Sin duda, Wimbledon es el Grand Slam más particular y de mayor renombre del panorama tenístico internacional. Es el único torneo en el que hay código de vestimenta, tanto exterior como interior hasta el año pasado (desde 2023 se permite ropa interior de color negro para evitar distinguir manchas del periodo); el resto de vestimenta tiene que ser de blanco inmaculado, tanto para ellos como para ellas. Quien lleve alguna prenda de otro color, ya sea la parte interior de la gorra, la muñequera o las zapatillas, será sancionado por la organización.
Son 150 años de historia de un torneo que se resiste, en forma y fondo, a las actualizaciones que vienen viviendo todos los deportes y campeonatos en las últimas décadas pero que, sin embargo, ningún tenista quiere perderse por nada del mundo. Muchas de las mejores raquetas del planeta tenis diseñan su preparación para llegar en la mejor forma posible a este prestigioso torneo que, además de grandes premios en metálico, reparte algo más que el dinero no puede comprar: el prestigio de ser coronado en Londres como el mejor tenista del Grand Slam por antonomasia.
De las nuestras, solo dos tenistas españolas han alcanzado lo más alto en Wimbledon en toda la historia: hace exactamente 30 años, Conchita Martínez necesitó tres sets para imponerse a Martina Navratilova y convertirse en la primera española en lograr la bandeja de plata. Un trofeo que, por cierto, es diferente en hombres y mujeres, ya que el masculino es una copa, también de plata aunque el premio económico sí es idéntico al igual que ocurría con Roland Garros. Conchita ahora quiere volver a sentir esa sensación de éxito, pero desde el otro lado: es la actual entrenadora de la rusa Andreeva, que pasará por la ronda de clasificatorios para el gran torneo de hierba del mundo del tenis.
Solo otra española más ha logrado levantar la bandeja de campeona de Wimbledon en estos casi dos siglos de historia: Garbiñe Muguruza endosó un llamativo 7-5 y 6-0 a Venus Williams en la final de 2017, haciéndose con el título y con el mayor logro de su carrera.
Siete años después, en este 2024, cuatro compatriotas intentarán entrar de nuevo en el olimpo del tenis por la vía de la hierba: Sara Sorribes, Cristina Bucsa, Jessica Bouzas y Rebeka Masarova, en este orden de ranking WTA, quieren dar la sorpresa y volver a llevar la bandera de España a lo más alto y que suene el himno nacional de nuevo en el All England Tennis Club.
Nuestra mejor tenista, Sara Sorribes batalla en el puesto 53 del ranking. Viene en una gran dinámica tras haber hecho historia en el Mutua Madrid Open y haber sido designada por Anabel Medina como parte integrante del equipo olímpico que nos representará en París, los que serán sus segundos Juegos. Pero no será tarea fácil. Las principales favoritas mantienen una estabilidad temible en los primeros puestos de la clasificación tenística: espectacular año de la polaca Swiatek, que viene de ganar Roland Garros y sin vistas de que aparezca una rival que pueda batirla, a pesar de que la hierba no es su fuerte. El nivel mostrado por la actual número 1 del mundo hace pensar que será difícil evitar su victoria.
A la sorpresa se agarran el resto de las candidatas: en los últimos años, no han llegado a la final las teóricas favoritas. Y es que Wimbledon es mucho más que un torneo, más que un Grand Slam: ganarlo te ofrece un status que no se puede conseguir de otra manera. Ingresar en el selecto All England Club que no entiende de rankings, entiende de tradición y convicción; entiende de esfuerzo y de valentía; entiende de suerte y de sacrificio. Y de todo esto, las nuestras están más que dotadas. La esperanza no entiende de clasificaciones. Y este año, las españolas tirarán más que nunca de esperanza y de calidad para intentar llegar a lo más alto del tenis mundial: coronarse en Wimbledon.