“Ella dijo vale” y otros balones fuera de Rubiales

El expresidente de la RFEF se enroca ante el juez: el beso fue consentido y no presionó a Hermoso para ningún comunicado. Sólo ha rectificado un punto: “No le pedí un piquito, sino un besito”

Envalentonado, concentrado, con respuesta detallada para cada pregunta, Luis Rubiales tomó asiento para declarar ayer al mediodía y contestó a todas las partes con el mismo mensaje de fondo. A saber, que fue un beso consentido, que no intentó convencer a Jenni Hermoso ni tampoco manipuló a su entorno para que la presionaran. “Lo dije desde el primer momento: me he equivocado. Me comporté como un deportista y no como la figura institucional que era. De ahí a que haya cometido un delito de agresión sexual…”.

Con la chaqueta desabotonada, las manos cruzadas ante el micrófono y la actitud dominante de quien tiene la situación perfectamente controlada, el expresidente de la RFEF superó cada tramo del interrogatorio apostando por ganarse la clemencia del juez ante la presión de la fiscal. “Es que no me deja…”, se quejó incluso Rubiales, que salió igualmente escaldado por el magistrado a cuenta de los añadidos y divagaciones a la hora de armar su testimonio: “Si de cada cosa que nos contesta da un mitin nos quedamos aquí hasta el día del juicio final”, le aseveró el juez José Manuel Fernández-Prieto.

Pese a lo que el juez parecía aventurar, la sesión duró poco más de una hora. En su empeño por el detalle, Rubiales ha añadido un encuentro posterior al beso que tuvo con Jenni Hermoso: “Me llevó de señuelo hasta el manteo con el resto de jugadoras”. No aclaró si en el camino hablaron algo o no, y nadie le preguntó por ello. Estaba justo explayándose en el turno de su abogada, quien ha llegado a preguntarle si al besar a la futbolista satisfizo algún deseo sexual: “Por dios, ¡jamás!”, ha respondido como si recibiera una estocada.

El auténtico duelo ha sido con la fiscal. Marta Durántez abordó el interrogatorio con la media sonrisa encajada, como quien anticipa la respuesta. ¿Conocía el protocolo antiacoso? ¿Nunca le preocupó cómo estaba Jenni Hermoso? ¿No la vio llorosa o triste? ¿Y si hubiera sido un hombre? ¿Sigue pensando que no tuvo importancia para ella? Sí. No. Rubiales nunca optó por el “no sabe no contesta”. “Le vuelvo a decir que ella hizo comentarios espontáneos, negando que le hubiese afectado hasta cuando la atendió el psicólogo”.

Aleccionado, con los hechos revisados al milímetro, el expresidente ha aprovechado en dos ocasiones para constatar que Jenni Hermoso sí recibió atención psicológica. Se la tenía guardada desde que el pasado lunes la futbolista lo negase en su declaración. Ya entonces Rubiales no pudo evitar susurrarle al exseleccionador Jorge Vilda un “qué mentirosa”. Ayer, a micrófono abierto, evitó los epítetos. Tampoco clamó aquello de “la víctima soy yo (…). Ella fue la que me abrazó muchísimo y me dijo que sí cuando yo le dije que si nos dábamos un piquito”, como sí hizo durante la rueda de prensa posterior a los hechos en la que aseguró que no dimitiría.

El Se acabó no le dejó más alternativa. Igual que hoy no le ha quedado más opción que rectificar. Si hasta ahora siempre aseguró, incluso en fase de instrucción, que segundos antes de lanzarse a besarla en la tarima le preguntó si podía darle “un piquito”, ayer habló de “besito”. Obviamente, no podía contradecir lo apuntado minutos antes en sede judicial por un experto en lectura de labios contratado precisamente por su defensa: “En esos dos segundos yo leo claramente cómo le pregunta si le puede dar un besito”. A lo que la fiscal sólo atinó a responder que ella sólo ve una boca abierta.

Para el supuesto “vale” que Jenni Hermoso le habría contestado no hay audio ni cámara que lo registre. Solo la palabra de Rubiales.