Alice Sotero, nacida en Asti, el norte de Italia, en provincia de Piemonte, en mayo de 1991, es la mejor en lo suyo, el pentatlón. Una disciplina en la que cuenta la destreza en varios deportes muy diferentes: atletismo, esgrima, natación, equitación y el llamado disparo láser, introducido recientemente.
Llega a París con las ganas de llevarse una medalla olímpica tras quedarse a las puertas en Tokio 2020, con un cuarto puesto en individuales y acercarse en su debut olímpico en Río 2016, donde quedó séptima. Aborda esta cita preparada, tras un oro en equipos en los mundiales de 2023 y otro individual en los europeos de ese mismo año.
Dos victorias que llegaron con mucho sudor solo un año después de dar a luz a su primera hija y que marcaron una recuperación, como su competición, meteórica. Para poder vivir del deporte forma parte de las llamadas Fiamme Azzurre, el cuerpo de policía penitenciaria, que permite la especialización para deportistas de alto nivel a través de la profesionalización en uno de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado.
“Después de la final de World Cup en Ankara, en mayo, tuve un problema grave en el ojo izquierdo y hasta hace un mes lo único en lo que pensaba era en resolverlo sin consecuencias graves. Ahora estoy concentrada en llegar a París con serenidad para afrontar lo que viene”, dice Sotero a Artículo14. La atleta reconoce haber sentido un poco de incomprensión en los entrenamientos sucesivos a la maternidad, “en un ambiente en el que no se viven mucho estas situaciones, especialmente cuando tenía que darle de mamar entre las ejercitaciones”.
Ella intentó siempre seguir sus duros entrenamientos, de 6 días a la semana, combinando todas las disciplinas, en su Asti natal, lo que le permitía conciliar lo máximo posible. “Tenía miedo que después de Tokio, quedándome embarazada, y con solo 3 años para prepararme para estas Olimpiadas, no llegase a tiempo, pero me recuperé muy rápido y bien”, explica. A su lado una familia que le garantiza la posibilidad de conciliar la dura preparación con ver a su hija Ginevra.
Le pisa los talones su compañera y amiga Elena Micheli, romana nacida en 1999, que conquistó con solo 20 años la plata de los mundiales de Budapest de 2019. En 2022 devolvió la victoria femenina mundial en esta disciplina a Italia, que había visto el oro por última vez en 2005 con Claudia Corsini.
En 2023 consigue el oro individual, quedando por delante de Alice Sotero, y marcando un doblete histórico para el país transalpino que tenía presumía de las dos mejores pentatletas del mundo. Micheli fue de las primeras en cualificarse para París, en las anteriores olimpiadas obtuvo un puesto más modesto, en el número 33º, pero no le falta reconocimiento mundial y europeo para poder estar entre las tres primeras posiciones en esta cita olímpica en Francia. En el caso de la romana, forma parte del cuerpo militar de los Carabinieri. Elena, que tiene ahora 24 años, aún no ha llegado tan siquiera al momento clue de su carrera y ya tiene dos victorias mundiales.
Un desconocido pentatlón
En realidad, aunque el pentatlón moderno sea muy desconocido para la gran parte del público deportivo generalista, representa el símbolo de los Juegos Olímpicos, ya que fue el mismo barón Pierre de Coubertin a quererlo en Estocolmo 1912. Desde ese momento nunca salió del programa olímpico. De hecho, se inspiraba en los juegos olímpicos antiguos donde se tenía que ser un soldado ideal: nadar bien, correr mucho, luchar con espada y arma y andar a caballo.
La competición femenina actual tuvo que esperar casi 100 años más, cuando en 2000 fue introducida en Sidney 2000. A lo largo de los años ha sufrido diversos cambios y ha corrido el riesgo de desaparecer por su poca popularidad. Aún así, las federaciones internacionales han luchado para actualizarla y hacerla siempre más atractiva. Los países más fuertes son normalmente los europeos, especialmente Hungría, pero desde hace años Egipto ha invertido mucho en recursos para reforzar esta disciplina
De hecho, el disparo, que se modernizó en 2015 con el llamado láser run, es considerado por muchos como una especie de videojuego, lo cual lo hace mucho más llamativo. En la práctica combina el disparo con pistola láser con la carrera. Además, el deportista de pentatlón debe dominar la equitación, lo cual requiere un contacto con el caballo, con la natación, de la cual parten muchos, y con la esgrima, que requiere precisión y concentración extrema.
El aspecto multidisciplinar que caracteriza este deporte lo hace único. De hecho el papa Francisco, en un encuentro el año pasado con la Nacional Italiana dijo: “Emerge la fisionomía de un atleta poliédrico, versátil, que desarrolla varios aspectos del cuerpo y de la mente. Esta característica del pentatlón multiplica, por así decirlo, las funciones educativas del deporte. Diría que no es solo una suma, sino una multiplicación. Porque el pentatleta no es un robot que tiene que seguir a la perfección una serie de prestaciones, es una persona, lo cual hace la operación mucho más compleja”.
Vivir del deporte, misión imposible
El presidente de la Federación italiana de Pentatlón, Fabrizio Bittner, que ha sido también entrenador, explica a Artículo14 la manera en la que muchos atletas italianos encuentran el modo de vivir del deporte de manera profesional. Hay que tener en cuenta que en Italia solo el fútbol, el golf, el baloncesto de serie A y el ciclismo, todos en disciplina masculina, son considerados deportes profesionales y permiten a sus atletas dedicarse enteramente a su objetivo.
También el tenis en el caso en el que se entra en las grandes clasificaciones internacionales. Para el resto de deportistas una de las opciones a disposición es la entrada en cuerpos militares, como puede ser el de la Policía o los Carabinieri, que dan la oportunidad de dedicarse al cien por cien al deporte profesional bajo la cobertura de un cuerpo de seguridad del Estado y de un sueldo fijo cada mes. Quien elige esta opción puede dedicarse completamente a su disciplina de deporte de alto nivel y, cuando pasan los años y las capacidades físicas decaen, pueden incorporarse al trabajo como un funcionario más.
“Alice es una atleta que se ha creado a sí misma todos estos años, era muy tenaz, empezó de niña con la natación, de ahí descubrió el pentatlón y luchó y luchó hasta llegar aquí, a las puertas de París”, finaliza Bittner.