Las deportistas de alto rendimiento no son madres cuando lo desean, retrasan la edad de serlo y están muy condicionadas por el miedo a no volver a ser las mismas. Estas son las conclusiones a las que ha llegado el `Estudio sobre igualdad, maternidad y exigencia profesional´ en mujeres deportistas de alto nivel y militares que la UNED ha llevado a cabo de la mano de Beatriz Mañas, Luis Camarero y María Gómez.
Ser mujer, madre, española y deportista de élite. Cuatro situaciones que aunque veamos habitualmente, no siempre son del todo posibles. Partiendo del dato en el que España es uno de los países con menor baja de fecundidad del mundo, esta investigación propone el estudio de dicha trayectoria y la decisión de maternidad en dos grupos de mujeres, en los que su dedicación profesional implica un alto nivel de exigencia y compromiso durante los años fértiles de estas profesionales.
Por ello, las 200 mujeres consultadas comprenden una edad entre los 18 y los 45 años. “Hay un desajuste entre la fecundidad deseada y efectiva en estas mujeres”, nos explica la investigadora principal Beatriz Mañas.
El estudio mixto complementa datos estadísticos con grupos de discusión en los que estas mujeres expresaban su visión sobre el hecho de ser madres.
“La maternidad supondría el final de mi carrera”, ó “hemos dedicado tanto tiempo al deporte que la maternidad pone en jaque mate lo que has hecho toda la vida” son algunas de las valoraciones que se han extraído por parte de las deportistas consultadas en esta investigación.
Esa incertidumbre hace que muchas deportistas retrasen su edad de ser madres. Así lo indica el estudio, mientras que las españolas de media tienen hijos a los 27 años, las deportistas de élite lo retrasan seis años más, hasta los 33.
También, “hay desajustes entre la fecundidad deseada y efectiva” es decir entre el número de hijos deseado y el tenido.
El miedo a no volver a ganar
Algunas de estas mujeres están becadas gracias a sus resultados deportivos. El hecho de que la maternidad les haga parar mínimo seis meses les genera un clima de incertidumbre sobre su futuro que muchas no se pueden permitir. “Muchas de las consultadas practican deportes minoritarios en los que no dependen tanto de los sponsors, por lo que compaginan la actividad deportiva con otro trabajo”, explica Mañas.
Otro de los aspectos a tener en cuenta, es el miedo a que el cuerpo, su herramienta de trabajo, cambie. “Cuando me vaya a quedar embarazada me da miedo entrar en depresión por verme gorda”, son algunas de las declaraciones de estas deportistas consultadas. “Para estas mujeres hay un miedo a perder esa esa imagen corporal que tanto les ha costado construir, que es además la imagen de sí mismas. Forma parte de su identidad”, explica la investigadora.
El objetivo, la conciliación
Se pretende con este estudio guiar políticas y medidas para la conciliación. Por ello, algunas de las soluciones que se proponen es el de un apoyo económico más allá de la buena voluntad o compromiso de los patrocinadores.
Además, las deportistas reclaman también una integración de la condición de madre dentro de la carrera deportiva. Por ello, la visibilización es importante para que la maternidad no se perciba dentro de las más jóvenes como una incompatibilidad. En este sentido, ejemplos como el de Ana Peleteiro u Ona Carbonell han sido fundamentales.
La atleta gallega ha sido una de las más contundentes a la hora de expresar sus miedos y su dolor al separarse de su hija. También, Peleteiro ha puesto el foco en muchas ocasiones en las que se le criticó cuando decidió ser madre en ciclo olímpico.
Para Carbonell su experiencia tras solicitar compaginar Tokio 2020 con su maternidad, le llevó a crear la Comisión de Maternidad y Deporte dentro del COE.