Estar en lo alto del ranking de tenis es sinónimo de ser poseedor de una enorme fortuna. El ejemplo lo tenemos en los tres magníficos, Roger Federer (550 millones), Novak Djokovic (240 millones) y Rafa Nadal (220 millones)…
El Big Three cosecha una larga lista de títulos que han ido acompañados de premios millonarios que sin duda le permiten una retirada profesional cómoda.
Lo singular es que una mujer tenista acumula una fortuna mayor que la de los tres reyes. En concreto 1500 millones de dólares. Emma Navarro, tiene muchos menos años (23) y muchos menos títulos que ellos (1) pero mucho recorrido para seguir sumando dinero. Porque ella es “hija de papá”. Su padre Ben Navarro Ben Navarro, ex vicepresidente de Citigroup, fundó Sherman Financial Group en 1998 y lo convirtió en un imperio de tarjetas de crédito y cobro de deudas.
Pero aunque el dinero como en todo, también ayuda en las carreras deportivas, no puede comprar el talento, y estos días en Wimbledon Navarro está demostrando ser más que una niña rica. Acaparó toda la atención tras vencer a Naomi Osaka, la exnúmero 1 del mundo. La estadounidense, de 23 años, lograba avanzar a la tercera ronda de la cita inglesa tras una contundente victoria en tan solo 59 minutos. Y ya está en octavos de final. Además la joven ha alcanzado la tercera ronda en todos los Grand Slams de esta temporada, mostrando que la consistencia y talento es cosecha propia.
“Los resultados y la clasificación en el WTA no es algo que llegue fácilmente… Aunque parece que llegué de la noche a la mañana, he trabajado mucho a lo largo de los años” apuntaba la tenista desde Wimblendon.
Porque obviamente su carrera no está exenta de recibir numerosas críticas por venir de una familia mil millonaria. Pero la pasión de la estadounidense por el tenis viene de lejos. Desde pequeña han mamado en casa el espíritu deportivo.
Su padre Ben es uno de los ocho hijos del famoso entrenador de fútbol americano Frank Navarro, y es dueño del torneo de Charleston del circuito de tenis. Esa herencia deportiva unida a la holgura económica predestinaban a la chica a encauzar su vida al mundo de la competición.
Sin duda lo ha tenido fácil en cuanto a oportunidades. Además de costearle la carrera, en 2022 el padre de Emma desembolsó casi 300 millones de dólares para comprar el Western & Southern Open, un importante torneo de tenis. “El tenis ha brindado un lugar para que nuestros hijos aprendan una ética de trabajo, desarrollen amistad a través de la lucha compartida y aprendan a manejar la decepción, la derrota y, a veces, incluso la injusticia”, contaba el magnate en una entrevista.
Porque no es oro todo lo que reluce y a la presión que va implícita en la mente del tenista a la joven se le junta el hecho de ser el foco de muchas críticas y rencillas que suscita en cada torneo que disputa. Pero con actuaciones como las de estos días en Wimblendon demuestra que aunque tenga el partido de su vida resuelto, ella pelea cada bola hasta el final en busca de sus propios sueños.