El Real Madrid venía de un durísimo tropiezo liguero el fin de semana cuando fue arrasado por el Barça, en la que fue su primera derrota en la competición de la regularidad, pero tenía la esperanza de resarcirse en su visita al Twente, un equipo muy menor al que en el Alfredo Di Stéfano endosaron una escandalosa goleada por 7 a 0, pero en Países Bajos iba a ser otra historia. Las de Alberto Toril lo han pasado mal, pero han sido capaces de sumar 3 puntos y depender de sí mismos para la segunda posición, que tienen encarrilada, de hecho, se pueden permitir soñar con darle un susto al Chelsea y conseguir la primera, pero para ello tienen que vencer en Londres.
El equipo blanco tenía una gran oportunidad de conseguir un triunfo que les sirviera de acicate y para tapar las malas sensaciones de una derrota que no por esperada fue menos dolorosa. Y es que el Barça les dejo claro que aún sin estar en su mejor momento, son mucho más equipo que ellas, y les sacaron los colores con cuatro goles. Pero más allá del marcador, la falta de contundencia ofensiva en sus pocas ocasiones y la debilidad defensiva pesó más que el ímpetu que mostraron.
Un equipo blando de inicio
Quién sabe si por los siete goles de la ida o por la herida abierta de la goleada reciente, el equipo blanco no salió con la contundencia que acostumbra, pese a sacar a su once de gala, con Weir, Caicedo o una Bruun que se ha hecho con el puesto de nueve a base de goles. Pero este partido no se iba a ganar por nombres, puesto que las tulipanes llevaban la lección aprendida, tanto cuando casi caía la media hora de juego, la delantera Ravensberger cazó un balón para batir a Misa y poner el 1 a 0, un gol que sumió en pánico a todo el bloque.
A partir de ahí se inició una cacería en la que el equipo español asediaba una y otra vez a sus rivales, pero no había forma. Especialmente destacada fue la actuación de la extremo Linda Caicedo, que estaba siendo una tortura para su lateral, pero no había forma, hasta que al filo del descanso, cuando ya se veían las locales con ventaja en ventaja en el vestuario, la colombiana no perdonó y puso la igualada, un golpe anímico que a la postre fue definitivo.
El final de locura decantó la balanza
La segunda parte siguió el esquema del final de la segunda, con un marcado dominio blanco, que sin embargo, no era capaz de materializarse en goles. Sufría en la banda Toril, que veía como la barrera que hace unas semanas penetraron siete veces, esta vez era infranqueable, pero tenía un arma secreta. Realmente no tan secreta, porque llevaba 71 minutos en el verde, pero no estaba teniendo su mejor día, sí, hablamos de Signe Bruun, que cuando tuvo una, la mandó a guardar.
Con 1 a 2 y el final acercándose ya se daba por sentada la victoria madridista, pero quedaba la traca final. Hasta dos goles se marcaron en el descuento, el primero de ellos de Alba Redondo, que pese a no ser titular hizo gala de su oportunismo para ‘mojar’, aunque aún así faltaba el último susto, el que apenas un minuto después, ya con el Madrid celebrando, tenía preparado el Twente con un gol de Te Brake, que sin embargo, fue inocuo, pues ya no se movió más el electrónico y el Real Madrid certificó su triunfo.