerda la escaladora en una entrevista para ElMundo. “En Venezuela no tenía beca, me tenía que pagar yo la preparación, me perdía competiciones porque no podía viajar… Con las criptomonedas pude salir adelante”, relata en ese mismo texto.
El apoyo por parte de las instituciones venezolanas fue prácticamente nulo, y con la situación del país empeorando día a día, la familia tomó la decisión de mudarse a España en 2022 para empezar de nuevo. Se establecieron en Alicante, pero Romero fue “fichada” rápidamente y en la actualidad vive en el Centro de Alto Rendimiento de Sant Cugat. A pesar de nacer en Venezuela, su deseo fue siempre competir bajo la bandera española. “Aunque amo Venezuela y siempre estaré agradecida de haberme brindado las primeras oportunidades, siempre quise competir bajo la bandera española. De pequeña por ejemplo, veía el equipo de fútbol español y me emocionaba”, destacó Romero a ElPeriódico. A raíz de ese cariño por España, luce en el pelo un lazo rojo siempre que sube al rocódromo. Su otra tradición, pintarse las uñas de amarillo. “El lazo rojo sí que es por los colores de España y las uñas fue porque en el pasado Campeonato del Mundo hice un buen resultado, quedé séptima, y llevaba las uñas de este color. Así que dije ‘Este color me trae buenas experiencias’”, explicó para Olympics.com.
El lunes, sus uñas amarillas fueron las primeras en tocar el cronómetro en su duelo ante la escaladora de Indonesia, Rajiah Sallsabillah. Con un tiempo de 6,89 segundos, alcanzó los cuartos de final con el décimo mejor tiempo, lo que la coloca ante el mayor reto deportiva al que se ha enfrentado: su rival en los cuartos de final será la polaca Aleksandra Miroslaw, la gran favorita para el oro, que este lunes marcó un nuevo récord mundial con un tiempo de 6,06 segundos.
De joven, Romero solía admirar a Miroslaw, la gran referente de su deporte. “Una de las personas que más admiro es la polaca Ola Miroslaw, la mujer más rápida del mundo. La llevo siguiendo desde 2010 desde que ganó el campeonato mundial juvenil. Ahora me siento orgullosa de poder competir en los Juegos contra ella”, reconoció antes de los Juegos. Dicho y hecho, este miércoles se verá las caras con la reina de su disciplina. Pero a Romero siempre le han ido los grandes retos y no es capaz de formular la palabra “rendirse”.