Marta tiene resaca emocional por la victoria de España en la Eurocopa. Y no porque lo diera todo en el baño de masas que tuvo la Selección en Madrid hasta altas horas de la madrugada, sino porque ha estado 40 días velando por la seguridad de toda esa masa que se desplazó a Alemania para seguir a La Roja.
Perdiguer ha sido la Jefa de Grupo de un total de 24 agentes de la Unidad de Intervención Policial que se ha desplazado hasta la ciudad europea para asistir a la Policía Federal Alemana. Más de un mes fuera de casa cambiando hasta en 8 ocasiones de sede, viajando en autobús por carreteras llenas de badenes, obras y camiones, custodiando estaciones y aledaños de estadios en una misión excepcional que los propios jugadores y el seleccionador han sabido agradecer.
“Ha sido una experiencia maravillosa. El día después de la final, antes de volver a Madrid, tuvimos un encuentro oficial con la Selección y aunque me daba apuro, le pedí una foto a Luis de la Fuente porque me sentía identificada con él, por el modo en el que había sabido dirigir a sus jugadores y su manera de ser. Aproveché entonces para darle las gracias por habernos permitido con su victoria, estar hasta el último día de la misión y me llevé una enorme sorpresa con su respuesta. Me dijo: “gracias a vosotros, por la enorme labor que habéis hecho”. También los más veteranos, Morata y Carvajal tuvieron palabras preciosas de agradecimiento a nuestro trabajo.” Marta aún lo recuerda con una sonrisa.
Una exitosa misión española
La misión de los agentes españoles comenzó en marzo cuando los alemanes solicitaron a los países participantes en la Eurocopa asistencia para ocuparse de las masas de fans que se desplazarían hacia el país para animar a sus selecciones. El Ministerio de Interior confió en la Policía y ésta decidió que irían las U.I.P. La citada unidad está especializada en la intervención en grandes concentraciones de masas como son los partidos de fútbol. Además son los que están más acostumbrados a viajar y a manejarse con los idiomas. Y Perdiguer, que tiene experiencia en dirigir ya que está al mando de las U.I.P. en Valencia donde reside actualmente (aunque ella es maña de nacimiento), era la candidata perfecta: “en mi caso además hablo alemán porque estuve un año viviendo en Berlín y lo estudié en el colegio, y también inglés y manejar idiomas era importante lógicamente”.
Marta no es una gran futbolera, “de pequeña iba con mi padre al fútbol pero porque quería estar con él, no tanto por los partidos” confiesa. Pero lo que sí es cierto es que el deporte rey ha marcado su trayectoria profesional. Fue haciendo prácticas para inspectora cuando la llevaron a cubrir un partido de Champions en Madrid y se acabó de dar cuenta de que ella quería estar en antidisturbios. “Me gusta estar en el meollo y saber que soy útil a la ciudadanía”.
Una vez seleccionados los agentes, la nombraron Jefa de Grupo. No conocía a ninguno de sus compañeros, pero ha sabido ejercer de líder con pasión y maestría. Muestra de ello son las lágrimas con las que se acaban de despedir (cada agente era de un sitio diferente de España) fruto de la relación que han fraguado tras tantos días de intenso trabajo juntos. Se dijeron adiós en la recepción oficial que les hizo la Policía en la comisaría de Moratalaz donde los recibieron tras la vuelta. De los 24 que tenía a su cargo, 23 eran hombres y sólo una mujer, pero ya está acostumbrada. A fecha de mayo, son sólo 56 mujeres de un total de 2.500 miembros de la U.I.P. Pero a ella no le supone un problema aunque reconoce que a los agentes federales alemanes les extrañó ver a una mujer al mando. En cambio con sus compañeros asegura no haber tenido problemas.
La convivencia de un grupo heterogéneo de 25 personas
“Hemos vivido muchas cosas, desde cumpleaños, aniversarios de boda, de hijos, porque estás fuera de tu casa y de los tuyos y tus compañeros son tu mayor apoyo. Además he tenido la suerte de liderar a un grupo de trabajadores incansables. Y funcionábamos como una auténtica sociedad. Como nos íbamos moviendo de sede en cada partido, era empezar de cero en todas. Así que cada uno tenía una misión. Uno se encargaba de ver la meteorología, otro de localizar supermercados, otro buscaba un sitio de entrenamiento, otro de ver una ruta para correr, una lavandería. Todos aportábamos algo al grupo.
Llevarse bien con el equipo es algo importante cuando se trabaja a destajo durante horas y días seguidos aguantando el peso del uniforme y de las armas. La misión que tenían era además de ocuparse de los aficionados españoles, la de controlar las estaciones ferroviarias aledañas. Marta nos explica: “en Alemania las estaciones de metro y de tren son el auténtico corazón de la ciudad, casi todos los ciudadanos lo utilizan a diario. Son todo un submundo. Además también son focos de delincuencia y acampada de vagabundos. Eso, sumado a los miles de aficionados de diferentes nacionales que iban a usar el transporte público para desplazarse era un caldo de cultivo de potenciales conflictos para los que tenían que estar prevenidos.
Preparados para todo
Por eso su Grupo tuvo una primera reunión con la policía alemana en Bamderg, donde les explicaron el funcionamiento interno de los federales y su legislación vigente. Participaron agentes de todos lo países implicados y aquello se asemejó a una reunión de Naciones Unidas. En este caso, una reunión de seguridad al más alto nivel.
“Esos días fueron una experiencia increíble y un orgullo para nosotros poder estar ahí representando a España y colaborando con otros policías”.
En esa reunión se habló de una posible amenaza de terrorismo que afortunadamente nunca llegó a materializarse. De hecho, continúa explicando, “ha sido una Eurocopa muy tranquila. Más allá de algún caso aislado de lobos solitarios con armas blancas que se han interceptado sin consecuencias, la afición se ha comportado de manera ejemplar”.
Parte del éxito del equipo de Marta es precisamente esta ausencia de incidentes relevantes. La utilidad de la presencia de los nuestros en Alemania quedó demostrada con ejemplos como un incidente con un aficionado español que nos cuenta ella misma: “en Alemania cierto tipo de gestos como levantar el brazo son interpretados como gestos nazis y se sancionan incluso con penas de prisión. Un español iba en el metro y lo hizo, seguramente desconocía la legislación, pero la policía alemana rápidamente lo detuvo. Tuvimos que mediar con los agentes para que entendieran que no lo había hecho de manera ofensiva porque en nuestro país no es así. Y aunque lógicamente recibió una sanción, creo que de no haber estado nosotros las cosas le hubieran ido muchísimo peor”. También intentamos orientar a los españoles sobre cosas tan básicas pero a la vez indispensables cuando el metro y las calles están colapsadas como indicarles qué salidas tenían que coger para salir directamente al estadio”.
La policía alemana también se rindió al buen hacer de la U.I.P.: “Al principio estaban recelosos, pero poco a poco vieron cómo funcionábamos e iban delegando más funciones en nosotros y al final nos acabaron felicitando y dando las gracias por todo lo que les habíamos ayudado”.
Pero más allá de estas felicitaciones nacionales e internacionales, Marta se queda con el cariño que han recibido de los propios españoles. “Muchos se sorprendían de vernos allí y lo agradecían. Hasta nos pedían fotos y nos contaban sus historias con familiares del cuerpo. Vivencias muy bonitas. Te das cuenta que la gente lo valora y entonces el cansancio se compensa, porque te sientes útil para la sociedad”.
Una afición de la que ellos como profesionales también se sienten orgullosos: “se han comportado increíble. Y eso que lo han vivido con la pasión que los caracteriza. El día de la final había 50.000 aficionados ingleses frente a 10.000 españoles. Nosotros durante el partido estábamos en los aledaños y no veíamos el partido. Pero estábamos convencidos que distinguiríamos de quién eran los goles porque dábamos por sentado que al ser los ingleses muchísimos más, se les oiría mucho más que a los españoles y así sabríamos quién había marcado. Pues nada de eso, los españoles gritaban tanto que se les escuchaba como si fueran los 50.000 ingleses. Fue increíble, son una afición magnífica”, recuerda orgullosa la inspectora.
Por todos estos motivos ha merecido la pena la Eurocopa en lo personal y en lo profesional pese a tantos días de ausencia. Además las renuncias siempre han formado parte de la vida de Marta que ha luchado mucho por llegar a estar al frente de la U.I.P.
“Cuando dije que quería ser inspectora de la U.I.P la gente, sobre todo de fuera del cuerpo, me decían que estaba loca, que no lo conseguiría”.
Y sin duda fácil no lo tuvo. Marta tuvo que enfrentarse a pruebas físicas durísimas e iguales que las de los hombres. Se preparó con un bombero que le brindó su ayuda y lo consiguió. Después vinieron las miradas de asombro y el tener que abrirse paso en un mundo de hombres. “Al principio piensan que estás ahí por eso de la paridad, pero luego cuando te ven trabajar se acaban las displicencias” nos asegura Perdiguer.
Reconoce que es un mundo difícil para conciliar la vida familiar por eso sigue habiendo más hombres que mujeres: “a ellos les cuesta menos ausentarse de las cargas familiares, a ellas les cuesta más poder liberarse, de momento parece que es así”. A Marta ahora lo que le llena el alma cada día es levantarse sintiendo que trabaja por el bien de la sociedad. Y sólo piensa en seguir haciéndolo aunque eso sí, estos días “la Jefa” está al igual que nuestras estrellas, de merecidas vacaciones.