Luis Rubiales volcó un barreño de lodo macho y gañana hiel sobre el zurdazo de Olga Carmona que convirtió a España en campeona de la Copa Mundial Femenina de la FIFA de Australia y Nueva Zelanda en 2023. Por su culpa, no hubo lugar para un trasunto del “Iniesta de mi vida”: el expresidente de la Federación eclipsó el esfuerzo y la gloria de nuestras compatriotas con el pico vomitivo a Jenni Hermoso, el beso imprevisto en la mejilla a la goleadora en los vestuarios, la exhibición grosera de su hueva morena ante la reina Letizia y la infanta Sofía y, aunque ya lo hemos olvidado, agarrando a Athenea del Castillo como si fuera un saco de patatas y echándosela al hombro, mientras la joven delantera mira a no sé sabe quién, como una liebre deslumbrada por los faros de un coche.
Athenea del Castillo Beivide, nacida en Solares hace cosa de veinticuatro años –los cumple en octubre–, es una tipa que me cae francamente bien. Campeona del Europeo Sub-19 y de la Liga de Naciones de la UEFA, la futbolista del Real Madrid, lejos de incurrir en –ismos gilipollescos y de plagar su cabeza con pajarracos vanidosos, rebosa sencillez y estoicismo y se reivindica como una tía “normal” en una época y en unas esferas en las que todo cristo aspira a inspirar la próxima película woke, comprometidísima y peñazo de la factoría Disney.
A Athenea le tienen ganas los torquemaditos progres porque, pese a firmar un comunicado junto a ochenta futbolistas en el que apoyaba a Hermoso y condenaba el esperpento de Rubiales en la final contra Inglaterra, subrayando que no volvería a la Selección si el cenutrio motrileño continuaba en su cargo, se negó a rubricar otro, ventilados de sus puestos ya el compiyogui de Geri Piqué y el seleccionador, Jorge Vilda, en el que treinta y nueve jugadoras exigían cambios en la estructura de la Federación. La cántabra alegó que, con la Liga de Naciones al acecho, no contemplaba renunciar a la llamada de la Selección: “Somos futbolistas, nos debemos a nuestra profesión y tenemos que cumplir con nuestro deber”. Por ser consciente de su responsabilidad y por tener criterio propio, la censuraron en medios y la machacaron en las redes.
Hace unos meses sufrió una lapidación virtual y mediática. Una lapidación asquerosamente machista, ejecutada por las herederas y sus excrementicios aliaditos de esas pseudofeministas que, en la II República, exigían que no pudieran votar las mujeres, como si carecieran de personalidad y voluntad propias. El novio de Athenea se hizo unas fotos en el Valle de los Caídos y, en Instagram, X y derivados, a la muchacha le cayó un tifón de piedras. Por unas imágenes en las que no salía ella, sino su maromo. Un periodista de extrema izquierda, Fonsi Loaiza, condenado por difamar gravemente a la Policía Municipal de Madrid –acusó a los agentes de haber causado la muerte de un inmigrante ilegal–, puso a la deportista en el paredón: “Athenea del Castillo del Real Madrid dice que critican a su novio solo por unas fotografías. Estas son las fotografías en el Valle de los Caídos y con una pintada a favor de los ultraderechistas de Vox”.
La 22 de España y del Madrid declaró entonces en Relevo: “Estoy en todo. En lo bueno o en lo malo. Athenea esto o Athenea lo otro. Pero, ¿por qué? Si yo soy normal. (…) O sea, por unas fotos. ¡Unas fotos, Dios mío, de mi alma y de mi corazón! Pobrecito mi chico y pobrecita yo. Los dos. Es que la gente que me conoce flipa. Y la gente que le conoce a él, flipa más. Si lo conocieseis de verdad…”. Athenea ha aprendido que, cuando huele sangre, al marrajo le importa un bledo conocer a su víctima.
Alérgica a la trinchera, se alegra de los éxitos de sus compañeras culés –“Las cosas que están haciendo le dan mucha más visibilidad a nuestra Liga, vienen muchísimos más patrocinios gracias a ellas y eso es una realidad”– a la vez que confiesa, sin atisbo de duda, que nunca jugaría en el Barcelona y que su sueño es triunfar en el Real Madrid. Discreta, se ha convertido en un referente para un ejército de niños y de niñas. Ojalá alce la primera Champions femenina blanca y alcance el Olimpo de los Di Stéfano, Butragueño o Zidane. Dios la libre de las lesiones graves. Y de los cenizos.