La participación de la boxeadora Imane Khelif en los Juegos Olímpicos ha provocado una ola de indignación y otra de apoyo a la deportista argelina. Se dice que Khelif es intersexual, tiene hiperandrogenismo, una condición que implica tener niveles de testosterona superiores a la media, lo que muchos aseguran le daría cierta ventaja a la hora de competir. Otros, consideran que el deporte debería favorecer la inclusión y permitir luchar por unan medalla a estas deportistas. ¿Deben competir mujeres con variaciones hormonales en los Juegos Olímpicos?
No existen estudios que respalden una ventaja física
El COI menciona que el deporte es uno de los Derechos Humanos y subraya que todas las deportistas de los JJOO 2024 cumplen con las normas de elegibilidad ya que ninguna persona puede ser excluida por su orientación sexual, identidad o expresión de género. Aún así estos juegos están marcados por no tener ninguna mujer trans compitiendo, ya que muchas de las Federaciones Internacionales cuentan con medidas que impiden su acceso al deporte.
Imane Khelif no es una mujer trans, tampoco ha hecho pública que sea una deportista intersex. Pero ahora su integridad corre peligro ya que en su país, Argelia, las personas LGTBI+ están oprimidas, el cambio de género está prohibido y hasta penado con cárcel.
La realidad es que no existen estudios científicos que relacionen los niveles de testosterona con una ventaja física. Tampoco existen estudios científicos que demuestren que una deportista trans tenga ventaja deportiva sobre una deportista cis.
La base de toda esta transfobia se basa en la creencia machista de la superioridad que tiene el hombre sobre la mujer y en la negación a la diversidad de cuerpos. No todos los cuerpos son iguales, pero todos son válidos para practicar deporte. En ADI (Agrupación Deportiva Ibérica) entendemos que el problema está en el binarismo del deporte, en la categorización arcaica en la que se rige este. Problema que se solucionaría actualizando las categorías a las necesidades de la sociedad del siglo XXI y que pasasen del binarismo (medida que no tiene en cuenta a las personas no binarias) por separarse por peso, estatura, edad, fuerza… cada deporte tendría que estudiar y determinar sus propias categorías.
La sociedad aún tiene mucho que cambiar para ser más tolerante y respetuosa, nadie está pensando en cómo se pueden sentir una persona trans o intersex al verse excluida de esta manera. Están siendo víctimas de odio que se visibiliza en ataques verbales y físicos.
Parten con superioridad
En las competiciones deportivas se divide, históricamente, a los deportistas por sexo y peso para que haya igualdad. No se enfrenta a un deportista, hombre o mujer, de peso ligero con uno de peso pesado porque no seria equilibrado. Son anomalías genéticas que tienen determinadas personas que nacen así y hemos visto varios casos a lo largo de la historia, pero para las deportistas no es justo, no es equitativo, ni seguro. Las coloca en una situación más débil porque estas mujeres, con esa anomalía genética, parten con una ventaja física y superioridad que las otras no tienen.
Por eso hay competiciones masculinas y femeninas, para que haya igualdad, para que las mujeres compitan con mujeres y los hombres compitan con hombres. Dicen que soy tránsfoba, pero no lo soy. Hay hombres que se sienten mujeres y han pasado su adolescencia con cuerpo masculino y esos valores, esa anatomía o fisiología se mantiene para el resto de su vida: valores hemáticos, musculares, capacidad respiratoria, tamaño del corazón, fuerza… y competir en boxeo, lucha, también en deportes de equipo, como puede ser el rugby, no es seguro por la diferencia entre anatomías. A mí me es indiferente que una persona trans trabaje en un despacho, en un comercio o en cualquier oficio en el que su físico no le condicione pero en el mundo del deporte crea una desigualdad y no me parece justo ni seguro para las deportistas.