El fútbol femenino está teniendo un crecimiento abrumador en los últimos años, en los que ha pasado de ser un deporte de nicho salvo en algunas pequeñas ocasiones, o ser un deporte de masas. El ejemplo perfecto de ello es España, un equipo que llegó a la cima tras conquistar en 2023 el Mundial de Australia y Nueva Zelanda, alcanzando un cima impensable. Pero ese hito trajo consigo después todo lo contrario a lo esperado, pues desde la celebración, con el escándalo del pico de Luis Rubiales a Jenni Hermoso y que acabó con el Presidente de la Real Federación Española de Fútbol destituido, una nueva seleccionadora y mucho más problemas.
Y es que el fútbol femenino también tiene ese pequeño debe, el de haber vivido muchas cosas que no deberían tener lugar en el deporte y en este caso vamos a uno de los casos más sonados del año, el de la selección de Canadá, que ha ido un paso más allá en los últimos días, pasando de ser algo puramente competitivo a ser una cuestión social y que afecta directamente a los trabajadores del equipo y a la seleccionadora, que ya estuvo en el ojo del huracán hace no mucho.
Un problema de dos caras
Para empezar a entender lo que pasa en la selección canadiense tenemos que retroceder hasta los Juegos Olímpicos de París, cuando las jugadoras de Nueva Zelanda se dieron cuenta de que había un dron espiándolas sobre el campo de entrenamiento, y que estaba grabando el entrenamiento. Y se acabó descubriendo que venía de la selección de Canadá, lo que hizo que algunos miembros de la expedición que estaban implicados, como la seleccionadora Bev Priestman, Jasmine Mander, su asistente y Lombardi, que era miembro del cuerpo técnico, acabases arrestados. Además, las jugadoras recibieron seis puntos de sanción y la federación una multa de 315.000 dólares. Pero había mucho más.
Problemas en el equipo de trabajo
Pero ahora el medio canadiense The Globe and Mail ha desvelado que el ambiente de trabajo era muy malo y que en el grupo de la selección canadiense se realizaban “sesiones de bebida la noche antes de los partidos, para miembros del cuerpo técnico y personal, pero no para jugadoras”. Y dichas sesiones eran “obligatorias”, de hecho, Prietsman, la seleccionadora, se quejó en febrero de 2023 que se había reducido la asistencia a esos “eventos sociales”. Además, tal y como afirma el diario, según varias fuentes consultadas, en estas reuniones “se bebía en exceso” y se llegaron a “arrojar juguetes sexuales”. Algunas de ellas afirman que “les hicieron preguntas sexualmente explícitas como parte de los juegos de la fiesta”.
The Globe and Mail también afirma tener dos vídeos en los que se pueden ver partes de estas fiestas y en los que aparecen empleados de la selección de Canadá bailando la conga y cantando en bañador. También tienen otro vídeo de junio de 2022, la noche de antes al partido ante Corea del Sur, se puede ver a Bev Priestman bailando por la noche y, no contenta con estas celebraciones obligatorias, la exseleccionadora canadiense “a veces, y al día siguiente, temprano, organizaba carreras para el personal”.
Una selección plagada de problemas
Además, la investigación del diario canadiense, le dedica gran parte del artículo al testimonio de la que era asistente de Bev Priestman desde 2021. “Me provocó un ataque de pánico”, afirma un exempleado, otros recuerdan que les hizo “llorar”.