La preocupación sobre la capacidad de Francia para garantizar la seguridad durante los Juegos Olímpicos persiste. A pesar del despliegue inédito de las fuerzas armadas durante los Juegos, más de 20.000 militares franceses y extranjeros, el presidente Emmanuel Macron reconoció esta semana que existe un plan B y C para la ceremonia de apertura ante la creciente alerta terrorista.
Por el momento, la ceremonia inaugural que tendrá lugar el próximo 26 de julio, se mantiene en su plan inicial, aunque con ciertos cambios. En un principio, la ceremonia iba a acoger a 600.000 personas que observarían, de manera gratuita, el impresionante desfile por el Sena que contaría con 180 barcos y decenas de deportistas internacionales de 206 delegaciones. Esa idea pronto se redujo a 300.000, y en marzo el Ministro del Interior francés, desveló que finalmente serían 104.000 afortunados. Estas más de cien mil personas podrán disfrutar de la ceremonia en los bordes del Sena pagando, pero otras 222.000 personas podrán hacerlo gratuitamente desde la zona superior.
Los aros olímpicos de París 2024
El presidente Macron se caracteriza por ser cauto, y aunque mantiene su propósito de unos Juegos en el Sena bajo la atenta mirada de la Torre Eiffel, parece que el plan B de la ceremonia no es solo una idea sobre la mesa. “La ceremonia que planeamos es una primicia mundial. Podemos hacerlo y vamos a hacerlo (…), pero tenemos planes B y planes C y los preparamos en paralelo“, confirmó el presidente francés en una entrevista para BFMTV y RMC. Ese plan se centraría en trasladar la ceremonia al Estadio de Francia o limitarla a la zona de Trocadero. Aún así, los expertos encargados de la organización de la apertura de los Juegos, mantienen que organizar una ceremonia requiere de meses de preparación.
Una seguridad intensificada, donde los espectadores serán objeto de controles y cacheos, especialmente durante la ceremonia de apertura, además de contar con sistemas de videovigilancia algorítmica. La videovigilancia algorítmica (VSA) consiste en instalar cámaras de vigilancia con un software cuyos algoritmos son capaces de detectar automáticamente eventos predefinidos en tiempo real en medio de un flujo continuo de imágenes. Esto facilita el trabajo de los agentes que operan en las salas de control. Un sistema que, por cierto, ya se emplea a nivel municipal en algunos puntos conflictivos de Francia.
Un protocolo inédito que no convence a todos
El gobierno ya ha hecho público el mapa de las zonas sensibles en las que se requerirá un QR para poder acceder. Vecinos y comerciantes ya han mostrado las primeras discrepancias con este protocolo de seguridad. “Nadie nos ha preguntado si queríamos unos Juegos Olímpicos en la ciudad. Nos los han impuesto, y ahora encima tengo que estar con QR’s y justificando cuando entro o salgo de mi casa”, nos cuenta Laura, una joven que en principio se verá afectada por el perímetro de seguridad de los JJOO, y que no descarta solicitar teletrabajo a su empresa y huír de la capital durante los juegos.
Anne Hidalgo durante la inauguración de la Villa Olímpica el pasado mes de febrero
No es la única. Parece que, por el momento, estos Olímpicos no despiertan mucho entusiasmo entre los franceses. Algunos ya han pensado en abandonar París durante ese periodo y alquilar sus viviendas para sacar rédito. Sin embargo, el sector hotelero y la restauración empiezan a preocuparse. Los hoteles siguen sin llenarse debido al alto precio de las habitaciones, que en su mayoría rondan ya los 800-1000 euros la noche en lo que se conoce como, París intramuros. Se suma a que, desde principios de año, el sector de la restauración está sufriendo severas inspecciones para evitar riesgos de “intoxicación alimentaria colectiva”. Más de 1500 revisiones desde el pasado enero que, en ocasiones, han sacado a la luz otros problemas que hasta ahora pasaban desapercibidos.
La intoxicación alimentaria colectiva se considera “uno de los niveles de riesgo más altos”, según la oficina del ministro de Agricultura, Marc Fesneu, “ya que pone en peligro la organización de las competiciones, en caso de que los atletas enfermen”, y “pone en riesgo la reputación de Francia”, afirman.
Limpieza social previa a los Juegos
No es algo nuevo. Ya pasó en los Juegos Olímpicos del 92’ en Barcelona. El evento deportivo más importante del mundo lleva consigo una doble cara; la “limpieza social”.
Desde hace meses, las autoridades están llevando a cabo una limpieza social en las zonas más conflictivas de la capital. Decenas de autocares trasladan a migrantes irregulares, personas sin hogar o toxicómanos a otras zonas del país. Unas redadas que se han intensificado a medida que avanza la fecha de los Juegos Olímpicos, y que han generado una gran polémica en el país, como la del pasado miércoles 17 de abril. A primera hora de la mañana, la policía desalojaba a 450 personas que vivían en un edificio de oficinas abandonadas en Vitry-sur-Seine, la mayor okupación de Francia.
No solo las asociaciones consideran que vulnera cualquier derecho de las personas en situación de exclusión social, sino también los alcaldes de las poblaciones que están recibiendo estos autocares han expresado su descontento.
Mientras Francia ve como sus Olímpicos, esos que tienen como objetivo dejar un importante legado, siguen sin despertar una especial emoción, Macron reconoce que, al menos en cuestión de accesibilidad, la ciudad del amor aún “no está a la altura”.