Concluida la Olimpiada parisina, el caso de la boxeadora argelina Imane Khelif suma un nuevo capítulo. La púgil, medalla de oro en la categoría 66 kg al derrotar a la china Liu Yang por decisión unánime de los jueces, ha decidido presentar una demanda ante la justicia francesa por el acoso sufrido en las redes sociales durante los pasados Juegos. Según anunció su abogado el pasado domingo, “la boxeadora Imane Khelif ha decidido librar un nuevo combate: el de la justicia, la dignidad y el honor”.
El camino de Khelif hacia lo más alto del cajón olímpico no ha sido precisamente un camino de rosas. La deportista norteafricana ha estado envuelta en la polémica desde su victoria en octavos de final a la boxeadora Angela Carini, que acabó con la retirada de la deportista italiana del ring en apenas 46 segundos. Las redes que Khelif denuncia la acusaron de ser transexual, de “ser un hombre compitiendo entre mujeres”, y, por ende, de no luchar en buena lid con sus rivales femeninas. Una acusación que tuvo eco en importantes figuras de la política o las artes, lo que amplificó la polémica estival.
De nada sirvió que el Comité Olímpico Internacional autorizara, ya lo hizo en los Juegos de Tokio 2020 -donde su participación no levantó ninguna polémica—, su participación en los recién concluidos Juegos de París sin ninguna pega. El año pasado Khelif había sido descalificada del Mundial por parte de la Asociación Internacional de Boxeo tras una prueba de testosterona. La deportista argelina denuncia que las críticas sufridas en las redes “dañan la dignidad humana”.
“Ciberacoso agravado”
El pasado viernes, Khelif acudió a un bufete en París para presentar una denuncia ante el Departamento de lucha contra el odio en línea de la Fiscalía por “ciberacoso agravado”, según el comunicado difundido el domingo por su abogado, Nabil Boudi. La investigación penal tratará de esclarecer quién inició la campaña de odio en línea, catalogada como “misógina, racista y sexista” por el letrado de la deportista, y, además, identificar a aquellos que iniciaron el linchamiento a través de las redes sociales.
“El injusto acoso sufrido por la campeona de boxeo seguirá siendo la mayor mancha de estos Juegos Olímpicos”, afirmó el abogado de la argelina, que ha puesto el boxeo femenino en el centro de la atención mundial. La Fiscalía parisina tiene ahora que decidir si abre una investigación o desestima la demanda.
Hace ahora una semana, y antes de que la propia Khelif decidiera llevar el caso a los tribunales, trascendía que una alta responsable del Comité Olímpico Internacional había presentado, por su parte, una demanda por ciberacoso a la boxeadora magrebí el domingo 4 de agosto.
Al concluir victoriosa el último combate de la competición olímpica, la argelina aseguraba el viernes pasado “ser una mujer fuerte con poderes especiales”. “Desde el ring he enviado un mensaje a aquellos que estaban contra mí (…) he sido objeto de ataques y de una campaña feroz, y esta es la respuesta más bonita que yo pueda dar”, concluía la deportista norteafricana.
Heroína nacional
Y si el ambiente para la deportista no ha sido el ideal durante los Juegos, Khelif disfruta ahora de las mieles del triunfo en una Argelia -el país magrebí ha obtenido solo tres medallas— que la ha convertido en heroína nacional.
En el país norteafricano, que ha cerrado filas en torno a la deportista, Khelif no habría tenido la oportunidad de ser transexual si hubiese sido el caso. Argeliac, como en el resto de países árabes, considera delito la homosexualidad y la transexualidad. En el país norteafricano el cambio de género está prohibido y es penado por la ley.
Además, en Argelia, como constata la ONG Outright International, las relaciones sexuales en personas del mismo sexo -tanto hombres como mujeres— están prohibidas (el artículo 333 del Código Penal de 1966 criminaliza “la indecencia pública” con penas de cárcel de entre 2 meses y dos años), como el reconocimiento legal del género. Las organizaciones LGTBI son además ilegales.