Pocas deportistas españolas hay en la historia con la relevancia de Carolina Marín, la jugadora de bádminton onubense, que logró un imposible, consiguiendo algo que no se pensaba que estaba dentro de las opciones, ya no de un español, si no de un europeo, el de convertirse en la mejor del mundo de su deporte, uno que parecía un coto privado de las asiáticas, pero que tras su llegada todo cambió. Y es que ella se puede considerar una de las mejores, si no la mejor, jugadora de bádminton que jamás han existido. Todo eso la va a hacer merecedora del Premio Princesa de Asturias de los Deportes que va a recoger este viernes, en un año que va recordar por algo mucho más duro.
Los Juegos Olímpicos que nunca olvidará
Para entender a Carolina Marín hay que fijarse en sus rodillas, cuyas cicatrices son el testigo mudo de su sufrimiento. Y es que pese a haberlo ganado todo, si no hubiera estado tanto tiempo lejos de la pista, quien sabe lo que pudo haber sido. Pero a la vez ayudan a entender su leyenda, la de alguien que siempre lo da todo por sus sueños, por imposibles que parezcan.
Y este año 2024 es el ejemplo de eso, porque tras dos poder defender en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 (celebrados en 2021 por el Covid) su corona olímpica lograda en Río, por culpa de su rotura de ligamentos, ella se propuso conseguirlo en París 2024. Pero su andadura hacia el regreso a la cima comenzó con muchas nuevas lesiones y a falta de menos de un año, estaba muy abajo en los rankings, lejos del nivel de las mejores y con la duda de si iba a ser capaz siquiera de estar. Pero poco a poco, consiguió salir del pozo y tras volver a la cima conquistando torneos de la máxima importancia, logró incluso llegar al cuadro olímpico como cabeza de serie, algo que parecía una quimera.
Un mal apoyo que cambió su vida
Y en París demostró que estaba para ganar, sumando poco a poco las victorias que necesitaba, arrasando cuando podía y sufriendo en los muy pocos momentos que tuvo que hacerlo. Así se plantó en semifinales, a un paso de poder luchar por el objetivo. Pero cuando apenas le faltaban unos puntos para arrasar a la china He Bingjao, le volvió a pasar, un mal apoyo que acabó con una nueva lesión gravísima de rodilla que le obligó a retirarse.
Por eso mismo no fue capaz de lograr su objetivo, sin embargo, se ganó del corazón del mundo del deporte a lo largo y ancho del globo. Y ahora, este premio Princesa de Asturias de los deportes (aunque se lo concedieron en mayo, antes de los JJOO), es el homenaje perfecto para toda una vida. Aunque eso sí, Carolina aún tiene algo que decir en el bádminton.
Un dominio apabullante del bádminton
Y es que desde que saltó por primera vez a una pista de bádminton, Carolina Marín se convirtió en algo jamás visto en su deporte. Tal era su nivel que la impulsó hacia un éxito notable, primero en las categorías inferiores y después continuó su racha triunfal en el ámbito profesional. Marín se convirtió en la primera jugadora española de bádminton en ganar una medalla de oro olímpica en Río 2016. Además,es la única deportista que ha ganado tres títulos mundiales individuales femeninos: 2014 en Copenhague, 2015 en Yakarta y 2018 en Nankín.
Y si eso es a nivel mundial, ni hablemos dentro del continente, pues su ilustre carrera en el bádminton incluye siete títulos de campeona de Europa, con victorias en Kazán 2014, La Roche-sur-Yon 2016, Kolding 2017, Huelva 2018, Kiev 2021, Madrid 2022 y Cracovia 2023. Este récord consolidó su dominio en Europa y le valió el número uno del mundo en la cima de su carrera. Y todo eso sin olvidar lo que pudo haber sido sin las lesiones.